Hagamos un repaso de todos los plásticos que tocamos solo
en la primera media hora de nuestro dÃa. Suena el despertador del móvil, lo paramos (plástico), encendemos la luz, interruptor (plástico) vamos al baño, otro interruptor, (plástico) entramos en la ducha: cortina de plástico, envase del gel: plástico, envase del champú, plástico. Salimos, nos cepillamos los dientes con un cepillo de plástico y una pasta que viene en un envase de… si, plástico.
Nos vestimos con ropa de microfibras sintéticas, camiseta,
pantalón, ropa interior... todo lleva nuestro querido plástico.
Vamos a la cocina, otro interruptor de plástico. La puerta de la nevera, el taper y el recipiente del café, son de plástico. Nos sentamos en una butaca hecha de plástico y comemos sobre un mantelito fabricado ¿con qué? Si, con más plástico. Este es nuestro contacto con el plástico en solo la primera media hora de nuestro dÃa, el resto es abrumador.
La producción anual de plásticos en todo el mundo supera los 300 millones de Toneladas, el 90% de los cuales derivan del procesamiento del petróleo. El plástico se degrada muy
lentamente en el medio ambiente, y antes se fracciona en
porciones minúsculas que se infiltran en la cadena trófica. Para acelerar este proceso podemos usar bacterias.
Microorganismos que se coman el plástico y lo degraden
rápidamente. Hoy hablaremos de un proyecto que busca este objetivo. Con Fernando Perestelo RodrÃguez, profesor del departamento de BioquÃmica, MicrobiologÃa, BiologÃa Celular y Genética .
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