Diez años después, nos reunimos de nuevo los autores de 'Una sociedad de propietarios' para reflexionar sobre las ideas contenidas en este estudio. Juan Ramón Rallo, director del Instituto y uno de los autores del informe, expone cuáles habrían sido los éxitos financieros obtenidos desde 2006 en caso de que un hogar hubiera seguido los consejos de inversión transmitidos en el informe.
Hoy, como hace diez años, está en el aire el bienestar de millones españoles. Allá por finales de 2006, desde el Instituto Juan de Mariana publicábamos uno de nuestros informes más populares: 'Una sociedad de propietarios. El camino de los ciudadanos hacia la independencia financiera'.
El texto, aún vigente, hace un recorrido por las necesidades y decisiones financieras que individuos y familias atraviesan a lo largo de su trayectoria vital. La adquisición de cultura financiera, dentro del contexto económico y productivo en el que nos desenvolvemos en las sociedades modernas, se torna tan clave como todo el conjunto de conocimientos que ya aglutinamos para conseguir un mejor porvenir en el mundo laboral. Si la educación que adquirimos en los centros educativos nos facilita un medio para ganarnos la vida, la educación financiera permite, primero, evitar decisiones financieras desastrosas con los ingresos que obtenemos por nuestro trabajo (por ejemplo, huir de adquirir, fuertemente endeudados, una vivienda en plena burbuja inmobiliaria), así como acercarnos a una mayor independencia financiera si invertimos de manera acertada. Así, con esas rentas pasivas complementarias se abren las puertas de una formación más completa para los hijos, la mejora en la formación propia si se quiere adquirir nueva especialización, un colchón financiero ante cualquier imprevisto o para épocas de desempleo, rentas complementarias para la jubilación, mejor acceso a servicios como la salud, nuevos proyectos empresariales, filantropía o más ocio.
Como se apuntaba en el estudio, no todas las fases vitales aconsejan el mismo tipo de decisión financiera. Lo que sí es aconsejable es tomar las riendas de las finanzas personales y familiares lo antes posible, y adquirir la disciplina suficiente para retirar con regularidad una parte de nuestras rentas activas (ingresos por trabajo) con el fin de configurar un patrimonio en aumento a través de la inversión. La consigna es "cuanto antes, mejor". De esa manera, podremos sacar ventaja de la mágica capitalización compuesta, al tiempo que, gracias a nuestro ahorro, insuflamos capital al sector empresarial para llevar a cabo nuevos proyectos.
Las pensiones, otro capítulo abierto en este estudio, están en entredicho. Cada vez se introducen más requisitos para poder optar a una pensión de jubilación y las cantidades están en retroceso. Una sociedad de propietarios en la que los ciudadanos tengan en sus manos una porción de la riqueza empresarial (en tanto dueños de bienes inmuebles, de acciones u otros activos) contribuye a la alianza de las clases medias con el sector productivo también en su faceta de inversores o propietarios. Todo ello les confiere en potencia una mayor independencia del Estado (pensiones, servicios públicos de baja calidad, subvenciones, propaganda, etc.), del empleo por cuenta ajena (hasta lograr una vocación que satisfaga más plenamente) o para tomar decisiones vitales importantes.
Quedan otras cuestiones por dilucidar. ¿Se puede ahorrar e invertir sin ser un especialista de las finanzas? ¿Cuánto es razonable aportar periódicamente a ese fondo incremental? ¿Qué miedos existen en torno al mercado financiero si lo comparamos con el inmobiliario? ¿Qué alternativas de inversión encontramos en el mercado?
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