Antonio Machado, el poeta de Madrid asediado por Franco.
HOMENAJE EN COLLIOURE
"Estos días azules y este sol de la infancia"...
Aquí, junto a la línea
divisoria, este día
veintidós de febrero,
yo no he venido para
llorar sobre tu muerte,
sino que alzo mi vaso
y brindo por tu claro
camino, y por que siga
tu palabra encendida,
como una estrella, sobre
nosotros ¿nos recuerdas?
aquellos niños flacos,
tiznados, que jugaban
también a guerras, cuando,
grave y lúcido, ibas,
don Antonio, al encuentro
de esta tierra en que yaces.
José Agustín Goytisolo
El 22 de febrero de 1939 moría en Collioure nuestro gran Antonio Machado. Los poetas de la generación del 50 decidieron en 1959 ir a visitar su tumba y esto supuso el primer paso para que posteriormente se les considerara Generación.
Fue en 1959 cuando se lanzaron como grupo aquellos, como decía José Agustín Goytisolo, niños flacos y tiznados nacidos entre 1924 y 1938...
En el pueblo francés de Collioure conmemora el 80º aniversario de la muerte del poeta sevillano. Su tumba es un icono de la memoria republicana.
Antonio Machado "Soy hombre extraordinariamente sensible al lugar en que vivo"
La fuerza de la poesía de Antonio Machado se encuentra en su identificación con el pueblo español, con sus necesidades y esperanzas. Vivió el dolor y la angustia por su patria desde una perspectiva descriptiva y analítica con la cual intentó develar y solucionar los "males de patria". Pienso en Haroldo Conti, dando clases de latín mientras escribía Mascaró, en Cortázar en las escuelas de Bolívar y de Chivilcoy, en la década del 40, o en Antonio Machado y sus cursos de francés en la España de la Segunda República. Él también fue un reposado profesor que escribe mientras camina por los campos de Castilla bordados de olivares polvorientos: "Heme aquí ya, profesor/ de lenguas vivas (ayer maestro de gay-saber, /aprendiz de ruiseñor)/ en un pueblo húmedo y frío,/ destartalado y sombrío, / entre andaluz y manchego". Es Antonio Machado que, en 1912, después de la muerte de su amada Leonor, se traslada a Baeza, en Jaén, a casa de su madre y, hasta 1919, enseñará Gramática Francesa en el Instituto de Bachillerato instalado en la Antigua Universidad baezana.
Sus ex alumnos lo recordarán como un hombre benevolente y un tanto ausente del mundo cotidiano. Su cabeza estaba llena de poesía pero también preocupado por el clima político que se respiraba durante la Segunda República. Le inquietaban los males nacionales y les decía a sus alumnos: No aceptéis la cultura postiza que no pueda pasar por el tamiz de vuestra inteligencia. Hay que aprender a pensar, a razonar, a utilizar el cerebro; a distinguir “los valores falsos de los verdaderos y el mérito real de las personas bajo toda suerte de disfraces”
La pena por la pérdida de Leonor, se notaba en su desaliño. Solía decir: Un hombre mal vestido, pobre y desdeñado, puede ser un sabio, un héroe, un santo. El birrete de un doctor puede cubrir el cráneo de un imbécil.
El camino fue una referencia constante en la poesía del autor de Campos de Castilla. Camino como concepto del gran viaje, de toda la vida consumida, de la que ha quedado atrás. Caminante, no hay camino, de Antonio Machado, incluido en Proverbios y cantares, revindica el camino como presente, recordando ese pasado, pero evitando que nos obsesione, ni él ni el futuro, a la hora de marcar nuestro destino.
Antonio Machado nació el 26 de julio de 1875 en Sevilla, España y murió perseguido y exiliado en Francia el 22 de febrero de 1939. Fue un gran poeta, dramaturgo y narrador español, uno de los más importantes, referente del grupo literario de España conocido como “la Generación del 98” A comienzos de noviembre de 1936, un trimestre y pico después del comienzo de la insurrección militar, las tropas del general Franco llegaron a las puertas de Madrid. Franco y sus conmilitones pensaban que la ciudad caería en sus manos como fruta madura, y también lo pensaba el Gobierno de la República, que puso pies en polvorosa y se refugió en Valencia. Pero no fue así. Miles de civiles madrileños decidieron plantarle cara a los legionarios y mercenarios rifeños.El Madrid del ¡No pasarán! asombraría al mundo durante los meses siguientes. Cercada y bombardeada, hambrienta y aterida, la capital resistía al fascismo como una madre se resiste a que un desalmado le arrebate su hijo. Tan solo en la primavera de 1937 Franco terminó comprendiendo que no podía tomarla por asalto e imprimió otro giro a su campaña. Los corresponsales de guerra extranjeros abandonaron el Hotel Florida y dejaron de darle el tostón al pobre Arturo Barea: no iban a poder enviar tan rápidamente las crónicas sobre el victorioso paseo de Franco por la Puerta del Sol en un caballo blanco que deseaban la mayoría de sus muy derechistas patronos. De hecho, Madrid sería la última gran ciudad española en caer en manos del Caudillo, a finales de marzo de 1939.
Aferrado a los recuerdos de su infancia sevillana en la mágica y diminuta fuente del huerto del Palacio de Dueñas, Antonio Machado (1875-1939) se fue apagando en la pequeña villa marinera de Collioure aquejado de asma, roto de dolor por la trágica división de España tras el alzamiento militar que derrocó a la República en 1936.Al igual que Unamuno, Machado consideró que su misión era "eternizar lo momentáneo", capturar la "onda fugitiva" y transformar el poema en "palabra en el tiempo"...
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