La teología de la Iglesia se conecta estrechamente con la Luz increada. Dentro de la Luz se revela Dios. Los Santos participan de la Luz increada a través de la purificación, la iluminación y la divinización, ven la gloria de Dios, que es Su divinidad misma, y eso lo pasaron dentro de las artes eclesiásticas. Eso lo vemos en la sagrada pintura, en la corona de luz alrededor de la cabeza de Cristo, de la Virgen Santísima y los Santos. La única diferencia es que Cristo crea la divinización, mientras la Virgen y los Santos padecen la divinización. Cristo es la fuente de la Luz increada, mientras la Virgen y los Santos participan de la Luz. Además, esta influencia la vemos en toda la tradición sagrada de la Iglesia y en el culto divino, che aspiran a la purificación, iluminación y divinización de los cristianos. Dentro de esta perspectiva deben ser vistas las ceremonias eclesiásticas y litúrgicas, la arquitectura de los templos, la iconografía, la himnología, la música, la literatura patrística. Es evidente que la lex credenti (la ley de la fe, el dogma) es inseparable de la lex orandi (la ley de la oración). Además, la influencia de la teología ortodoxa la vemos en los Santos también con la superación del nacionalismo y del racismo. Quién es liberado del amor a sí mismo y del egoísmo y conquiste el amor desinteresado, no es posible distinguirse por la herejía del nacionalismo. Esta es la razón por la cual el Pueblo Ortodoxo Romano, es decir todos los Ortodoxos independientemente raza, lengua y color, como lo ha analizado Padre John Romanides, no puede comprender la herejía del nacionalismo porque es su retractación. La teología, según Padre John Romanides, conduce al hombre a la experiencia vivida de Dios, la divinización; entonces, cesan todas las cosas humanas, todas las palabras, conceptos, sentidos e imagines creadas y el hombre escucha palabras increadas.
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