La Transición española se sitúa entre dos coches: el Dodge 4300 en que viaja Carrero Blanco, cuando en diciembre de 1974 ETA lo hace volar por los aires con el almirante dentro y el Cadillac de 1946, blindado, en el que, en marzo 1977 se moverá durante unos días por España Santiago Carrillo entre amenazas de muerte, en vísperas del momento clave de la Transición: la legalización del Partido Comunista. El Cadillac era un regalo del presidente de la Rumania socialista, Nicolae Ceacescu, quien medió entre Carrillo y el Rey de España entre 1974 y 1977, por la vía interpuesta del general Manuel Díez Alegría, jefe del Estado Mayor del Ejército, y Manuel de Prado y Colón de Carvajal, íntimo del monarca, que piden, en nombre del Rey, paciencia a Carrillo. La revuelta y fulminante fusilamiento/linchamiento de Ceaucescu el 25 de diciembre de 1989, plenamente respaldado por occidente, llegará tras consumarse lo que el exdirector de Le Monde Diplomatique, Ignacio Ramonet, calificó como "el engaño más importante desde que se inventó la televisión: el falso osario de Timinsoara", los miles de muertos supuestamente causados por la Securitate de Ceaucescu, "que al final resultaron muertos desenterrados del cementerio para pobres y ofrecidos de forma complaciente a la necrofilia de la televisión". El 26 de diciembre de 1989 un diario como El País publicaba: "El dictador rumano Ceaucescu y su esposa ejecutados por genocidio", puesto que según ese diario, el número de muertos podría estar "entre las 60000 y 80000 víctimas". Hoy el saldo oficial es víctimas es de unos 1000 muertos. Que podrían ser muchos menos. La escena final que dio sentido a aquella ficción se produce en noviembre de 2002 cuando el presidente de los EE. UU., Georges W. Bush, aterrizaba en Rumania para celebrar eufórico la confirmación del inmediato ingreso de Rumania en la OTAN. Rumanía será uno de los países que acepta entre 2003 y 2006 las llamadas "carceles secretas de la CIA" en Europa. El Cadillac, un engorro blindado según Carrillo, es hoy una cotizada pieza de colección (podrían haberse sentado en él Stalin y Churchill), en manos de un particular. En España sólo un coche casi idéntico, un modelo más corto y descapotable, tiene un precio muy superior: el Taxi lluvioso del Museo Dalí de Figueres, un Cadillac de 1941 serie 62 convertible, sedán, con el que Dalí y Gala habían atravesado los EE. UU., según nos confirmaba el museo. Habla del traslado del Cadillac blindado desde Bucarest a España, uno de sus dos conductores en ese trayecto, Francisco Dueñas, que heredó de su padre el taller mecánico familiar.Escuchar audio
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