Reflexión:
Comenzamos la reflexión de La Liturgia del día de hoy, poniéndonos en El Nombre del Padre, etc…
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy recordamos el primer mandamiento: Amar a Dios sobre todas las cosas, esto como inicio de la cuaresma, para meditar que todo lo que hacemos en nuestra vida y con más intensidad en este tiempo, porque todo lo que hagamos lo haremos por amor a Dios que nos amó primero.
«Mira: hoy te pongo delante la vida y el bien, la muerte y el mal.» ya que el hombre es el que decide qué camino seguir, siguiendo a Dios encuentra la vida y lejos de Él encuentra la muerte. Siendo, pues, la vida: La Vida Eterna, y la muerte: La Condena – ya que la condena es ganada por la muerte del alma, que aunque el alma es inmortal, con la condena producto del pecado mortal, el alma está «muerta» para los ojos de Dios.
CIC 2083 Jesús resumió los deberes del hombre para con Dios en estas palabras: ‘Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente’ (Mt 22, 37; cf Lc 10, 27: '...y con todas tus fuerzas'). Y es que El Señor Jesús no solo nos quiere decir lo que nos dijo primero Moisés de amar a Dios por sobre todas las cosas, si no, que además pone énfasis en que tiene que ser con todas nuestras potencias, y nos exhorta más aun el Deuteronomio: «Guardando sus preceptos, mandatos y decretos, vivirás y crecerás» Porque tiene que ser una constante, ya que todo cuanto hace el hombre en su vida, es por gracia de Dios, pues, el hombre vive porque Dios aun lo sostiene.
Estas palabras (Del primer mandamiento) siguen inmediatamente a la llamada solemne: ‘Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el Único Señor’ (Dt 6, 4). Hermanos y hermanas, esta indicación y sentencia es para que el pueblo de Israel mire solo a Dios y no a dioses extranjeros. Por eso, así nos recuerda Moisés: «siguiendo Sus caminos, guardando Sus preceptos, mandatos y decretos, vivirás y crecerás» Es decir, Dios da un mandato y pide que se cumpla, que se siga el camino que Él ha preparado para Su pueblo, para que éste pueblo de Israel, no se contamine con los cultos a otros dioses como lo hacían los países de la región. Es por este motivo que el tener a otro dios fuera del Único y Verdadero Dios, nuestro Dios, es un pecado gravísimo, porque falta al primer y gran mandamiento, porque Dios está por encima de todos y de todo. Amar a Dios es amarlo a Él por encima de todo, porque Él lo es todo, por Él todo ha sido creado, por El Padre, en El Hijo.
Así nos dice en un lado: "todo lo sometiste bajo sus pies" (Sal.8). Cristo Es El Primogénito de toda la creación, porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra los seres visibles y los invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados y Potestades: todo fue creado por medio de Él y para Él. Dice el Apóstol San Pablo.
Por tanto, si Dios está por encima de todo, porque Dios es todo para nosotros, es porque no debemos apartarnos de Él y menos aun buscar otros dioses en el mundo: El dinero, la fama, el sexo, la juventud, el culto al cuerpo, etc. Recordemos, pues, como San Pablo exhorta: «Por eso Dios los entregó a las apetencias de su corazón hasta una impureza tal que deshonraron entre sí «sus cuerpos» Aquí el llamado al culto del cuerpo: las mujeres con cirugías, cremas costosísimas para el cuerpo y el rostro, maquillajes –los rostros tiesos y los brazos y el cuello colgando, son el hazme reír, buscan la eterna juventud estirando la cara, prótesis en otros lados y todo lo demás les cuelga; hombres que usan aretes, cejas delineadas, esculpen el cuerpo, uno que otro tatuaje, esmalte para las uñas. Hombres y mujeres en una impureza por causa de sus autos idolatrías. Los hombres ahora se embellecen más que el faraón.
