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Comentarios
Madre mía, Wilson Picket!! Recuerdo a mi padre, como el pobre se quedó sin trabajo en plena crisis de la transición, en uno de sus apañetes estuvo desmontando una discoteca y vino a casa cargado con un tocadiscos y un montón de vinilos, diciéndonos lo buenos que eran los discos que nos traía. Yo, preadolescente tontícola, recuerdo cómo se me heló en la cara la mueca burlona con la que empecé a escuchar esas "thousand dances". Aún conservo ese disco que, además, me recuerda intensamente a mi padre, a quien cada día echo más de menos. Una vez más, he de darte las gracias, Jesús. Ahora, voy a seguir disfrutando.