Reflexión:
Comenzamos la reflexión de La Liturgia del día de hoy, poniéndonos en El Nombre del Padre, etc…
Queridos hermanos y hermanas:
El Apóstol Santiago nos habla hoy de la sabiduría, esta es un don, y un don espiritual es un bien natural o sobrenatural. En cuanto que es sobrenatural, es un don que tiene el cristiano, respecto a Dios, lo recibe de Dios por medio de Su Espíritu Santo.
Los dones del Espíritu Santo son hábitos sobrenaturales infundidos por Dios en las potencias (poderes o fuerzas) del alma para recibir y ayudar con facilidad las inspiraciones del propio Espíritu Santo a la manera divina o sobrehumana de Éste Espíritu de Dios.
Teniendo en cuenta esto, ahora nos referimos a la sabiduría, que es el gusto para lo espiritual, capacidad de juzgar según la medida de Dios. Es el primero y mayor de los siete dones del Espíritu Santo.
JPII: La sabiduría superior (la inferior es la de los hombres) es la raíz de un conocimiento nuevo, un conocimiento impregnado por la caridad, gracias al cual el alma adquiere familiaridad, por así decirlo, con las cosas divinas y prueba gusto en ellas.
La sabiduría de los hombres es inferior a la de Dios, no solo porque la sabiduría de Dios viene de Él y por ello es superior, sino, que el hombre actúa con la sabiduría que le es necesaria para realizar todo aquello que necesita en su vida cotidiana: trabajo, estudios, etc., pero ella puede ser buena o mala, pues, si es ejecutada para actos perversos pueden ocasionar por ejemplo el terrorismo. En efecto el líder de una secta terrorista tiene la «mala» sabiduría para desarrollar excelentes trabajos de terror.
El trabajo en sí, el esquema, el plan, su ejecución, la administración de las fechorías terroristas, etc. lo hicieron con perfecta sabiduría; es decir, lo hicieron bien. Lo pudo haber hecho un excelente estratega y un sabio por excelencia, pero de resultados inescrupulosos y reprobables; es decir, lo hizo sabiamente maravilloso, pero vergonzoso ante los ojos de la humanidad y de Dios. Así actúa la sabiduría propia del hombre, que también vino de Dios, porque Él creó al hombre con ese don para que pueda vivir, pero el hombre la usó mal. Así pues dice Santiago: «si tenéis el corazón amargado por la envidia y las rivalidades, no andéis gloriándoos, porque sería pura falsedad. (Falso: Engañoso, fingido, simulado, falto de ley, incierto y contrario a la verdad) Esa sabiduría no viene del cielo, sino que es terrena, animal, diabólica.»
Antes el Apóstol nos dice: «Pero, si tenéis el corazón amargado por la envidia y las rivalidades, no andéis gloriándoos.» Y de esto da cuenta San Ambrosio: Los amargos celos son la envidia y la aspereza; es el espíritu de disensión (oposición, contrariedad, pelea) y discordia. Y donde domina la envidia y la discordia allí viven de asiento todos los vicios…
La sabiduría divina, por lo contario, es el gusto para lo espiritual, capacidad de juzgar según la medida de Dios. Por ello hoy nos dice el Apóstol: «Que lo demuestre con una buena conducta y con la amabilidad propia de la sabiduría.» Porque el hombre intrínsecamente (íntimamente) sabe lo que está bien y lo que está mal, y los cristianos hemos conocido El Amor, Aquél otorgado por Dios en La Cruz y que nos mandara a practicar en todo momento, por eso es que actuamos con la amabilidad que nos pide el Apóstol, porque obrando así, obramos sabiamente, pues, en tanto seamos amables, no mostramos peleas, ni envidias ni discordias, porque de ello sacamos almas heridas en nosotros y a quienes se hirieron, así como hombres dañados corporalmente, de ello dan cuenta las guerras y hoy el crimen más horrendo, el asesinato al ser más indefenso, el bebé, con el aborto, ahora masivo.
