EL FUSIL DE JOHNNY
(Morir, dormir, no despertar más nunca,
poder decir todo acabó; en un sueño
sepultar para siempre los dolores
del corazón, los mil y mil quebrantos
que heredó nuestra carne, ¡quién no ansiara
concluir así! Morir... quedar dormidos...
Dormir... tal vez soñar!—)
Hamlet, III, 1.
El fusil de Johnny es una versión para radioteatro del guion cinematográfico escrito por Dalton Trumbo y Luis Buñuel, a comienzos de los años 60, a partir de la novela del primero titulada Johnny Got His Gun (1939), que en España se traduce como Johnny cogió su fusil.
Sabido es que la película en que debía convertirse el mencionado guion, dirigida por Buñuel, no pudo realizarse y que fue el propio Trumbo quien en solitario la reescribió y dirigió, presentándola en el festival de Cannes de 1971 donde obtuvo el Gran Premio del Jurado. Por otro lado, el Instituto de Estudios Turolenses logró editar en 1993 el texto escrito por los dos creadores en colaboración, rescatándolo así del olvido.
El fusil de Johnny recoge los hilos esenciales de la historia del soldado a quien un obús mutila casi todo su cuerpo pero que, a pesar de ello y como consecuencia de los avances en el campo de la medicina, sigue vivo, atrapado en el laberinto de su propia conciencia. Ya Poe, en “El entierro prematuro”, había dado forma literaria a la pesadilla del muerto para los demás y, sin embargo, vivo para sí. Yendo mucho más allá, Trumbo y Buñuel aciertan a incardinarla en el terrible siglo XX que les tocó vivir y extraer de ella todas sus implicaciones políticas, sociales y culturales.
Más allá del alegato antibelicista o de la proclama a favor de una muerte con dignidad, la pieza presenta de una manera vívida y lancinante aquel horror, tan característico del siglo pasado: el de la alienación del individuo. Que, por lo demás, es reflejo de una de las contradicciones de nuestro sistema: el Poder –político, económico, religioso…- que proclama y sanciona la existencia del Individuo, cuando actúa, lo niega metódicamente, lo vacía de dignidad, lo desposee. De ahí la fragilidad de Johnny, su vulnerabilidad: es –eso le enseña la educación recibida- pero también no es –eso le enseña la experiencia. Y de ahí, también, por descontado, la inconsistencia de la Vida, que difumina las fronteras entre Realidad y Sueño.
El fusil de Johnny, en fin, condensa esa pesadilla, nuestra pesadilla: la de la desposesión.
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