Con Dolores Castrillo Mirat...
El punto de partida del psicoanálisis es que el hombre es un viviente, pero un viviente que habla, lo cual tiene enormes consecuencias. El lenguaje transforma al ser humano en lo
más profundo de sí mismo, lo transforma en sus afectos, en sus necesidades, lo transforma, incluso, en su cuerpo. En efecto, nada más venir al mundo, la cría humana es capturada por una estructura que le preexiste. Esta estructura es la del lenguaje. A partir de esta captura por la red del lenguaje, la relación con su propio cuerpo y con el de los demás ya no va a
ser una relación puramente natural. El lenguaje, la estructura significante, tiene un efecto de desnaturalización, de desvitalización, de mortificación, sobre el cuerpo. Lo vemos incluso en los animales domésticos, no poseen la misma exuberancia vital que los animales salvajes, incluso son todos un poco neuróticos, porque están en nuestro baño de lenguaje...
Así, podemos decir de modo general que cada vez que un significante atrapa al cuerpo, éste queda desnaturalizado, afectado de un déficit, de una pérdida, que es la pérdida del goce natural de la vida. En cierto modo, solo podemos tener una idea del goce cuando se perdió, cuando se busca o se imagina. Lo imaginamos por todas partes menos en nosotros mismos: en nuestros semejantes, en el porvenir, en alguna época dorada de la historia, o con mejores razones, en la naturaleza; allí donde no hay lenguaje, allí donde jamás podremos habitar.
De ahí la fascinación que ejerce para nosotros el espectáculo que los animales ofrecen. Su espacio parece pleno, al menos para el hombre que lo mira habitar un universo sin falla del
cual está excluido En tanto que ser parlante, su existencia de ser vivo permanece ajena respecto de lo natural. Y así su aptitud para el goce queda esencialmente perturbada. En él,
ninguna función, por más vital que sea, procura automáticamente el bienestar. Así, el acto mas simple, el de comer, por ejemplo, aparece rodeado de rituales, y, en tantos casos, cargado de síntomas. La actividad sexual no escapa a esta regla, es si no la ocasión de angustia, al menos, motivo de complicadas maniobras.En suma, por el hecho de que habla,
las necesidades biológicas, quedan profundamente trastocadas en el hombre, perdidas en su naturalidad, para transformarse en esa otra realidad específicamente humana que Freud nombró deseo...
Dolores Castrillo Marat
Comentarios
disculpa!! como se llama el grupo musical?gracias y saludos!!