MENSAJE DE DIOS PADRE
Hijos mi?os, ¿quiza?s que no es verdad que, si supierais que tene?is un Padre que piensa en vosotros y que os ama con un amor infinito, os esforzari?ais, por reciprocidad, en ser ma?s fieles a vuestros deberes cristianos y tambie?n de ciudadanos, para ser justos y para rendir justicia a Dios y a los hombres?*
¿No es verdad que si conocierais a este Padre que ama a todos sin distinciones y que, sin distinciones, os llama a todos con el hermoso nombre de hijos, me amari?ais como hijos afectuosos, y el amor que me dari?ais no se volveri?a, con mi impulso, un amor activo que se extenderi?a al resto de la humanidad que no conoce todavi?a esta sociedad de cristianos, y menos todavi?a a quie?n los ha creado y que es su Padre?
Si alguien fuera para hablarles a todas estas almas abandonadas en sus supersticiones, o a tantas otras que llaman a Dios porque saben que existo sin saber que estoy cerca de ellos, si dijera a ellos que su creador es tambie?n su Padre que piensa en ellos y que se ocupa de ellos, que los rodea con un afecto i?ntimo en medio de tantos sufrimientos y descorazonamientos, obtendri?a la conversio?n, aun de los ma?s obstinados, y estas conversiones seri?an ma?s numerosas y tambie?n ma?s so?lidas, es decir ma?s perseverantes.
Algunos, examinando la obra de amor que estoy haciendo en medio de los hombres encontrara?n algo que criticar, y dira?n asi?: - Pero los misioneros, desde que llegaron a esos pai?ses lejanos, no le hablan a los infieles de otra cosa que de Dios, de su bondad, de su misericordia; que? podri?an decir ma?s de Dios si hablan siempre de e?l? Los misioneros han hablado y hablan todavi?a de Dios segu?n como me conocen ellos mismos, pero os aseguro que no me conoce?is como soy, por esto vengo para proclamarme Padre de todos y el ma?s tierno de los padres, y para corregir el amor que me dais y que esta? falseado por el temor. Vengo para volverme semejante a mis criaturas, para corregir la idea de que tene?is de un Dios terriblemente justo, pues veo a todos los hombres transcurrir su vida sin confiarse en su u?nico Padre, que quisiera hacerles conocer su u?nico deseo, que es el de facilitarles el pasaje de la vida terrena para darles despue?s el cielo, la completa vida divina. Esta es una prueba de que las almas no me conocen ma?s de lo que me conoce?is, sin sobrepasar la medida de la idea que tene?is de mi?.
Pero ahora que os doy esta luz, quedaos en la luz y llevad la luz a todos, y sera? un medio potente para obtener conversiones y tambie?n para cerrar, en lo posible, la puerta del infierno, pues yo renuevo aqui? mi promesa, que no podra? nunca faltar, y que es esta: *"TODOS LOS QUE ME LLAMARAN CON EL NOMBRE DE PADRE, AUNQUE FUERA UNA SOLA VEZ, NO PERECERA?N SINO QUE ESTARA?N SEGUROS DE SU VIDA ETERNA EN COMPAN?I?A DE LOS ELEGIDOS"*.
Y a los que trabajara?n por mi gloria, a vosotros que aqui? os empen?are?is a hacerme conocer, amar y glorificar, a vosotros os aseguro que vuestra recompensa sera? grande, pues contare? todo, au?n el mi?nimo esfuerzo que hare?is, y os devolvere? todo centuplicado en la eternidad.Ya lo he dicho, es necesario completar el culto en la Santa Iglesia, glorificando en modo particular al autor de esta sociedad, a aquel que vino a fundarla, a aquel que es el alma, Dios en tres personas: Padre, Hijo y Espi?ritu Santo. Mientras que las tres Personas no sera?n glorificadas con un culto particularmente especial en la Iglesia y en la humanidad entera, algo le faltara? a esta sociedad. Ya he hecho sentir esta falta a algunas almas, pero la mayor parte de ellas, demasiado ti?midas, no han respondido a mi llamada. Otras han tenido el valor de hablar a quie?n corresponde, pero ante sus fracasos no han insistido.
REFLEXION
La primera cosa que tenemos que hacer es reconstruir dentro de nosotros la imagen paterna de Dios que Satana?s ha deformado, al sustituir la figura del Padre tierni?simo con la del juez inflexible y vengativo. Para hacer esto tenemos que convertirnos, esto es, no debemos dejarnos orientar hacia la parte externa, sino al interior, a esa parte profunda de nosotros mismos en la cual vive el Padre. Tenemos que reconstruir en nosotros la huella trinitaria. El hombre trinitario: el alma es el Padre, el cuerpo es el Hijo y el Espi?ritu es la realidad que procede de la armoni?a entre cuerpo y alma. Justo como en la Trinidad, a imagen y semejanza de la cual el hombre fue creado. Tenemos que reinstaurar dentro de nosotros la armoni?a trinitaria, poniendo al cuerpo en total sujecio?n del alma por medio de la penitencia, el ayuno, la oracio?n. Esta es la primera etapa: la purificacio?n, la cual nos libera de la atraccio?n hacia las falsas luces externas y nos permite intuir la fascinante Luz que brilla en lo ma?s profundo de nosotros, pero que ha sido sepultada por nuestros muchos egoi?smos. Asi? es como se comienza a respirar un aire nuevo, a vivir esos momentos de paz que so?lo el Padre es capaz de otorgar. Cuando nuestro cuerpo ya se encuentra en armoniosa sumisio?n respecto del alma, e?sta deja entrever su propia Luz y la sonrisa del Padre nos penetra haciendo nacer en nosotros un nuevo espi?ritu. A la angustia, a la rabia violenta, a la desesperacio?n le suceden la serenidad, la paz y la alegri?a. Nuestro espi?ritu se expresa con la sonrisa que es la ma?s genuina expresio?n de Dios. Esta es la segunda fase, la iluminativa, que nos prepara para el gran encuentro con el Padre en la vi?a unitiva. Esta es la u?ltima meta y la ma?s dura y laboriosa, la cual so?lo se logra conseguir comprometie?ndonos en una adhesio?n total a la Voluntad del Padre. Es el camino de Abraham, nuestro padre y modelo a seguir en la fe, siguio? en un continuo *“si?”* a todas las peticiones del Padre. Es el ascenso a la gran Montan?a que todos tenemos que llevar a cabo renegando de nuestro propio *“yo”*: el Isaac tan amado que cada uno de nosotros lleva por dentro. Es la santidad.
MEDITACION
Decir : *“¡Padre que se cumpla Tu Voluntad, no la mi?a,!”* no es fa?cil porque decir *“si?”* a Dios, significa decir *“no”* al propio yo, negarnos a nosotros mismos, morir a nosotros mismos. Pero e?sta es la santidad, e?ste es el secreto de la santidad: a cada *“si?”*, nuestro yo se empequen?ece, dentro de
nosotros se hace ma?s espacio, la potencia de la Luz de Dios nos penetra au?n ma?s y nos volvemos menos materiales y ma?s espirituales.
Cuando nos convirtamos en un *“si?”* definitivo, nuestro yo morira? y entonces cada uno de nosotros podra? decir con San Pablo: *“No soy yo quien vive, es Cristo que vive en mi?.”* Seremos finalmente libres.
Jesu?s se dirigio? entonces a los judi?os que habi?an crei?do en e?l, y les dijo: —Si se mantienen fieles a mis ensen?anzas, sera?n realmente mis disci?pulos; y conocera?n la verdad, y la verdad los hara? libres. _(Jn 8:31-32)_
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