Nada nuevo14
Ahora bien, en ninguna parte de la Biblia se hace alusión a la forma de la Tierra, aunque existen algunos pasajes que permiten deducir que los judíos creían que era plana y que una enorme bóveda la cubría,[7] y que dentro de ella estaban el Sol y la Luna, luminarias creadas por Yahvé para alumbrar el día y la noche. Los chinos y los egipcios también pensaban que era plana y coincidían en describirla como una especie de plaza cuadrada cubierta por una bóveda sustentada por las montañas que había en el borde. Pero los griegos, en una fecha tan temprana como el siglo IV a. C., tenían claro que era una esfera ?antes hubo algunos, como Anaxímenes de Mileto, que creyeron que era un cilindro con una tapa plana circular?. Aristóteles, por ejemplo, se interesó en el tema y propuso tres evidencias incuestionables para demostrarlo: los barcos que marchan hacia el interior del mar desaparecen en el horizonte; los marineros que viajan hacia el sur ven estrellas en el horizonte meridional que no se ven en el norte; y los eclipses de Luna, solo explicables si la sombra de la Tierra en la Luna es curvada.
Un par de siglos más tarde, Eratóstenes de Cirene (276-194 a.C.) calculó la circunferencia de nuestro planeta con un grado increíble de precisión ?39.614 kilómetros, menos de un 2% de error respecto a la medición actual, 40.008 km.?,[8] tras comprobar en el día del solsticio de verano que mientras que en Siene (actual Asuán, Egipto) el Sol estaba directamente sobre su cabeza, en Alejandría, al norte pero en el mismo meridiano, tenía una inclinación de 7º 12’ en el cenit, algo que solo podía pasar en una superficie curva.
Con la llegada del cristianismo se produjo una cierta inversión. Algunos Padres de la Iglesia, como Orígenes o Clemente de Alejandría, continuaron defendiendo la forma esférica de la Tierra, pero otros, como Epifanio o Lactancio, negaron la evidencia, se convencieron de que era plana y consiguieron ir extendiendo esta opción entre la cristiandad. Unos siglos después, en el siglo VI, el monje y marinero alejandrino Cosmas Indicopleustes, en su influyente obra Topografía Cristiana, aseguró que la Tierra, según los textos bíblicos, era plana, tenía forma rectangular ?como el tabernáculo de los judíos? y estaba cubierta por una cúpula. Sorprendentemente, este libro se convirtió en una especie de versión oficial de la Iglesia durante siglos.
Aun así, algunos de los grandes pensadores del medievo ?todos religiosos?, como Isidoro de Sevilla, el Venerable Beda, Tomás de Aquino o Roger Bacon, continuaron defendiendo la esfericidad. Y es que no es del todo cierta la extendida creencia de que hasta Cristóbal Colón se creía de forma mayoritaria que la Tierra era plana. Sí, el navegante genovés fue un visionario que defendió a capa y espada la esfericidad, pero otros muchos pensaban como él. La cuestión, más que la forma de nuestro planeta, era el tamaño. De hecho, Colón tenía razón al pensar que se podía llegar a las Indias desde el oeste, pero se equivocó en sus cálculos ?por culpa de Toscanelli y sus medidas de Asia, y por la errónea revisión que hizo Posidonio de las mediciones de Eratóstenes, aceptada por Ptolomeo, que daba una circunferencia algo menor (38.625 km.)?. La Tierra era más grande de lo que pensaba Colón, pero sí era esférica. Tuvo suerte y se encontró con América. O no…
http://elojocritico.info/la-teoria-de-la-tierra-plana-claves-para-comprender-la-conspiracion-de-moda/
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Este libro tiene dos propósitos capitales: reafirmar a los católicos en su Fe y posibilitar el retorno a la Iglesia de quienes se han separado de Ella. El católico militante debe conocer su religión y no limitarse a ser únicamente guiado por la Fe, pues si bien ésta es fundamental, el conocimiento que asiste a la Fe no lo es menos. Debo advertir, sin embargo, que el protestante que lea el libro corre el riesgo de ser convertido por tres razones: primera, porque el libro emplea la misma metodología que ellos emplean para convertir al católico ignorante, a saber, la fundamentación de los argumentos en las Escrituras y sólo en las Escrituras; segunda, porque el libro responde a prácticamente todas las objeciones y argumentos protestantes y presenta una concatenación lógica de textos que lo hace prácticamente invulnerable a sus ataques y formidablemente avasallador en sus respuestas; tercera, porque una vez conocidas las respuestas del libro a los principales argumentos protestantes, el que no las acepte, ya estudiadas y contrastadas, no puede argüir la excusa de la ignorancia para permanecer en el error. Finalmente, debo señalar que este libro fue escrito teniendo en mente la antigua doctrina católica, reafirmada por innumerables concilios y papas hasta Pío XII, porque es a partir del Concilio Vaticano II que la iglesia ha venido experimentando innovaciones tanto en sus ritos como en su doctrina, las más de las veces inconvenientes. Esto es, lo que, a mi juicio, ha venido entibiando la Fe de los católicos y se ha convertido para muchos en piedra de escándalo al comprobarse que ya no se tienen en firme las viejas doctrinas que convirtieron a la iglesia de Roma en pilar fundamental de la civilización cristiana. Desmoronado el antiguo edificio, ya no nos queda más que decir "kyrie eleison", Señor, ten piedad.
PABLO VICTORIA PROTESTANTES VS CATÓLICOS