…a ellos que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, (se engañan a sí mismos aparentando que siguen siendo jóvenes y hermosos) y adoraron y sirvieron a la «criatura» en vez del Creador (la criatura. El mismo hombre en vez de adorar y servir a Dios), que es bendito por los siglos. Amén. Romanos 1, 18-25».
Yo, el Señor, soy tu Dios, que te ha sacado del país de Egipto, de la casa de servidumbre. Dios nos ha sacado de la servidumbre al Demonio, para que no seamos egoístas y ególatras, pero el hombre se ha endiosado.
No habrá para ti otros dioses (El dinero, la fama, el sexo, la juventud eterna, el culto al cuerpo, etc.) delante de Mí. No te harás escultura ni imagen alguna ni de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te postrarás ante ellas ni les darás culto (Ex 20, 2-5). El hombre se ha hecho escultura de sí mismo y se auto idolatra, es abominable ante los ojos de Dios. Donde abominación es un dios fuera del Único Dios.
Y que no se diga que los católicos adoramos imágenes, porque a ello respondemos: Que la adoración a imágenes de las que habla Ex. 20. Es referida a dioses, pues, habían dioses extranjeros como lo refiere el libro de los Reyes: Cuando el rey Salomón llegó a viejo, sus mujeres desviaron su corazón tras dioses extranjeros; su corazón ya no perteneció por entero al Señor como el corazón de David, su padre. El corazón de Salomón se postró ante otros dioses: Salomón siguió a Astarté, «diosa» de los fenicios, y a Malcón, «ídolo» de los amonitas. Hizo lo que el Señor reprueba; no siguió plenamente al Señor como su padre David. Entonces construyó una ermita a Camós, «ídolo» de Moab, en el monte que se alza frente a Jerusalén, y a Malcón, «ídolo» de los amonitas. Hizo otro tanto para sus mujeres extranjeras, que quemaban incienso y sacrificaban en honor de sus «dioses»
CIC 2085: El hombre tiene la vocación de hacer manifiesto a Dios mediante sus obras humanas, en conformidad con su condición de criatura hecha ‘a imagen y semejanza de Dios’… Las obras espirituales y corporales de misericordia engrandecen el alma del hombre, porque, en efecto, asemejan el alma del hombre a la de Dios, en cuanto que Dios se hizo hombre para enseñarnos esas mismas obras, dando por mayor obra la entrega de Sí Mismo. Mira La Cruz y en El Crucificado verás la mayor obra de Dios: Él Mismo entregado hasta una muerte de Cruz para que nosotros Vivamos Eternamente. Muerte y vida. Él muere y nosotros vivimos, aunque Él no muere realmente por aquello que dice: Yo doy mi vida por mis ovejas, a Mí nadie me la quita, y resucitaré al tercer día. Dice El Señor.
El hombre sabe interiormente cuanto mal hace, porque el hombre tiene impregnado dentro de sí lo bueno y lo malo, por ello dice El Señor: «Hoy cito como testigos contra vosotros al cielo y a la tierra» es decir, que El Cielo, es decir: Dios y Su séquito son testigos de los crímenes o bondades del hombre, y además pone también a la tierra como testigo, es decir, que el hombre mismo sabe de sus fechorías y siempre habrán testigos que serán los que sepan de las maldades del hombre, empezando con el primer testigo el mismo hombre. El hombre no tiene escapatoria, pues, o bien atestiguarán en la tierra o bien en El Cielo, pero testigos habrán en aquél día postrero.
Hay dicha en el hombre que sigue la piedad del Señor, siendo esta la virtud que inspira, por el amor a Dios, tierna devoción a las cosas santas, y, por el amor al prójimo, actos de amor y compasión. Pues, en efecto, el hombre tiene piedad cuando ejerce devoción a cosas santas, pues hacerlas santifican al mismo hombre y pide la gracia para él y para sus hermanos, para que todos logren la salvación y no la condena, eso es tener piedad y compasión: de sí mismo y de los demás.