JPII: el conocimiento sapiencial nos da una capacidad especial para juzgar las cosas humanas según la medida de Dios, a la luz de Dios. Es decir, el hombre tiene una capacidad de sabiduría, pero ésta siendo inferior, puede ser añadida a la sabiduría que de Dios viene, por ello la convierte en una capacidad especial. La sabiduría humana puede actuar eficientemente, pero puede ser desviada para el mal, convirtiéndola en una mala sabiduría, de malos actos. Pero si a la sabiduría que tiene el hombre, esa que Dios le dio también, se le añade el don de la sabiduría que Dios da por la gracia, siendo la gracia la que da el Espíritu Santo y que tiene el poder de santificarnos, es decir, de lavarnos de nuestros pecados y comunicarnos “la justicia de Dios por la fe en Jesucristo” (Rm. 3, 22). Ya en el bautismo, ya en La Confesión Sacramental. Con esa gracia, el hombre, en efecto, puede lograr una conducta prudente en la vida o en los negocios. Es decir, actuando con sensatez, buen juicio, templanza, cautela, moderación. Esa prudencia que el hombre necesita porque la prudencia es una de las cuatro virtudes cardinales, que consiste en discernir y distinguir lo que es bueno o malo, para seguirlo o huir de ello.
Y ¿Cómo sabremos lo que es bueno o malo? Eso lo sabemos certeramente en nuestro interior, pero hasta cierto límite. Por ello, porque el hombre es limitado e imperfecto y siempre tiende al mal por la concupiscencia, que es la inclinación al mal, el hombre puede caer en el error, y efectivamente, para que el hombre logre decisiones más acertadas no debe fiarse de sí, porque el hombre sabe que no es perfecto, y sabiendo que Dios Es el Único Perfecto, el hombre pidiendo la gracia de la sabiduría de Dios, se le es enviada, para que sea prudente en sus decisiones y se haga cada vez más perfectible, porque estamos llamados a la santidad con nuestros buenos, rectos y justos actos.
He aquí el gran secreto, de incomparable trascendencia: La moral es la ciencia de lo que debemos hacer. La sabiduría es el arte de hacerlo sin esfuerzo y con gusto, como todo el que obra impelido por el amor (Kempis, III, 5).
"La preferí a cetros y tronos, y, en su comparación, tuve en nada la riqueza" Sb 7:7-8.
Así, con esta actitud, el hombre, en efecto, va acrecentando su santidad, porque se está nutriendo de Dios, está logrando su ansiada vida de gracia constante, para lograr su salvación. El hombre va camino hacia arriba, hacia El Cielo, tomando la cruz, acrecentando su imagen y semejanza de Aquél que lo creó. El hombre va camino hacia la divinización, para lograr lo divino, el hombre debe tender a lo divino, debe tender hacia Dios para lograr derruir lo que el pecado malogró: su alma, y lograr que esa alma quede perfectible a Quien Es Perfecto: Nuestro Dios, pues, el alma fue creada desde el inicio así: perfecta, porque salió de Dios, donde María es la más perfecta, es decir, que si todos los santos lograron la perfección, Dios le dio a María nuestra Madre y Señora, sobreabundantes dones, virtudes y frutos del Espíritu Santo que sobrepasan indescriptiblemente toda creatura de Dios, pues, en Ella debía habitar dignamente Dios Mismo, Jesucristo nuestro Señor.
"Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón." La voluntad del Señor es pura / y eternamente estable; / los mandamientos del Señor son verdaderos / y enteramente justos. Dice el Salmo de hoy. Los actos de los hombres tienden al mal, por la concupiscencia, en efecto, el hombre no camina en rectitud, sus comportamientos como la envidia y la aspereza, éstas no alegran el corazón del hombre, sino, que por el contrario lo desgarran y lo llenan de lamentos y de amarguras. La conducta del hombre tiende a ser inestable, por sus propias emociones y contrariedades que la vida le depara, lo que hace que la convierta impura, indeseable a los ojos de Dios, porque el hombre ve el desquite de sus amarguras con la venganza producto del rencor. Vayamos al Señor Quien Es Justo y nos hará justicia. Vayamos al Señor Quien Es El Camino, La Verdad y La Vida, Él nos conducirá a La Sabiduría de La Verdad, Aquella con la que creó el cosmos, pues, Dios mío, Tuyos son los cielos, tuya es la tierra, Tú cimentaste el orbe y cuanto contiene (Sal. 88 (89), 12. Y hallaremos vida y vida en abundancia (Jn. 10, 10). Dice El Señor.
