L E C C I Ó N 160
L160 Realmente estoy en Casa. Por eso, en ella, el miedo es un extraño.
L160.1 1 El miedo es un extraño en los caminos del Amor. 2 Identifícate con el miedo y serás un extraño para ti. 3 Y de este modo, tú eres un desconocido para ti. 4 Lo que tu Yo es, sigue siendo un extraño para la parte de ti que cree que es real, aunque diferente de ti. 5 En tales circunstancias, ¿quién puede estar cuerdo? 6 ¿Quién sino un loco puede creer que es lo que no es y juzgar en contra de sí mismo?
L160.2 7 Hay un extraño en nuestro fuero interno que proviene de una idea tan ajena a la Verdad, que habla un idioma distinto, percibe un mundo que la Verdad no conoce, y entiende lo que la Verdad considera como carente de sentido. 8 Pero aún más extraño es el hecho de que no reconoce al que visita y, sin embargo, sostiene que la casa, no es de su anfitrión sino suya, cuando de hecho él es un extraño para el anfitrión que en esos momentos está en casa.
L160.3 9 Y, sin embargo, qué fácil sería decir: "Ésta es mi casa. 10 Aquí es donde me corresponde estar y no me iré porque un loco me diga que tengo que hacerlo". 11 ¿Qué razón hay para no decirlo? 12 ¿Cuál podría ser la razón sino que, al haber invitado a ese extraño a ocupar tu lugar, te dejaste convertir en un extraño para ti mismo? 13 Nadie se dejaría despojar tan innecesariamente, a no ser que pensase que existe otra casa que está más de acuerdo con sus gustos.
L160.4 14 ¿Quién es el extraño? 15 ¿Es el miedo o tú, el que es incompatible con la casa que Dios proveyó para Su Hijo? 16 ¿Es el miedo obra de Dios, creado a Su semejanza? 17 ¿Es el miedo lo que el Amor completa y es completado por él? 18 No hay casa que pueda cobijar al mismo tiempo al Amor y al miedo, 19 pues éstos no pueden coexistir. 20 Si eres real, entonces el miedo tiene que ser una ilusión. 21 Pero, si el que es real es el miedo, entonces tú no existes en absoluto.
L160.5 22 Así pues, ¡qué fácil es resolver este dilema! 23 Todo el que tiene miedo es porque se ha negado a sí mismo declarando: "aquí, el extraño soy yo. 24 Por lo tanto, le cedo mi casa a alguien que se me parece más que yo mismo, y le doy todo lo que pensé que era mío". 25 Ahora se encuentra necesariamente exilado, sin saber quién es, inseguro de todo menos de esto: que él no es él mismo, y que su casa le ha sido negada.
L160.6 26 ¿Qué es lo que busca ahora? 27 ¿Qué podría encontrar? 28 El que es extraño para sí mismo no podrá encontrar un hogar, no importa dónde lo busque, pues él mismo ha imposibilitado su regreso. 29 Está perdido, a menos que un milagro lo busque y le muestre que ya no es un extra-ño. 30 El milagro vendrá. 31 Pues en su casa sigue estando su Yo. 32 Pues no invitó a entrar a ningún extraño, ni aceptó que ningún pensamiento ajeno se presentase como si fuese Él. 33 E invitará a los suyos a que vengan a Él en reconocimiento a Lo que es de Él.
L160.7 34 ¿Quién es el extraño? 35 ¿No es acaso aquel a quien tu Yo no llama? 36 Ahora eres incapaz de reconocer a ese extraño que se encuentra en ti, pues le has cedido tu legítimo lugar. 37 No obstante, tu Yo está tan seguro de Lo que es de Él, como Dios Lo está de Su Hijo. 38 A Dios no se le puede confundir en cuanto a la Creación se refiere, 39 porque está seguro de Lo Que Le pertenece. 40 Ningún extraño puede interponerse entre Su Conocimiento y la Realidad de Su Hijo. 41 Dios no sabe de extraños, 42 porque Él está seguro de Quién es Su Hijo.
L160.8 43 La certeza de Dios es suficiente. 44 Al Que Él conoce como Su Hijo Le corresponde estar Donde Él estableció a Su Hijo eternamente. 45 Él te ha respondido, a ti que preguntas: "¿Quién es el extraño?" 46 Oye a la Voz que habla por Él asegurarte —con serenidad y certeza— de que no eres un extraño para tu Padre, ni de que tu Creador se ha vuelto un extraño para ti. 47 Al Que Dios se ha unido, permanece eternamente Uno, en Casa en Él, sin ser extraño para Él.
L160.9 48 Hoy damos gracias porque Cristo haya venido a buscar en el mundo lo que Le pertenece. 49 Su visión no ve extraños sino Propios, a los que se une con alegría. 50 Ellos Lo ven como un extraño, pues no se reconocen a sí mismos. 51 No obstante, a medida que Le dan la bienvenida, Lo recuer-dan. 52 Y Él los conduce amablemente de vuelta a Casa, Donde realmente pertenecen.
L160.10 53 Cristo no olvida a nadie. 54 No deja de entregarte ni uno solo de tus hermanos para que los recuerdes a todos, de manera que tu casa pueda estar completa y sea perfecta, tal como realmente fue establecida. 55 Él no se ha olvidado de ti, 56 pero no Lo podrás recordar hasta que hayas mirado a todos, tal como Él hace. 57 El que niega a su hermano niega a Cristo y, por lo tanto, está rechazando aceptar el don de la visión mediante el cual puede reconocer claramente a su Yo, recordar su Casa y alcanzar la salvación.
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