Por ello nos invita el salmo a decir: "Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor." Dichoso el hombre / que no sigue el consejo de los impíos, / ni entra por la senda de los pecadores, / ni se sienta en la reunión de los cínicos; / sino que su gozo es la ley del Señor, / y medita su ley día y noche. Porque, efectivamente, el hombre que confía en Dios, alcanza de Él Su Amor en dones y virtudes, con ellos, el hombre puede distinguir mejor aun lo bueno de lo malo, y así tener también el coraje de rechazar reuniones con los faltos de piedad (los impíos), no se reúne con pecadores, no con los desvergonzados, siendo estos los cínicos descarados, que ya no les da vergüenza sus pecados, porque efectivamente, ya ha sido de tanta costumbre sus maldades que las ven como actos normales: el pecador que sigue en el pecado con cinismo se hunde más en la miseria de la condena, un alma que cada vez está más sucia y profanada. Conociendo que profanar es tratar algo sagrado sin el debido respeto. Deslucir, deshonrar, prostituir, hacer uso indigno de cosas respetables, en este caso es el maltrato del alma.
Padecimiento, muerte y resurrección es lo que nos propone El Divino Maestro en El Sagrado Evangelio de hoy. Éste es el camino del cristiano, un camino que en sí también tiene alegrías, pues, Dios no puede abandonar a Sus hijos, son los hijos quienes abandonan a Dios y por ello las grandes calamidades que asolan al hombre. Si el hombre, en efecto, se uniera más a Dios, muchos serían los beneficios del hombre, aunque no dejarían de haber algunos lamentos, porque aun vivimos en el mundo aunque no somos del mundo (Jn. 17, 14)
Pero estos lamentos y contrariedades aunque existieran, serían más llevaderos, porque el hombre estaría alimentado de los dones y virtudes suficientes que Dios otorga para que Sus hijos sepan llevar sus contrariedades, porque Dios no desampara a Sus hijos. Es así que el cristiano se dispone a cargar La Cruz de Cristo, aquella Cruz que Él designe, porque esa será la mejor negación del hombre, la manera como Dios quiere que Su hijo se niegue a sí mismo.
Negación, Cruz y Seguimiento de Cristo. Negarse a los propios placeres y hasta algunas necesidades, para dar a los que más lo necesitan: Oraciones y obras para los pecadores vivos y muertos, los pecadores vivos para que se conviertan, y los pecadores muertos, para que según la misericordia de Dios, libren del infierno. Así mismo para los pobres, para que Dios nos dé Su Santo Espíritu y tengamos actos de piedad con una mayor limosna de obra y de dinero, compartiendo con nuestros hermanos, es una obra de amor verdadero.
Padecimiento, muerte y resurrección: Negación, Cruz y Seguimiento de Cristo.
1. Padecer: Negarse: Porque el que se niega puede padecer, pues, padece lo que Dios pueda entregarle como penitencia, o lo que los malvados hacen en contra de nosotros, cualquiera de estas cosas para liberar nuestros pecados pasados, para nuestra mayor santificación y para ayudar a los hermanos que necesitan de la ayuda de Dios. De esta manera nos negamos a nuestras necesidades de comodidad y jolgorio para padecer por nosotros mismos y por nuestros hermanos. Siendo paradójicamente el sufrimiento también gozo: "Ellos marcharon de la presencia del Sanedrín contentos por haber sido considerados dignos de sufrir ultrajes por el Nombre" Hechos 5,41.
Alegraos en la medida en que participáis en los sufrimientos de Cristo, para que también os alegréis alborozados en la revelación de su gloria. I Pedro 4, 13.
Sed sobrios y velad. Vuestro adversario, el Diablo, ronda como león rugiente, buscando a quién devorar. Resistidle firmes en la fe, sabiendo que vuestros hermanos que están en el mundo soportan los mismos sufrimientos. El Dios de toda gracia, el que os ha llamado a su eterna gloria en Cristo, después de breves sufrimientos, os restablecerá, afianzará, robustecerá y os consolidará. I Pedro 5:9-10.
