“Ghost in The Shell: El alma de la máquina” podría, o mejor, tendría que haber sido más violenta, más profunda y más sexy. Por favor…. La culpa de que no sea nada de todo eso, la tiene la pasta, la taquilla, la intocable necesidad de no molestar, de llevar a las masas a las salas, da igual la edad, y de pasar la censura de los consumidores que desde hace un tiempo vienen dictando realmente el modo de hacer cine en Hollywoodland, o al menos, en lo que respecta al blockbuster. Me refiero al goloso mercado asiático, especialmente, el chino, ultimo garante de las virtudes y la moral. Manda güevos.
Así, el anime y manga que inspiraron la espectacularidad de la acción en Matrix, poco influyen a la película que realmente debieran influenciar, ésta. Castrada de toda violencia digna de así llamarse. Que cuando se muestra es incruenta, nada concretizada, ni visualizable. Un puro pim, pam, pum infantil. Sin coreografías, ni hostias (y éstas aún menos). Y todo cortito, un casi tramite, aséptico, inane. Ni el domesticado para la ocasión Takeshi Kitano es capaz de liarla parda con su magnum.
Todo ello, no obstante, sería razonable, si vas de sesudo, reflexivo, intenso en la cosa de la distopía futurista, las máquinas con almas y todo esa matraca trascendental habitualmente presente en cyberpunk y que sí que está en la mitología base de la saga de cómics, pelis y series originada por la obra de Masamune Shirow. Pero no, si la acción es casi ausente y nada brillante para lo esperado, el discursos existencialista que tan proverbialmente supieron exponer en el género los fundacionales replicantes de Ridley Scott, aquí son dos pavadas con la hondura de las reflexiones de Javier Cárdenas.
Y, por último, la peli tendría que haber sido más sensual, amigos. ¡Qué hablamos de Scarlett Johansson, querido Rupert Sanders! Que esto no es el cuento de Blancanieves. Que ya no estas rodando esa peli. ¿No has visto siquiera los créditos iniciales de la obra de Mamoru Oshii? Aunque probablemente, esté siendo injusto y tú no tengas la culpa. Todos tenemos hipotecas que pagar y ex-mujeres que mantener.
En suma, una cinta capada por la voracidad recaudatoria. Cuyo único atractivo acaba ciñéndose a jugar a reconocer los plagios de muchos planos y escenas del filme de 1995. Eso y algunos hallazgos en localizaciones con trazados arquitectónicos molones.
Todo lo de más interesa menos que el opresivo CGI que desposee al filme de cualquier atisbo de fisicidad y que permite discutir con mucho fundamento si estamos más ante un filme animado que uno de acción real.
En fin. A ver que haces (o te dejan hacer) Denis Villeneuve con la secuela de “Blade Runner”. Miedito me da.
Comentarios
Al que la ve sin los prejuicios de haber visto en anime, le gusta. Para lo otro ya tenéis el anime.
Recupera el anime. Mucho más recomendable (y libre). Gracias por comentar!
Vaya chasco, es el primer comentario que oigo/leo sobre la pelicula. Tenia intencion de verla el proximo finde. Ya veremos que alternativas hay.