EL ESTADO DE ISRAEL ES EL DIOS DE
ISRAEL
El judaísmo es la religión nacional de Israel. Por lo tanto la política de Israel es la
consecuencia final lógica e inexorable del monoteísmo judío. El Estado de Israel - en el
efímero reino mítico de David y en la actualidad - es la consecuencia natural de las
indicaciones dadas por la autoridad suprema: Dios. Yahvé es el único monarca o jefe de
Estado de Israel, además de ser el único propietario de la Tierra de Israel. Yahvé es el
fundamento del poder, lo que significa que es la única fuente de legitimidad.
La guerra - en su aspecto inter-nacional o "civil", (esta última es llamada también, en el
Antiguo Testamento, "expiatoria") - es la consecuencia determinante del dominio de Yahvé
sobre el Estado judío. En esos momentos Yahvé se transforma en el "Dios de los Ejércitos".
Por lo tanto toda guerra judía es, en primer lugar, una "guerra santa", porque en última
instancia lo que siempre está en juego es la conquista y/o preservación de la "Tierra
prometida" (Josué, Jueces, Samuel, Reyes). En todos los casos la guerra es siempre una decisión
divina.
Por lo tanto los crímenes del Estado Judío, las agresiones de Israel sobre el resto del mundo,
son siempre una responsabilidad directa del dios yahvítico. Ese dios nacional judío está
detrás de todas las acciones militares del Estado judío: es el responsable de la expulsión a
sangre y fuego de las poblaciones palestinas originales, es el responsable de las torturas, es el
responsable de los bombardeos y es el responsable del martirio que se sufre en las cárceles
judías. Cuando una bala judía mata a un niño palestino, quien está detrás de ella es siempre
Yahvé, protegiendo la "Tierra prometida".
Israel, Estado sin Constitución, sin fronteras fijas, fundado sólo sobre una noción religiosa,
reconoce como ciudadanos potenciales a todos los judíos del mundo. A los pocos palestinos
que se quedaron en su tierra después de 1948 (musulmanes, cristianos y drusos), se les ha
concedido recién una ciudadanía incompleta y posiblemente reversible. Esos palestinos,
descendientes de los antiguos cananeos, fueron los propietarios de la tierra "prometida" por
lo menos quince milenios antes de que Yahvé se la diese en "propiedad" a un personaje
mítico llamado Moisés. De estas extraordinarias anomalías jurídicas resulta que la única
manera correcta de nombrar a los ciudadanos israelíes es el término "judío". Esto es lo que
quieren las autoridades de ese seudo-Estado. Es también el instrumento conceptual que
permite gravar con pesadas tasas a la diáspora judía en el mundo.
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