El periodista y poeta Nicolás Guillén nació en la ciudad de Camagüey, Cuba, el 10 de julio de 1902 y falleció en La Habana el 16 de julio de 1989, hace treinta años. Sin duda es el poeta Nacional de Cuba, título que conquistó a través de su maestría estilística, técnica y contenido, de su lirismo vehemente. Dentro de sus obras figuran: El gran zoo, La rueda dentada, El diario de a diario y Por el mar de las Antillas anda un barco de papel. Además, en Prosa de prisa recogió una selección de sus trabajos periodísticos. Dentro de su poesía se destaca Poemas para niños y mayores de edad.
Nicolás Guillén en el Parque de Luxemburgo en París (1956).
Desde su condición de mulato expresó con un peculiar sentido rítmico la temática del mestizaje, en un contexto social y político que manifestaba la dura opresión y sumisión sufrida por el pueblo. Una de sus obras más conocidas “Sóngoro Cosongo” pertenece a la poesía mulata en la que Guillén reelabora ritmos, léxico y formas expresivas del habla y la canción afrocubanas.
https://hjck.com/wp-content/uploads/2019/07/HJCK-TR-D0106-01-Poemas-al-Che-Nicolás-Guillén-Che-Comandante-y-Lectura-de-Domingo.mp3 Esta es la voz de Nicolás Guillén en la lectura de los poemas Che Comandante y Lectura de domingo. Che Comandante No porque hayas caído
tu luz es menos alta.
Un caballo de fuego
sostiene tu escultura guerrillera
entre el viento y las nubes de la Sierra.
No por callado eres silencio.
Y no porque te quemen,
porque te disimulen bajo tierra,
porque te escondan
en cementerios, bosques, páramos,
van a impedir que te encontremos,
Che Comandante,
amigo.
Con sus dientes de júbilo
Norteamérica ríe. Mas de pronto
revuélvese en su lecho
de dólares. Se le cuaja
la risa en una máscara,
y tu gran cuerpo de metal
sube, se disemina
en las guerrillas como tábanos,
y tu ancho nombre herido por soldados
ilumina la noche americana
como una estrella súbita, caída
en medio de una orgía.
Tú lo sabías, Guevara,
pero no lo dijiste por modestia,
por no hablar de ti mismo,
Che Comandante,
amigo.
Estás en todas partes. En el indio
hecho de sueño y cobre. Y en el negro
revuelto en espumosa muchedumbre,
y en el ser petrolero y salitrero,
y en el terrible desamparo
de la banana, y en la gran pampa de las pieles,
y en el azúcar y en la sal y en los cafetos,
tú, móvil estatua de tu sangre como te derribaron,
vivo, como no te querían,
Che Comandante,
amigo.
Cuba te sabe de memoria. Rostro
de barbas que clarean. Y marfil
y aceituna en la piel de santo joven.
Firme la voz que ordena sin mandar,
que manda compañera, ordena amiga,
tierna y dura de jefe camarada.
Te vemos cada día ministro,
cada día soldado, cada día
gente llana y difícil
cada día.
Y puro como un niño
o como un hombre puro,
Che Comandante,
amigo.
Pasas en tu descolorido, roto, agujereado traje de campaña.
El de la selva, como antes
fue el de la Sierra. Semidesnudo
el poderoso pecho de fusil y palabra,
de ardiente vendaval y lenta rosa.
No hay descanso.
¡Salud, Guevara!
O mejor todavía desde el hondón americano:
Espéranos. Partiremos contigo. Queremos
morir para vivir como tú has muerto,
para vivir como tú vives,
Che Comandante,
amigo
Lectura de Domingo todo un blando domingo.
Yo en mi lecho tranquilo,
mi suave cabezal,
mi cobertor bien limpio,
tocando piedra, lodo, sangre,
garrapata, sed,
orines, asma:
indios callados que no entienden,
soldados que no entienden,
señores teorizantes que no entienden,
obreros, campesinos que no entienden
soldados teorizantes que no entienden.
Terminas de leer,
quedan tus ojos fijos
¿en qué sitio del viento?
El libro ardió en mis manos,
lo he puesto luego abierto,
como una brasa pura,
sobre mi pecho.
Siento las últimas palabras
subir desde un gran hoyo negro.
Inti, Pablito, el Chino y Aniceto.
El cinturón del cerco.
La radio del ejército
mintiendo.
Aquella luna pequeñita
colgando suspendida
a una legua de Higueras
y dos de Pucará.
Después silencio.
No hay más páginas.
Esto se pone serio.
Esto se acaba pronto
termina.
Va a encenderse.
Se apaga
Va a nacer.
La entrada El poeta Nicolás Guillén leyéndole al Che Guevara se publicó primero en HJCK.
Comentarios