La primera vez que escuché “Muros” yo tenía quince años. No recuerdo exactamente si lo pinchó Carlos Pina en su “Rompehielos”, el “Piri” en la Emisión Pirata, o incluso se oía en alguna radio local de aquellas piratas que por aquel entonces sólo pillabas los días que hacía un poco de viento y te traían las ondas hertzianas hasta tu habitación.
Sin embargo, lo cierto es que aquel sonido, aquella canción se me metió en la cabeza a la primera, era de un grupo vasco llamado Leize y formaba parte de su primer disco “Devorando las calles”. Como quiera que en mi pueblo eso del metal en 1988 era más típico de las ferreterías que de una tienda de discos, me pasé horas esperando volverla a escuchar para al menos poderla grabar en mi cinta TDK de grandes éxitos. Y lo conseguí, y “Muros” se convirtió en casi, casi, canción de cuna.
Posteriormente, en una excursión del insti a la ciudad del Turia, perdiéndome por los aledaños de las Torres de Serrano, encontré una tienda de discos de segunda mano, y allí estaba él, por 500 pelas. Por fin encontraba este “Devorando las calles”, por fin.
Os cuento esta historieta porque es absolutamente necesario para poder entender que es lo que alguien como cualquiera que este leyendo ha sentido alguna vez cuando ha encontrado aquel disco que tanto buscó, y encima sigue pareciéndole igual de bueno, o casi. Y hablo de 1990, cuando ni había mulas, ni ares ni megaupload, eh?.
Leize nacieron en 1982 en Zestoa (Guipuzcoa), y desde un principio se encargaron de hacer heavy rock en estado puro, como ellos mismo lo definen. Aún así, o precisamente por ello, no fue hasta 1988 cuando publicaron su primer trabajo, “Devorando las calles” o “DeBorando las calles” como algún genio escribió en la portada, detalle este que me ha venido pasando inadvertido hasta hace bien poco. La verdad, la portada no hace gala a lo que nos encontramos en este trabajo que es, como habréis adivinado, una auténtica gozada!, uno de los grandes disco del metal nacional de todos los tiempos.
Abre la cosa “Absurdo”, con tres golpes de bajo, ni uno más ni uno menos, para unirse “ipso facto” la batería, una guitarra ruda y… heavy rock por un tubo, una mezcla de quizá Obús, algo de los primeros Ángeles pero… con una guitarra peculiar, ese sonido es tan de Leize, es tan reconocible… y con letras que escapan al sexo y alcohol de los anteriormente citados, para ya desde el primer tema hacer mas labor de concienciación social. Después sigue la línea de lo ofrecido “Soñador”, en el que la banda ya incluye algún coro rollo “durete”, tema heavy, con cambios de ritmo y las guitarras dando cera todo el tema y la voz, también característica, de Félix, hacen del tema el preludio perfecto para el primer gran tema del disco, “Último instante”.
Otra vez el bajo de Toño nos abre la puerta a la guitarra de Patxi, a la que no tarda en unirse Roge para que Félix nos haga una entrada prácticamente recitada y todo el combo nos muestre más heavy rock del de toda la vida, tema que habla de la religión entre guitarrazos, cambios de ritmo, coros más o menos épicos y un glorioso estribillo, pegadizo y que nos martillea la cabeza una y otra vez. A continuación “La rueda”, tema más rápido que sus predecesores, sin llegar a ser un tema “speed”, si denota más fuerza que las restantes.
“Beso frío” es otro tema estrella del disco, en lo que comienza como una balada, se desarrolla como un medio tiempo, pasa por momentos rápidos y termina de nuevo rollo “power ballad”, temazo.
“Muros dividen nuestra libertad a golpes de miedo de odio y rencor, siegan las vidas en nombre de la necedad…”.
Comienza “Muros” con una guitarra prácticamente desenchufada, batería a toda leche y boooum!, ostia en la boca ostia en los huevos, como dirían los Barri… Tema grande entre los grandes, entre partes “speedicas” e incluso con rasgos “thrashicos”, con cambios de ritmo, doblando guitarras, Félix cantando como dios y el bajo de Toño sacando humo. Creo que esta canción debería estar entre los clásicos del rollo de aquí, si es que no lo está. Himno total y absoluto en contra de las banderas de cualquier tipo….
Y tras el éxtasis, completamos el disquito de marras con “Sangre de barrio” y “Devorando las calles”, con estribillos pegadizos y rabia, ambos, que, siendo buenos no llegan a la grandeza de “Muros”, eso, si, manteniendo la fuerza y siguiendo la tónica del resto.
Acaba la cosa con “Príncipes del placer”, otro clásico de la banda. Hoy cuando hablamos de “power ballad”, todos, más o menos, sabemos a qué nos referimos. A finales de los ´80 el anglicismo no existía, a esto, a “Príncipes del placer” en el foro lo llamábamos balada con cojones, pues eso, acaban el tema con una balada con cojones.
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