Tuvimos el placer de hacer parte del equipo organizador de una conferencia llamada Sueños de Libertad, dictada por Yokoi Kenji, el conferencista Colombo-Japonés que emocionó al país cuando se empezó a ver un vídeo por facebook y youtube éste año, en donde el hombrecito hablaba de las diferencias socioculturales entre Japón y Colombia, y en donde de una manera divertida nos hacía ver las cualidades y defectos que tenemos los colombianos.
Este Colombo-oriental estuvo con más de 1.200 estudiantes de diferentes universidades y colegios de la ciudad de Armenia, jóvenes que fueron impactados con sus palabras e ilustraciones sobre disciplina y principios.
Yokoi Kenji nació en Colombia y se crió entre Costa Rica y Brasil. A los diez años toda su familia viajó a Japón, la tierra natal de su padre. Sin embargo, Ciudad Bolívar había marcado sus primeros años de infancia pues allí vivieron sus abuelos. La llegada a Japón le impactó profundamente por la diferencia cultural que percibió de entrada. Allí estudió, hizo su universidad y hace cinco años regresó nuevamente a Colombia.
“Vivir en la tierra de mi padre cambió mi percepción de la vida. Experimenté cosas que son raras para un colombiano, como no hacer fila nunca, ver que dos carros se estrellan y los conductores bajen a pedirse perdón, pero eso es lo normal en Japón. Entonces uno empieza a entender por qué el colombiano anhela esa vida e irse a vivir a un país tan rico, donde el salario mínimo supera los tres millones de pesos”, cuenta.
Sin embargo, no todo era maravilloso en el País del Sol Naciente. A los 16 años Kenji tuvo que vivir amargamente el suicidio de cinco amigos: tres se arrojaron al tren y dos se lanzaron de un edificio.
“Yo era el único que lloraba. A partir de ahí empezó a ver con otros ojos la tierra de algunas de las marcas más avanzadas de tecnología y vehículos. Descubrió que en ese país del primer mundo se vive una depresión colectiva y aceptada, en la que a los padres no se les llama papá y mamá, nadie habla con nadie y donde hay pocos abrazos y palabras de afecto. Un país con 32 mil suicidios al año.
“Yo regresé a Colombia pensando en qué podría hacer por los niños de Ciudad Bolívar, pero descubrí que eran más felices que mis amigos y yo. No hay mejor calidad de vida, eso queda claro, pero son felices”, dice. “En una de esas depresiones, sentado en una tienda de comida rápida con mi mejor amigo, que es brasileño japonés, le pregunté: ‘¿Por qué a nosotros no nos mató la depresión?’. Y descubrimos que en nuestras vacaciones siempre viajábamos de Japón a Colombia, o a Brasil, donde uno escucha un ‘Te quiero’, donde el vecino lo abraza a uno y hay besos por todos lados y una sensación permanente de fiesta. Ahí fue cuando dije: ‘Mis amigos no se hubieran suicidado si yo los hubiera llevado a Colombia”, cuenta.
Kenji reafirma que la felicidad es un estado mental, una decisión interna que se toma. Y de ahí nació lo que sería una forma positiva de hacer turismo en el país, lejos de lo que otros venden como narco turismo o sexoturismo. Kenji pensó en vender turismo con propósito.
Comentarios
Gracias aprendo cada vez que te escucho Gracias por compartir tus audios
Excelente
MUY BUENOS audios
Definitivamente nos falta mucha disciplina
waaooooo excelente
Culturas diferentes mucho que aprender.
q gran hombre !!!!! estupendo , para recomendar . muchas gracias saludos
interesante
toda la charla estuvo buenisima
Genial, me gustó bastante!