El apellido le viene de su padre Pedro de Cartagena, hijo del rabino de Burgos, Salomón ha- Leví quien, tras su conversión al catolicismo, llegó a ser obispo de esa ciudad con el nombre de Pablo de Santa María.
Cuando nació Teresa en Burgos, en 1425, su abuelo ya era obispo. Lo fue desde 1414.
Se sabe muy poco de su vida. Por la cultura que demuestra en sus escritos, se deduce que recibió una esmerada educación, dentro de su familia, y después en los conventos en que vivió: primero en el monasterio franciscano de Santa Clara, donde ingresó cuando tenía 15 años. Más tarde, en el de Santa María la Real de las Huelgas, de la orden cisterciense. En este monasterio, probablemente a causa de una enfermedad, se quedó sorda.
Su tío abuelo, Alvar García de Santa María y su tío paterno Alonso de Cartagena (1384-1456) fueron influyentes humanistas y escritores.
Los dos libros de Teresa de Cartagena fueron muy apreciados en su época por distintas razones. Hoy tienen lecturas distintas. Aunque ambos hacen de su autora una precursora del feminismo, es en la segunda obra donde este feminismo se hace más patente.
El primero, Arboleda de los enfermos, pertenece a un género muy extendido en la Edad Media: los libros de las consolaciones. En él, Teresa habla de su sordera y de cómo la llegada de un mal, si se recibe con la actitud correcta puede acarrear al que la sufre un mayor bien. Cuenta su experiencia para ayudar a los que sufren en sus vidas deficiencias similares. Al quedar sorda, empezó a aislarse de los demás y a concentrar toda su atención en lo que consideraba más esencial: su relación con Dios, en la que llegó a la satisfacción suprema de la experiencia mística.
La segunda obra es una exposición de argumentos para demostrar que ella era la autora del primero, ya que había quien dudaba de su autoría. En ella exhibe amplios conocimientos de teología y filosofía, de los que sus contemporáneos consideraban incapaces a las mujeres.
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