Lawrence de Arabia por César Bardés
Cualquier hombre puede ser lo que quiera. En medio de las dunas, el sol puede acabar contigo, pero también es la pizarra del viento. Allí, en la arena, se puede dibujar la sangre de una batalla, el orgullo pisoteado, la rebelión enmascarada de manipulación, la matanza inútil, la crueldad que te conduce directamente a bordear el abismo de la locura y las huellas de un inglés que quiso la libertad de un pueblo que no era el suyo. Y la libertad, siempre la libertad, termina cuando la política hace su aparición. El-Orens, guerrero de valor inextinguible, el luchador de ojos azules que cree que nada está escrito, surge de la nada, como un sueño nacido de las páginas del Corán y se erige como un caudillo de discutible heroísmo. En medio de la sed de sangre, creerá que es el elegido, el libertador, el perfecto, el hombre de mirada que todo lo ve y nada le afecta.
Orgía de desolación para alguien con voluntad de hierro y alma partida. Su desprecio hacia la diferencia de clases y de raza se revelará como algo inevitable en cualquier guerra. Y morir se antoja como el capricho de un destino que se ceba en su escondida predilección por acabar con la vida de los demás, y eso es lo que no soporta su espíritu torturado. Él es el elegido, sí…pero saberse el elegido le despoja de sabiduría para traspasar las fronteras de la bestialidad y de una gloria que acaba por destruir sus creencias. Ya sólo espera la muerte, agazapada en una curva. El-Orens era el nombre que los árabes daban al Comandante T.E. Lawrence, del Ejército Británico.
Peter O´Toole dijo una vez: “Todos los días de mi vida doy las gracias por Lawrence de Arabia” aunque él no fuera, ni mucho menos, la primera opción para interpretarla. El personaje pasó de Marlon Brando a Albert Finney (que llegó a ser contratado) para terminar en un actor en el que David Lean, el director, se fijó a pesar de haber sido un secundario hasta ese momento, por su trayectoria teatral y por su inmensa capacidad para transmitir la tormenta interior de una personalidad en permanente conflicto.
Junto a él, un Omar Sharif que borda el mejor papel de su carrera, profundo, intenso, algo enigmático, de mirada penetrante y que tampoco fue la primera opción pues llegaron a rodarse algunos planos con el francés Maurice Ronet; Alec Guinness que se revela fantástico como el Príncipe Feisal, manipulador de sentimientos y sublime en su sincero agradecimiento murmurado al Comandante Lawrence: “Mi deuda contigo no la podré pagar nunca”; Arthur Kennedy (que sustituyó en el último momento a Edmond O´Brien, que sufrió un infarto tres días después de comenzado el rodaje) que siempre aporta textura en su búsqueda de héroes inmortalizados en un papel de periodista más oscuro que el rojo sangre que logra retratar, capaz de ensalzar como aborrecer a la persona que ha encumbrado por puro interés; Jack Hawkins, duro y cruel, un coronel sin escrúpulos que hará cualquier cosa por alcanzar sus objetivos; Anthony Quinn, violento y mercenario, también lleno de matices y de ausencias que completan un personaje caprichoso y beligerante; Anthony Quayle, que admira el empuje de un soldado que él creyó que era uno más; Claude Rains, como siempre, grande, de finísima ironía y aguzado cinismo, agitador del polvo de las ideas para jugar en el terreno siempre traicionero de la política; José Ferrer, que inspira y transpira rechazo en su breve intervención…Todos ellos fueron hábiles intérpretes de una película que te deja con los
labios secos y la amargura de una revolución justa solucionada de manera injusta.
Detrás de las cámaras, Sam Spiegel y su enorme personalidad para producir y dotar de grandeza a una historia que merecía la leyenda que sólo otorga el cine; David Lean, dirigiendo con perfección imposible lo bello y lo siniestro; el hermoso y complejo guión de dos escritores de cine tan renombrados como Michael Wilson y el dialoguista Robert Bolt; la maravillosa banda sonora de Maurice Jarre en el que, quizá, sea el mejor trabajo de su carrera…Todos ellos consiguieron que, desde entonces, desde que se hizo esta película, el cine dejara su rostro espolvoreado en el lienzo abrasador de la arena del
desierto…precioso en su desolación…en su castigo…y en su valor.
Tracklist próximamente
Comentarios
Oscar, el gran Maurice Jarre se los merece todos. Una de las pelis más grandes de todos los tiempos con una bso preciosa. @fesgocine
Oscar, de las mejores obras cinematográficas de la historia, con una BSO extraordinaria, épica e inconfundible, escucharla es un deleite. Grande Maurice Jarre
Óscar, Para mi esta es una de las mejores películas de la historia en mi top5. magnifico score de Maurece Jarre.... y como siempre majestuoso el señor David Lean
Oscar. Me guardaré el audio para escucharlo próximamente
Un programa con mayúsculas a la altura de la película que analiza. La música de Jarre es esplendorosa. Enhorabuena!
Otro gran programa. Gracias.
he de confesar que nunca la terminé de ver y ahora tengo la imperiosa necesidad.
Un programa tan épico como la misma película de la que trata. Felicidades a mis compañeros colaboradores y sobre todo J.R. y Miguel Casares, los cuales hab tenido que sudar la gota gorda para llevar a buen puerto este programazo... Que la noche del desierto os cubra de estrellas