Cuenta el poeta Hesíodo que Zeus le entregó a Pandora una caja, ordenándole que jamás la abriera, y cuando desobedeció y la abrió, se liberaron todos los males y desgracias que sufre la humanidad. Y como en el mito griego, creo que a veces nuestros pensamientos negativos funcionan igual: que si dejamos que se abra la caja, nos salen todos los demás miedos, negatividades, etc tras el primer escape. Cuando activamos una determinada ruta neuronal, se desencadenan toda una serie de pensamientos que parece que no tengan fin, como si en ocasiones se tratase de un momento clave de elección, que una vez soprepasado pareciese que no tiene vuelta atrás. Siempre hay vuelta atrás, pero creo que es útil ser consciente cada uno de dónde está nuestro “punto”, como el que bebe alcohol, para aprender a moderar el pensamiento, como se moderan las emociones y todos los demás ámbitos de nuestra persona, en busca de una armonía; un equilibrio que nos proporcione bienestar e integridad personal. Por potente que sea nuestro motor, si no aprendemos a controlar el coche, se descarrilará y no habrá servido de nada La inteligencia es un arma de doble filo, que si uno no aprende a utilizarla bien, puede ponerse en su contra. Y con utilizarla bien me refiero a que esté al servicio de nuestra voluntad, y alineada con nuestros valores y prioridades vitales, no imponiéndose por encima de todo. La Caja de Pandora de los “¿y si?” es la que nos abre a preguntas acerca de posibilidades, y nos aleja de la realidad actual. Ocurre, por ejemplo, cuando una persona decide terminar una relación, y un día que anda menos animado/a, abre la “caja de los y si” y empieza a pensar: ¿y si no lo hubiera dejado? ¿y si cambia? ¿y si nunca encuentro a nadie? ¿y si el problema está en mí? ¿y si todos los hombres/mujeres son así? Todas esas preguntas nos llevan a paralizarnos; lejos de ayudarnos a comprender mejor la realidad, a aprender de lo vivido, y a seguir adelante luchando por mejorar y ser más felices, nos bloquean, despertando miedos, alejándonos del plano de lo real y de lo ocurrido, y desconectándonos de nuestra voluntad. Puedes hacer cualquier cosa, pero no todas las cosas. Porque elegir implica renunciar, y asumir la renuncia es parte de la responsabilidad que asumimos al ser libres. Cada minuto, cada dosis de energía y cada pensamiento que gastamos en pensar lo que podría, lo estamos perdiendo para dedicarlo a lo que puede, y sobre todo, lo que uno quiere. De hecho, es sutil pero clave el matiz que diferencia un “podría” de un “puedo”, pues el primero, en condicional, nos conecta con un mundo abstracto e imaginario; mientras que el segundo nos lleva al plano de lo “futurible”, y está más cerca de acabar por un compromiso real de cambio. Entonces, ¿eso significa que uno debe ser conformista, resignarse a la realidad como algo fijo que no podrá cambiarse, y dejar de plantearse la posibilidad de mundos mejores? No, conformarse es una cosa, y aceptar es algo bien distinto. Luchar es una cosa, y quejarse es algo bien distinto. Si no queremos ser victimistas o vivir la vida a medio gas, debemos tomar la decisión de aceptar la vida que tenemos, y/o realmente hacer algo ya por cambiarla. Como dice Ismael Serrano en una de sus canciones, “la excusa más cobarde es culpar al destino”. - MÁS INFO SOBRE EL MITO DE PANDORA Qué dice Wikipedia de la caja de Pandora - ARTÍCULOS RELACIONADOS: Salir fuera de la caja… o no El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional El método Walt Disney: creatividad viable - SIGAMOS EN CONTACTO ¡ESCRIBE TU CORREO Y RECIBE TODAS LAS NOVEDADES CADA SEMANA! [contact-form-7] - PODCAST DE LA CAJA DE HERRAMIENTAS DE FILOCOACHING EN CAPITAL BUSINESS RADIO:
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