Reflexión:
Comenzamos la reflexión de La Liturgia del día de hoy, poniéndonos en El Nombre del Padre, etc.
Queridos hermanos y hermanas:
El cristiano debe actuar con mansedumbre, con amabilidad y con actitud de servicio, y esto es posible por la humildad que se adquiere por la caridad. La actitud revanchista de los judíos con Pablo manifiesta una falta de caridad y tolerancia hacia el prójimo, esta es la actitud de quienes no tienen a Cristo como modelo y no hacen de su vida una vida cristiana. En efecto, el hombre que no ha conocido a Cristo actúa como los judíos que tampoco conocieron a Cristo (Su Evangelio) ya que mataron al Mismo Cristo y luego se ve lo propio con Pablo porque predicaba a Cristo.
La revancha es una actitud vengativa que desea el mal del prójimo por una ofensa, daño o derrota. Es pagar el mal con mal; mientras que la caridad implica amor sin condición, y por tanto se ama a quien nos agrede respondiéndole con caridad ante cualquier ofensa, daño o derrota que se nos hiciese. Miremos a Cristo, Su Amor y Su perdón, Él, que en efecto, enmudeció ante sus enemigos y fue llevado como oveja al esquilador, no profirió insultos, ni respondió con mal el mal que le acometían. Si El Señor Jesús levantaba la mano para ordenar que el ejército celestial bajara para que se citiara el mundo y no se blasfemara e irrespetara contra Él, porque se hartó de tanta ofensiva, hubiese cometido venganza, la ira se hubiese apoderado de Él, y con ello se hubiese demostrado que no es Dios, pues, en Dios no se encuentra pecado. Por el contrario se dejó matar para luego recuperar su vida, para enseñarnos como debemos amar hasta el extremo, para que el mal sea combatido con el bien, para que Dios venza al Demonio, para que nosotros que estamos en Dios venzamos a los que están en el Demonio, para que la estirpe de La Santísima Virgen María le pise la cabeza al Demonio y su estirpe, contando a todos los hombres hasta el fin del mundo. Así se divide la humanidad, entre los hijos de Dios y los hijos del Demonio, no interesa si al final queda un puñado de católicos fieles contra miles de millones infieles, porque ese puñado de católicos son parte toda la estirpe de María y miembros del Cuerpo Místico de La Iglesia y herederos del Reino de Dios. Así el salmo se pone a tono con toda La Liturgia y nos dice: «Dios es el Rey del mundo. Él nos somete los pueblos y nos sojuzga las naciones; Él nos escogió por heredad suya: gloria de Jacob, su amado»
Por tanto queridos hermanos vayamos con valor a predicar El Evangelio de Cristo para henchir al mundo del Amor de Dios, comentándoles cuanto ama Dios a los hombres, y rezando por nuestros hermanos, por su salvación, y es que así nos anima El Divino Redentor: "No temas, sigue hablando y no te calles, que Yo estoy contigo, y nadie se atreverá a hacerte daño; muchos de esta ciudad son pueblo mío." Algunos necios dirán: Hay muchos que siendo fieles católicos han muerto por sus antagonistas, por lo que Dios no está con ellos y todo es una farza, porque Dios mintió. A ello respondemos, que la promesa de Dios es para heredar La Vida Eterna, que Dios nos promete según nuestras decisiones, – sumergidos en la humildad – la gracia de la perseverancia final, por ello, nadie nos hará daño espiritual, es una sentencia asegurada para con los hijos de Dios, por aquello que dice el Apóstol: «Porque nuestra lucha no es contra enemigos de carne y sangre, sino contra los Principados y Potestades, contra los Soberanos de este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal que habitan en el espacio». Ef. 6, 12
Y en El sagrado Evangelio, El Señor Jesús nos manifiesta la continuidad de la cruz que debemos seguir a lo largo de nuestra vida, pues, bien dice: «La mujer, en el momento de dar a luz, tiene tristeza, porque su hora ha llegado», lo mismo que nos dice el Apóstol: «Sabemos que la creación entera, hasta el presente, gime y sufre dolores de parto» Rm. 8, 22. Luego añade El Señor: «pero, cuando su hijo ha nacido, no se acuerda más de su dolor, por el gozo de que ha nacido un hombre al mundo» Y es que el hombre en el vientre de La Santísima Virgen María como Su estirpe prometida por Dios en el protoevangelio del Génesis, llega a su realización total de hijo de Dios cuando deja este mundo en estado de gracia y ha heredado La Vida Eterna, solo hasta ese momento el hombre tiene la garantía de haber sido salvado, y en consecuencia, ya no es un hombre caduco, se vuelve a la eternidad del gozo de Dios; ya no está en el vientre de María, porque Ella lo ha dado a luz para Dios, totalmente salvado como ofrenda agradable de La Madre hacia El Padre por medio de Su Hijo Jesucristo. Por ello dice El Señor: «el gozo de que ha nacido un hombre al mundo» Así también complementa el salmo de hoy: «Dios es El Rey del mundo» es decir, de todo lo creado, de todo el cosmos, y no confundamos éste mundo del salmo y del que nos dice El Señor Jesús con el mundo del Demonio, que son las miserias que tiene por tentación para la perdición del hombre.
Por tanto queridos hermanos y hermanas, tengamos esperanza y fortaleza para saber que nos espera un Cielo en el que contemplaremos la belleza de Dios. Así nos anima el Divino Redentor: «Así también vosotros, tenéis ahora tristeza, pero Yo volveré a veros, y entonces vuestro corazón se alegrará y nadie os podrá quitar vuestro gozo» Donde la tristeza es cambiada por la recompensa del gozo y gozo eterno, por ello dice: «nadie os podrá quitar vuestro gozo». Y que si bien el pasaje corresponde a la esperada resurrección de Cristo para que vuelva a ver a Sus Apóstoles, también es referida para los que dejan este mundo en gracia de Dios, y vean a Jesús en el Primer Juicio y escuchen decir de sus labios redentores: «Ven a Mí bendito de Mi Padre, y toma herencia del Reino que está prometido» Cuando se le haya dicho esto al último hijo de Dios en el fin del mundo, en ése momento se habrá conformado todo el Cuerpo Místico de La Iglesia, que teniendo a Cristo por Cabeza se forma la creación entera de Dios que ha gemido con María los dolores de parto; es decir, que ha gemido los tormentos de La Cruz, y que luego María a dado a luz a esta criatura. Así toda la creatura; es decir, toda La Iglesia como «Su hija ha nacido» para Dios, porque se ha salvado, pues, en efecto, en Su hija es triunfante y ahí ya no hay ningún malvado que le haga daño, por ello, ya «no se acuerda más de su dolor, por el gozo de que ha nacido un hombre al mundo»… al mundo de Dios que es todo lo creado y todo lo que el hombre necesita que es El Paraíso prometido.
Queridos hermanos y hermanas, que Dios nos bendiga y La Santísima Virgen nos proteja, y que fructifique sobre abundantemente la liturgia de hoy en nuestras vidas.
Como siempre los dejo con el mensaje de la importancia de comulgar todos los días o cuanto menos los domingos y fiestas de guardar: El que come Mi Carne y bebe Mi Sangre, tiene Vida Eterna, y Yo lo resucitaré el último día. Dice el Señor (Jn. 6, 54)
En El Nombre del Padre, etc.
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