• Ml 3, 13-20a. Mirad que llega el día, ardiente como un horno.
• Sal 1. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
• Lc 11, 5-13. Pedid y se os dará.
Parábola del amigo importuno. Partiendo de ella, San Ambrosio encarece la vocación de todos los cristianos a la oración continua:
" Este es el pasaje del que se desprende el precepto de que hemos de "orar en cada momento", no solo de día, sino también de noche; en efecto, ves que éste que a media noche va a pedir tres panes a su amigo y persevera en esa demanda instantemente, no es defraudado en lo que pide... Haciendo caso, pues, de la Escritura, pidamos el perdón de nuestros pecados con continuas oraciones, día y noche; pues si hombre tan santo y que estaba tan ocupado en el gobierno del reino alababa al Señor "siete veces al día" (Sal 118, 164), pronto siempre a ofrecer sacrificios matutinos y vespertinos, ¿qué hemos de hacer nosotros que debemos rezar más que él, puesto que, por la fragilidad de nuestra carne y espíritu, pecamos con más frecuencia, para que no falte a nuestro ser, para su alimento, "el pan que robustece el corazón del hombre" (Sal 103, 15), a nosotros que estamos cansados ya del camino, muy fatigados del transcurrir de este mundo y hastiados de las cosas de la vida? " (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas, lib. VII, 87).
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