EPÍLOGO del libro REFLEXIONES DE PELÍCULA
Para renovar la cultura, para promoverla al servicio de las personas que reclaman un puesto legítimo en la sociedad, es preciso arar, rastrillar y sembrar los dominios en los que ha germinado hasta ahora la cultura tradicional; me refiero a todos los medios de comunicación: prensa, radio, televisión…, pero poniendo especial énfasis en el cine.
Para iniciar esta operación renovadora bastaría con entablar simples “conversaciones”; bastaría, en un principio, con abrir el diálogo con el mayor número posible de individuos. Esta es y no otra la labor que me ha movido para proponerte estas Reflexiones de Película.
Te propongo (a ti) que, partiendo de tus pequeños problemas contingentes, detectemos juntos los dolores cotidianos que nos permitan remontarnos a las grandes causas, a las cuestiones históricas, a los problemas que se desprenden de nuestros comportamientos humanos, sociales, económicos y políticos.
Pero soy consciente (porque a mí también me pasa) de que es más fácil hablar sobre nuestros achaques espirituales, sobre todo aquello que nos genera controversia, cuando lo “proyectamos” sobre los demás.
Por ello, Reflexiones de Película es también un ruego: te pido por favor que la próxima vez que veas un filme (cualquiera, el que sea: uno de los que te propongo u otro distinto, tanto da…), te prestes tanta atención a ti como a la película, reconozcas tu vulnerabilidad, permitas que la narración “te afecte” y compartas toda esta cosecha con tus familiares, con tu pareja, tus amigos y conocidos, en persona, en un medio de comunicación o a través de las redes sociales.
En ocasiones, algunas personas tenemos muy arraigada la creencia de que nada de lo nuestro podría suscitar el interés de los demás… Si este es también tu caso, te voy a pedir un segundo favor: concédete un minuto a pensar si esta idea es realmente tuya o si cabe la posibilidad de que te la hayan inducido. Y, en su defecto, te garantizo que siempre tendrás en mí un receptor agradecido, pues sinceramente me interesa mucho lo que tengas a bien contarme.
Sólo así (estoy convencido), iniciando conversaciones lúcidas, cobrarán forma los modelos culturales que precisamos para utilizar con mayor provecho nuestra inteligencia potencial, poniéndola al servicio de la sociedad. Únicamente así, poco a poco, a través de diálogos conscientes, afianzaremos nuevos valores que nos conducirán a una mayor sabiduría colectiva.
Y, ¿quién sabe?, quizás poniendo todos un poquito de nuestra parte, seamos capaces de salirnos de esta proyección y montarnos nuestra propia película.
Comentarios