Locución: Manuel López Castilleja
Fondo musical: Kristina Cooper-Emanuel
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Avedulce del bosque
que cantas en la fronda estremeciendo
la umbría en la que, herido,
pernocta el corazón,
no ceses nunca en tu consuelo
y bruñe con tu lumbre nuestra pena
y avéntanos las sombras,
Avevenus del alba.
Avenardo, flor tierna en la que anida
el copo de la luz,
el ampo en que se miran los espejos
de las anunciaciones,
asómanos al limpio
misterio de las fuentes.
Avelirio del prado en la que posa
-gota de Dios- su ternura el rocío,
revélanos el claro
secreto de la dicha,
Avejaral en flor que escuchas
el rumor de la savia en la alta noche
coronando los pétalos.
Avefría en la fiebre, siempre acuda
tu mano a mi favor,
sol de mi herida, alivio
de esa hebra tan blanca de tu túnica
con que ahuyento a la Muerte.
Avesilva, Avepinta,
Avenal de los campos,
Avelira del salmo. ¿Dónde cantas?
¿En qué rama escondida
anida tu virtud para que sea?
Avesol de los pobres
que así doras el pan y haces del Cielo
migaja en la alacena, sacramento
de la devota grey de las hormigas,
arranca la cizaña
de nuestro corazón.
Avecedaria nuestra,
tú que enhebras el Verbo
Divino con tu sangre y pasas
una a una las sílabas por cuentas
de tu rosario, danos
tu vocal la más pura,
ese anillo celeste,
diapasón en que tañe
su son la lengua, el signo
de las constelaciones.
Avesal de los mares.
Aveluna, Aveperla
celeste que te guardas
con la avaricia fiel de una promesa.
Avecilla sin nido, tú que cantas
sin ti, sigue cantando
escondida en la noche. Sálvanos.
Canta tú por nosotros, pecadores.
De LA PATRIA DE LOS NÁUFRAGOS 2020
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