La sabiduría, así pues, se manifiesta en los hombres, entre lo que quieren hacer el bien y los que están parametrados según el criterio humano; es decir, entre los discípulos de Jesús y los escribas; y hoy entre los que quieren hacer cosas buenas, pero no se encomiendan a Dios o encomendándose a Él no hacen más por conocer a Dios y obtener de Él la sabiduría que se necesita para lograr las cosas que se necesitan en la vida de cada uno, o por desconocimiento solo hacen lo que pueden aunque hacen lo que más pueden con todas sus potencias, pero no les es suficiente porque no tienen la gracia que se requiere para algunas tareas, estos versus los incrédulos, o creyentes de cualquier otra fe que no hacen más porque efectivamente no pueden más, porque no conocen al Único y Verdadero Dios.
Para lograr hacer todo cuanto se necesita y según La Voluntad de Dios, es necesario hacer algo más de lo que ya se está haciendo, así como en El Sagrado Evangelio de hoy, El Divino Maestro nos pide: El ayuno y la oración; el ayuno y la penitencia de toda índole, pero siempre haciendo más de lo que se hace, porque si no se logran las gracias que se necesitan, o es porque no es La Voluntad de Dios, o es porque no se está ejercitando más de lo que ya se hace en los actos de piedad (ayuno y oración, ayuno y penitencia); es decir, si estamos cayendo en la mediocridad o en la apatía. Y que si hacemos todo cuanto tenemos en nuestras potencias, es porque debemos de pedir más gracias del Cielo a cambio de las penitencias y ayunos u otros ejercicios de piedad que podamos entregar a Dios.
Debemos, pues, mantenernos en una constante y creciente de santidad que son logradas con los ejercicios espirituales que de continuo y a diario lo debemos de hacer, por ello la gran necesidad de hacer un buen nutrido tiempo diario de oraciones, sumado a trabajos (religiosos o comunes – como cualquier laico en cualquiera de sus oficios) que ofrecido a Dios por alguna causa específica, es retribuido con las gracias que se necesitan.
Fortalecidos de esa gracia, que en este caso es la fe, podremos lograr tantas cosas que están dentro del Plan de Dios. Él Mismo nos amonesta hasta ahora nuestra falta de fe diciendo: «"¡Gente sin fe! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar?»… Es decir, cuántas cosas se podrían haber hecho en la historia de la humanidad y hoy en nuestros tiempos si hubiésemos puesto más fe, Dios nos invita a decir: «"¿Si puedo? Todo es posible al que tiene fe."» y a ello agregamos hoy: Si Es La Voluntad de Dios, o si se lo decimos a Él: Tengo fe Dios mío, lo digo con firmeza: Creo en Ti, en que Tú Eres Todopoderoso y puedes todo cuanto quieres, pero que se haga todo cuanto te pido si es tu Divina Voluntad.
Que Dios nos bendiga queridos hermanos y hermanas, y que fructifique sobreabundantemente la liturgia de hoy en nuestras vidas.
Los dejo con el mensaje de la importancia de comulgar todos los días o cuanto menos los domingos y fiestas de guardar:
El que come Mi Carne y bebe Mi Sangre,
tiene vida eterna, y Yo lo resucitaré el último día.
Dice el Señor (Jn. 6,54)
En el nombre del Padre, etc…
Comentarios
sabiduria mala??????? really.....
el libro los cuatro acuerdos son exelentes