P JPII: Ante el dolor podemos unirnos a la cruz de Cristo o reaccionar con rebelión y culpar a Dios. El sufrimiento tiene un gran valor: expía el mal, une al sacrificio de Jesucristo como expresión de amor y confianza en El y ofrece a Dios un sacrificio de alabanza. El sufrimiento unido a los padecimientos de Cristo nos asemeja a Él, que libremente abrazó la cruz por amor. Dice San Pablo: Ahora me alegro por los padecimientos que soporto por vosotros, y completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia. Colosenses 1, 24.
2. Muerte: Cruz: Morir a nuestros deseos desordenados, morir para el mundo, el demonio y el pecado. Muertos ellos en La Cruz de Cristo. Porque así dicen Las SE:
"Y añadió: «Cuando levanten en alto al Hijo del hombre, entonces conocerán que Yo soy y que no hago nada por mi cuenta, sino que sólo digo lo que el Padre me ha enseñado"- Jn 8,28. Jesús se proclama Dios (Yo Soy), pero no le quita la divinidad a Su Padre que le ha enseñado que debe morir en La Cruz. "Y Yo, cuando haya sido levantado de la tierra, atraeré a todos a Mí" -Jn 12,32" diciendo que con su muerte en La Cruz, los hombres entenderán El Amor de Dios e irán a Él, porque el hombre abrió su corazón y entró El Amor: la razón del inexplicable Amor, que Cristo muera para que el hombre viva.
Así, mientras los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría, nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles" -I Corintios 1,17-23, pues, para los judíos La Cruz era escándalo en tanto que dice: Maldito todo el que está colgado de un madero. (Dt. 21, 23) "Pero Cristo nos ha rescatado de la maldición de la Ley, al hacerse maldición por nosotros" Gal 3,13. Maldito todo el que está colgado de un madero… pues, Cristo sin pecado, no merecía La Cruz, pero asumió todos nuestros pecados, para que mereciendo La Cruz por nuestros pecados, nosotros merezcamos La Vida Eterna y Él La Diestra del Padre.
El mundo ofrece apartamiento de Dios, porque bien dice el Apóstol: Por un solo hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron. Rm. 5, 12. Pero por la muerte en Cruz de Cristo, el hombre, en efecto, adherido a Su Cuerpo Místico puede vencer al mundo, porque Cristo crucificó al pecado del mundo, porque Él se hizo maldición por nosotros (Gal. 3, 13) para crucificar nuestros pecados.
Gál 6,14. En cuanto a mí, no quiero sentirme orgulloso más que de la cruz de Cristo Jesús, nuestro Señor. Por Él el mundo ha sido crucificado para mí, y yo para el mundo. Es, pues, en la cruz donde debemos crucificar nuestras debilidades, porque por la muerte de Cristo en La Cruz, las tentaciones del mundo han sido crucificadas para nosotros, y nuestras debilidades también (y yo para el mundo)
Morir en La Cruz con María, porque en el Corazón de Ella le fue atravesada la misma lanza que con la que atravesaron El Sacratísimo Corazón e Su Hijo. Una invitación a Morir en Cristo por María. Porque ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a sí mismo?
Ganemos a Cristo y no al mundo, porque el mundo trae miserias, la perdición y nuestro perjuicio, pero ganando a Cristo ganamos La Vida Eterna.
Que Dios nos bendiga queridos hermanos y hermanas, y que fructifique sobreabundantemente la liturgia de hoy en nuestras vidas.
Los dejo con el mensaje de la importancia de comulgar todos los días o cuanto menos los domingos y fiestas de guardar:
El que come Mi Carne y bebe Mi Sangre,
tiene vida eterna, y Yo lo resucitaré el último día.
Dice el Señor (Jn. 6,54)
En el nombre del Padre, etc…
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