B. de las Casas y la esclavización de los negros, según las aportaciones de I. Pérez Fernández O. P.
Alfonso Esponera Cerdán O. P.
Los principales contenidos de la «leyenda negra» sobre Bartolomé de las Casas (1484-1566) que se vienen reiterando desde hace tiempo, pueden sintetizarse en estos dos: «antiespañol» y «antinegro».
En esta colaboración me centraré en el último aspecto, más concretamente en su postura ante la ya magna esclavización de los negros. Y si bien no olvido lo poco eficaces a corto plazo que suelen ser casi todas las nuevas contribuciones en la ciencia histórica por la inercia que ella suele conllevar, quiero dar a conocer las aportaciones al respecto del Padre Isacio Pérez Fernández O. P., casi desconocidas y que considero importantes.
Por otra parte, el Padre Isacio -reconocido internacionalmente como uno de los especialistas contemporáneos en nuestro famoso hermano de Orden del siglo XVI- fue mi iniciador en la metodología científica de trabajo y esta pequeña contribución quiere ser un sencillo homenaje y sincera expresión de gratitud de su discípulo en los ya un poco lejanos fines de la década de los 60.
1.- Isacio Pérez Fernández, Bartolomé de las Casas y la esclavización de los negros
Gonzalo Díaz Díaz escribió certeramente que en el Padre Isacio se produjo con el tiempo «un desplazamiento de su centro de gravedad desde el interés por la historia de la filosofía hacia el de la filosofía de la historia, y que ha concluido por centrar su investigación en torno a la abigarrada problemática metafísica, ética y jurídica surgida del trascendental hecho histórico del descubrimiento de América»1.
Conocidas son por los especialistas sus obras sobre Bartolomé de las Casas y temas con él relacionados a partir de 1974. No obstante su pluma profusa y excesivamente polémica, no se puede negar que sus estudios sobre el sevillano y la edición de algunas de sus obras, han hecho avanzar enormemente el estado de la investigación de un personaje tan controvertido, clarificando muchos aspectos de su biografía, sus escritos y sus deseos e intenciones2.
Investigador riguroso, estaba preocupado por el recurso a la documentación primaria editada -en menor grado la manuscrita y no editada- y por la más afinada cronología. De un pensamiento lógico escolástico aplastante, le faltó en ocasiones un poco más de flexibilidad para aceptar que los comportamientos humanos no siempre son tan lógicos, así como contrastar sus afirmaciones con las de otros investigadores recientes del mismo tema. Polemista nato, su estilo y vehemencia a veces desmerecen un poco sus aportaciones.
Las tres obras editadas sobre el tema propuesto, casi desconocidas y que considero «fundamentales», son: su edición en 1989 de un opúsculo de Bartolomé de las Casas (Brevísima Relación de la destrucción de África. Preludio de la destrucción de África. Primera defensa de los guanches y negros contra su esclavización)3; su libro publicado en 1991 (Bartolomé de las Casas ¿contra los negros? Revisión de una leyenda)4 y el posterior editado cuatro años después en el que asume y enriquece lo afirmado en los anteriores (Fray Bartolomé de las Casas, O. P. De defensor de los indios a defensor de los negros. Su intervención en los orígenes de la deportación de esclavos negros a América y su denuncia de la previa esclavización en África)5.
Así pues, utilizaré estos tres trabajos publicados6, pues posiblemente en sus múltiples carpetas manuscritas, se encuentren otros inéditos. Tampoco es baladí indicar su fecha de redacción que muestra por una parte otra característica del Padre Isacio: durante un periodo de tiempo se consagraba a investigar sobre un tema hasta que consideraba que ya no podía aportar nada nuevo, dándolo por concluido y al cual no volvería. Por otra parte, las fechas en algunos casos no coinciden con la de su edición a veces muy posterior, lo que le ocasionaba bastante contrariedad, pues no era partidario de actualizar sus trabajos sino de que de publicarse, saliesen como los había redactado en su momento.
Debo advertir que estas obras se centran fundamentalmente en la deportación de esclavos negros hacia las Indias occidentales españolas, dejando de lado la dirigida hacia Brasil. Y que por otra parte opta por un camino que puede calificarse como «cronológico» para demostrar la evolución «homogénea» lascasiana al respecto.
Y antes de pasar adelante también quiero indicar que debe entenderse por «esclavización» la acción violenta legal o no legal, que podía ser de varios modos y por la cual uno (el esclavizador) esclavizaba o hacía esclavo a otro (el esclavizado), o sea, le reducía a esclavitud; es pues el origen radical de la esclavitud. Por otra parte, se entiende por esclavos «ladinos», o «de Castilla», aquellos que habiendo padecido una primera deportación a las cristianas España o Portugal, llevaban viviendo allí al menos un año; y por esclavos «bozales», o «de Guinea» o «de Cabo Verde», aquellos recién sacados de sus propios países y eran infieles.
También considero de interés recordar las «etapas vitales» más fundamentales del sevillano7: 1502-1506: primera estancia como colono en Indias siendo sólo clérigo; 1507-1522: sacerdote colono en Indias; 1522-1543: fraile dominico en Indias y España; 1543-1550: Obispo dominico en Indias, diócesis de Chiapa; 1550-1566: Obispo dominico en la Corte de España. Su voluminosa obra escrita debe irse incluyendo en estas etapas para contextualizarla con exactitud8.
