Son nombrados cónsules Lucio Emilio Paulo y Marco Terencio Varrón.
Es nombrado dictador Marco Junio Pera.
Es nombrado dictador Marco Fabio Buteón.
Es elegido pontífice máximo Quinto Cecilio Metelo.
Quinto Fabio Máximo Verrucoso Cunctator, miembro del colegio augural, fue elegido pontífice.
Son nombrados pretores Marco Claudio Marcelo, Lucio Postumio Albino, Publio Furio Filo y Manio Pomponio Matón.
Son nombrados tribunos de la plebe Lucio Escribonio Libón, Marco Minucio y Quinto Bebio Herenio.
El aristócrata Lucio Emilio Paulo y el homo novus y enfebrecido belicista, Marco Terencio Varrón, ocuparon la principal magistratura: el consulado.
Apulia.
El ejército de Aníbal ascendió a diez mil caballos; pero su infantería apenas llegaba a cuarenta mil hombres.
El cónsul, Lucio Emilio Paulo, partió de Roma acompañado por los más notables hombres de entre los patricios y el cónsul plebeyo, Cayo Terencio Varrón, marchó de la ciudad romana, asistido por sus plebeyos amigos, más notables por su número que por la calidad.
Su unión elevó el ejército romano a ochenta mil hombres de a pie, la mitad ciudadanos romanos y la otra mitad confederados, y a seis mil caballos, pertenecientes una tercera parte a los romanos y las otras dos a la confederación; a saber, 8 legiones (la 1ª, 2ª, 12ª, 13ª, 14ª, 15ª, 16ª y 17ª) 40.000 legionarios y otros 40.000 aliados y confederados, 2.000 jinetes romanos y 4.800 itálicos.
Los cónsules ejercieron el mando en días alternos y un día, cuyo turno correspondió a Lucio Emilio Paulo, unas partidas de romanos ahuyentaron a unos forrajeadores púnicos, librándose un confuso combate sin un plan previo ni órdenes concretas, donde las pérdidas púnicas ascendieron a 1.700 mientras que los romanos fueron solo cien hombres.
El cónsul, Lucio Emilio Paulo, retuvo a los vencedores romanos, que perseguían al enemigo en gran desorden, pues temió una emboscada. Unos exploradores romanos reconocieron el campamento abandonado de Aníbal e informaron a los cónsules que el enemigo huyó, pero abandonó muchas de sus pertenencias.
El cónsul, Cayo Terencio Varrón, exigió que se diera la orden de avanzar y su colega, Lucio Emilio Paulo, pidió a los exaltados legionarios ser cautos y prudentes.
También llegaron a Cannas los cónsules romanos con un ejército de unos 88.000 soldados, unas 16 legiones, y establecieron campamentos uno en cada una de las orilla del río Aufidus (actual Ofando).
Los romanos no siguieron los deseos del general cartaginés, que finalmente retiró el grueso de su ejército a su campamento, mientras los númidas atacaron a un grupo de aguadores romanos, que se pusieron en fuga hacia su campamento.
Como este día, 1 de agosto, el mando lo ostentaba el cónsul Lucio Emilio Paulo, el ejército romano mantuvo la compostura y no atacó al enemigo.
Al día siguiente, 2 de Agosto, a orillas del río Ofando, se dio la célebre batalla de Cannas, en la Apulia meridional, cuando el mando correspondió al cónsul, Cayo Terencio Varrón, cuyas tropas romanas, ubicadas en el campamento mayor, cruzaron el río en formación de combate.
Luego, las tropas del campamento menor romano completaron el frente de combate, unos 78.000 soldados, pues 10.000 quedaron repartidos entre ambos campamentos para su defensa.
A la derecha del avance romano quedó la orilla del río Aufidus (Ofando), situando allí la caballería romana, al mando del cónsul, Lucio Emilio Paulo, unos 2.400 jinete romanos y, luego, en el centro la infantería, unos 72.000 hombres entre romanos y aliados, formado por dos bloques en líneas cerradas, el de la primera línea, la infantería ligera delante, vélites y lanzadores de jabalinas, y el de la segunda línea, la infantería pesada detrás, hastados, príncipes y triarios, que solo la mitad tenían experiencia de otras batalla, todos al mando del procónsul, Cneo Servilio Gémino, y en el extremo izquierdo, la caballería aliada, unos 3.600 jinetes itálicos, al mando del cónsul, Cayo Terencio Varrón.
Los romanos quisieron que las legiones tuvieran la profundidad necesaria para perforar la infantería pesada cartaginesa.
Las dos líneas principales de infantería estuvieron protegidas por la caballería en las alas, los jinetes romanos en el ala derecha y la caballería italiana aliada en el ala izquierda.
Los cartagineses, que dejaron 8.000 galos protegiendo el campamento, colocaron sus tropas del modo siguiente: a la izquierda de la orilla del río Aufidus (Ofando), la caballería pesada de galos e hispanos, al mando de Asdrúbal (no confundir con su hermano Asdrúbal Barca), frente a la caballería del cónsul, Cayo Terencio Varrón, en el centro, a la infantería menos aguerrida de hispanos y galos, flanqueada a derecha e izquierda por los infantes veteranos libios, al mando del propio Aníbal y de su hermano Magón Barca, y a la derecha, la caballería ligera de númidas, al mando de Maharbal, frente a la caballería del cónsul, Lucio Emilio Paulo.
Acto seguido, los romanos atacaron la línea cóncava del centro cartaginés, que, poco a poco, fue cediendo terreno, curvándose hacia atrás.
Los romanos se adueñaron del espacio central que los cartagineses desocuparon, retrocediendo.
La presión del centro romano, la infantería romana, configuró ahora un frente de combate compuesto por dos líneas paralelas curvas, una la romana, empujando, y otra la del centro cartaginés, que abandonó su posición inicial, conteniendo.
La caballería de galos e hispanos del ala izquierda cartaginesa, ubicada junto a la orilla del río, al mando de Asdrúbal, se enfrentaron a la caballería romana del cónsul, Lucio Emilio Paulo, que quedó rápidamente derrotada y puesta en fuga.
La caballería númida del ala derecha cartaginesa encontró fuerte resistencia en la caballería de los aliados itálicos del cónsul, Cayo Terencio Varrón.
Ahora la caballería cartaginesa de Asdrúbal y Maharbal, que puso en fuga a la romana del cónsul, Cayo Terencio Varrón, tuvo el campo libre para dirigirse a cerrar el cerco y atacar la espalda de la infantería romana.
El cónsul, Cayo Terencio Varrón, escapó junto con 50 jinetes a Venusia (Venosa).
En la batalla, estratégicamente perfecta por parte cartaginesa, según Tito Livio, pereció el cónsul, Lucio Emilio Paulo, y 45.500 soldados de infantería y 2.700 de caballería, casi en la misma proporción romanos que aliados itálicos y los prisioneros ascendieron a 3.000 infantes y 1.500 jinetes.
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