• Jr 31, 7-9. Guiaré entre consuelos a los ciegos y cojos.
• Sal 125. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
• Hb 5, 1-6 .Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
• Mc 10, 46-52. Maestro, haz que pueda ver.
Señor, que veamos, como el ciego de Jericó. Para ver y reconocer a Cristo, necesitamos que Él nos ilumine. Cristo es " el autor de nuestra fe " (Hb 12, 2). El conocimiento de Jesús por la fe obra la salvación completa del hombre, le muestra la Verdad única que ha de seguir, le libera de la ceguera interior y exterior, y si así Él lo quiere, le otorga como complemento la misma vista física. La omnipotencia divina está siempre dispuesta a favorecer a quien se deja conducir por la fe verdadera, suscitada por el Espíritu. La fe auténtica, que proviene de lo alto, produce un genuino testimonio y no permite que sean desviados los que creen en la verdad de Cristo crucificado y resucitado. San Cirilo de Alejandría comenta:
" Cuando admitimos la fe, no por eso excluimos la razón; por el contrario, procuramos con ella adquirir algún conocimiento, aunque oscuro, de los misterios; pero con justo motivo preferimos la fe a la razón, porque la fe es la que precede, y la razón no hace más que seguirla, según este lugar de la Escritura: "si no creéis, no conoceréis". A la verdad, si no sentáis los fundamentos de la fe, excluyendo toda duda, jamás podréis levantar el edificio fundado sobre el conocimiento de Jesucristo, y por consiguiente, no podréis llegar a ser hombres espirituales " (Comentario al Evangelio de San Juan 20, 2).
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