En plena Guerra Fría los bombarderos B-52 de la fuerza aérea de los Estados Unidos despegaban, en vuelos destinados a la vigilancia del llamado “telón de acero”, desde la base americana de Morón de la Frontera, al otro extremo de Andalucía.
En forma rutinaria los aviones repostaban en pleno vuelo, eso también ocurría el 17 de enero de 1966 cuando a 10.000 metros de altura un B-52, al intentar realizar la conexión con el avión nodriza, chocó con éste en pleno vuelo.
El B-52 llevaba cuatro bombas varias veces más potentes que las que años antes habían destruido Hiroshima y Nagasaski.
Nadie quiere la tierra contaminada de Palomares
Expertos americanos evalúan in situ la contaminación de Palomares
Los artefactos, a pesar de que los detonadoras estallaron, no explosionaron porque no estaban “cebados” pero las tres bombas que cayeron en tierra, la cuarta lo hizo en el mar Mediterráneo dando lugar a un importante operativo de búsqueda, dejaron escapar polvo radiactivo.
Contaminación nuclear minimizada en forma exasperante
El accidente se ha minimizado durante décadas; hasta ridiculizarlo con el famoso baño, en pleno invierno, de Fraga Iribarne en compañía del embajador americano de la época, como forma de quitar importancia al suceso.
Baño que, por otra parte, tuvo lugar a una distancia bastante considerable del lugar donde cayeron los artefactos radioactivos.
Desde entonces, la población de la pedanía de Palomares, por entonces un pequeño núcleo poblado desconocido hasta por los mapas militares, al igual que el medioambiente local ha sido motivo de una vigilancia continua.
Pero el Ciemat, Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas, no ha sido, según diversas organizaciones medioambientalistas, todo lo transparente que se le ha pedido en sus apreciaciones.
A partir de la década del 90, cuando el auge edilicio hizo que la construcción removiera millones de metros cúbicos de tierra sin ningún control epidemiológico ha sido posible detectar el claro indicio del menosprecio con que el asunto fue tratado a todos los niveles.
El Gobierno ha llegado a negar la importancia e incluso la misma contaminación probada en Palomares, considerando que quizás la población no llegara a conocer los periodos de desintegración del plutonio.
El Gobierno de España se contradice al hablar de Palomares
La importancia del desarrollo turístico de la zona es innegable. La pregunta que se hace repetitiva es: ¿puede ser motivo suficiente para que el Gobierno actúe como los tres monos sabios: no oír, no ver, no hablar?
La prensa del 23 de marzo del 2009 publicaba el resultado de los supuestos estudios realizados por el Ciemat que decían que después de haberse completado la caracterización radiológica del subsuelo afectado por la caída de las cuatro bombas en 1966, "se ha llegado a la conclusión de que no existe contaminación en superficie".
Al mismo tiempo se anunciaba que el Departamento de Energía de los EEUU, en concordancia con un acuerdo firmado en el año 2006, se encargaría de la limpieza de las 40 hectáreas de terreno contaminadas.
Pero esta repentina limpieza contradecía otro informe de apenas 24 meses antes, en el que el mismo Ciemat encontraba contaminación por americio incluso en zonas que se creían seguras y aconsejaba restricciones al uso de suelo y a la comercialización de productos alimentarios cultivados en el lugar.
El Gobierno norteamericano no quiere pagar la descontaminación de Palomares
En ese momento se encontraron concentraciones de americio 241 con valores de entre 5 y 50 becquerelios por kilo que podrían representar dosis superiores a 1 milisievert al año, en los primeros 15 centímetros de suelo; 210.000 metros cuadrados que triplicaban el área que inicialmente se consideraba contaminada.
Hasta el momento el control en la zona se realizaba por medidores de la radiación del aire pero se desconocían, por falta de estudios, los problemas del suelo.
La supuesta, milagrosa, desaparición de la contaminación de Palomares tiene cierta relación de fechas con la negativa del Gobierno americano a hacerse cargo del pago de parte de los trabajos de limpieza.
Un secreto muy bien guardado ya que siempre el Gobierno español ha afirmado que contaba con el máximo apoyo de los EEUU, tanto financiero como tecnológico, algo que recientes filtraciones han desmentido.
Un secreto mal guardado o el inesperado destape de Wikileaks
El diario El País de España, continuando con el destape de documentos iniciado por Wikileaks, publicó datos muy reveladores sobre un asunto que parece haber entrado en la fabulación de los tabúes desde hace 44 años.
Desde entonces el Gobierno americano ha venido pagando poco más de 300.000 euros anuales como contribución para trabajos de vigilancia de la contaminación radiactiva y el control periódico de la salud de la población afectada, pero desde este año 2010 y en forma unilateral ha dado por terminada su cooperación.
EEUU no ayudará ni económica ni tecnológicamente en la retirada del plutonio y el americio que sigue contaminando Palomares.
La respuesta supuestamente llegó al Gobierno español en el mes de noviembre pasado aunque existen indicios de que la posición adoptada no es novedad para éste.
Nadie quiere 20 hectáreas contaminadas por plutonio y americio
En el 2010, la superficie afectada por la contaminación producida por las bombas americanas que cayeron accidentalmente en 1966 es de aproximadamente 20 hectáreas y el coste de la operación de descontaminación se estima en 25 millones de euros.
EEUU no acepta colaborar en lo económico pero tampoco hacerse cargo del traslado y almacenamiento del residuo radiactivo y en España no existen instalaciones idóneas para guardar un material con las dosis que se detectan en Palomares.aunque se sabe que se a estado ocultando en Minas como la de la Haba en Badajoz y en otros puntos "secretos" o mas bien ocultados a la ciudadania como secreto militar.
Dosis que parecen ser más altas que las que se daban a conocer oficialmente hace pocos meses.
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