2.- Las Casas y la esclavización de los negros
Con Prólogo fechado en enero de 1991, aparecía aquel mismo año el estudio Bartolomé de las Casas ¿contra los negros?. En el primer bloque (pp. 11-27), de los seis que lo integran, presenta sumariamente las dos «leyendas» fundamentales contra Las Casas: ciertamente fue el defensor de los indios, pero antinegro.
Y en el siguiente (pp. 31-68) presenta el origen y la difusión que la última afirmación ha tenido, haciendo las correspondientes observaciones críticas. Los data en 1768 gracias a las aseveraciones formuladas por Corneille de Pauw en sus Recherches philosophiques sur les Américains, que han venido siendo «recibidas» con notable éxito a lo largo de los tiempos posteriores por diversos autores; también analiza particularmente cómo fueron acogidas -los adjetivos son elocuentes- «por los españoles disgustados», aceptadas «por los negros cultos» y mal contrarrestadas «por los lascasianos».
Por otra parte, en el Prólogo de este libro -si bien los considero válidos para todas sus aportaciones al respecto- indica sus objetivos: desmantelar la leyenda antinegra de Las Casas, e intentar «despejar -en contrapartida- el origen histórico de la introducción de esclavos negros en América» (p. 10).
3.- La intervención de Las Casas en los orígenes de la deportación de esclavos negros a América
En 1995 apareció Fray Bartolomé de las Casas, O. P. De defensor de los indios a defensor de los negros. Obra en la que analiza este punto que considera capital. En sus dos primeros capítulos brinda unas nociones generales sobre el vocabulario básico que va a utilizar (pp. 16-20), así como sobre la deportación de esclavos -bien «con amo» o bien «en busca de amo»- en cuanto modo originario de la presencia de los negros en América (pp. 21-24).
En el tercero (pp. 25-49) hace un amplio registro, cronológico y brevemente glosado, de los documentos referentes a la deportación a América «con amo» de esclavos ladinos y «domésticos» desde 1493 hasta 1518, incluyendo las intervenciones de Las Casas. En ellas se incluye su Memorial de catorce remedios para los asuntos de Indias que en la segunda mitad de marzo de 1516 presentó al gobernador cardenal Cisneros; en él pide que se quiten los indios a los encomenderos, pero que se les haga «merced de que puedan tener esclavos negros y blancos, que los puedan llevar de Castilla»9. Concluyendo que Las Casas ni fue el único ni fue el primero que comenzó las peticiones de licencia; que por otra parte, ni eran suyos ni para sí, sino que los pidió como mandatario de algunos encomenderos de La Española dadas sus promesas -incumplidas posteriormente- de que si conseguía gestionarles dicho envío darían libertad a los indios que tenían.
En el capítulo siguiente (pp. 50-61) hace otro detallado registro de los documentos referentes al inicio de la deportación de esclavos bozales «en busca de amo» en el comienzo de la trata, o sea 1517-1518, sin olvidar que la de los ladinos seguirá hasta su prohibición en 1526. El clérigo Las Casas, visto que lo que se pedía estaba en consonancia con lo que años antes le habían propuesto algunos encomenderos de allá, no tuvo problema en «aconsejar» en 1518 que se llevasen adelante tales peticiones, sin preocuparle la variante de que ahora eran bozales o «de Guinea» y no ladinos o «de Castilla»10.
En el capítulo quinto de esta Primera Parte (pp. 62-75) continúa con el registro de los documentos referentes a la etapa de la trata deportadora bajo monopolio: de Gorrevod (1518-26) y de los Welser (1528-32). Las Casas intervino cuatro veces y en sus peticiones -señala nuestro investigador- no hay nada que no pidan sus contemporáneos.
Antes de seguir más adelante, hace un balance de los negativos resultados del monopolio negrero establecido el 18 de agosto de 1518 hasta su caducidad en 1532 y de las protestas que provocó (pp. 76-83); entre estas últimas analiza la temprana denuncia que Las Casas hizo de él, a fines de septiembre de 1518, en la que «no se opuso ni denunció el envío de esclavos negros a América, ni de Castilla ni de Guinea, sino el estanco o monopolio, el cual preveía que iba a desviar y desvirtuar el objetivo de las peticiones que habían hecho los colonos y autoridades de la Española, a las que él no se había opuesto» (p. 83).
El último capítulo de esta Parte (pp. 84-104) es también un registro minucioso de los documentos referentes a la etapa de la trata deportadora libre correspondiente al período 1533-1553, años en los que debido al cese de los monopolios y a la perspectiva favorable para los ingenios del azúcar, por una parte se incrementa enormemente la importación de esclavos al Nuevo Mundo y por otra se dan muchas más regulaciones normativas al respecto. El dominico Las Casas en sus intervenciones -siendo la última en otoño de 1543, meses antes de ser consagrado Obispo el 30 de marzo del año siguiente- tampoco cuestionó esta deportación de esclavos -de Castilla o de Guinea- a América, como ninguno de sus contemporáneos lo venía haciendo; pero no aceptó que se les destinase a las minas o a los ingenios azucareros. Expresión de ello es la cláusula que incluye en su última petición: los cuatro concedidos para uso doméstico el 13 de febrero de 1544, «si no los ocupare en lo susodicho [...] que page los derechos a V.M. cinco veces doblados» (pp. 92-93).
Según Pérez Fernández, a fines de 1553 o principios del siguiente -si bien para él la toma de conciencia del Obispo comenzó a partir de 1547, como veremos más adelante- redacta un opúsculo condenando radicalmente como injusta la esclavización de los negros que se efectuaba en sus propios países de origen.
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