¡Qué tal! Esta entrega la dedicamos al compositor austriaco Franz J. Haydn, nacido en 1732 en una localidad cercana a Viena, fue el segundo en una familia de doce hijos. Su infancia se vió marcada por la humildad y la pobreza, y muy pronto se fue con su pariente Johann Matthias Frankh, director de coro, para aprender música. Fue en esa casa, donde pese a las complicadas condiciones, pudo aprender violín y ceclavín, además de ser parte del coro que dirigía Frankh.
En los siguientes años se fue desarrollando de manera casi autodidacta hasta comenzar con sus primera composiciones. En 1753 compuso su primera ópera, y sus primeros cuartetos de cuerda. Pese a sus complicados inicios, Haydn disfrutó en vida de una fama y un reconocimiento importante.
Sin duda alguna, cuando se habla de una figura tan prolífica e importante como la de Haydn, se piensa siempre en su imponente repertorio de cuartetos de cuerda. De hecho, Haydn está considerado por muchos como el padre del género, al definir las formas que estructurarían el género y que después utilizarían autores tan relevantes como Mozart o Beethoven. Sus estructuras pusieron los cimientos del clasicismo, y fue considerado el responsable del desarrollo artístico sin parangón que después alcanzaron Mozart o Beethoven, en estructuras como la llamada“forma sonata”. En ocasiones, se critica la sencillez y la falta de pretensiones y profundidad que adquirieron estos dos titanes de la música clásica, pero es justo reconocer que sería imposible entender a estos sin la existencia de Haydn.
Compuso un enorme repertorio que incluye óperas, sinfonías o cantatas, pero las piezas que han quedado para la posteridad han sido sus cuartetos de cuerda, como por ejemplo “La broma” o “Las siete últimas palabras de nuestro Salvador en la Cruz”, obras cumbre de la historia de la música clásica.
Entre su repertorio sinfónico, cabe resaltar Sinfonías como la llamada “Sinfonía de Londres o la que vamos a escuchar en el programa de hoy, la Sinfonía núm.88.
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