L E C C I Ó N 182
L182 Me aquietaré un instante y me iré a casa.
L182.1 1 Este mundo en el que pareces vivir no es realmente tu Casa. 2 Y en algún recodo de tu mente, sabes que esto es verdad. 3 El recuerdo de Tu casa sigue rondándote, como si hubiera un lugar que te llamara a regresar, si bien no reconoces la voz ni lo que ésta te recuerda. 4 No obstante, sigues sintiéndote como un extraño aquÃ, procedente de algún lugar desconocido. 5 No se trata de algo tan concreto que puedas decir con certeza que eres un exiliado aquÃ, 6 sino más bien de un sentimiento persistente, a veces no más que una leve punzada que en otras ocasiones apenas recuerdas, algo que descartas sin ningún miramiento pero que sin duda ha de volver a rondarte otra vez.
L182.2 7 No hay nadie que no sepa de lo que estamos hablando. 8 No obstante, hay quienes tratan de ahogar su sufrimiento entreteniéndose en juegos para pasar el tiempo y alejar su tristeza. 9 Otros prefieren negar que están tristes y no reconocen en absoluto que se están tragando sus lágrimas. 10 Hay quienes afirman incluso que esto de lo que estamos hablando son ilusiones y que no se deben considerar sino como un sueño más. 11 No obstante, ¿quién podrÃa afirmar sinceramente, sin ponerse a la defensiva o engañarse a sà mismo, que no sabe de lo que estamos hablando?
L182.3 12 Hoy hablamos en nombre de cada uno de los que andan por este mundo, porque no se siente en casa. 13 Camina a la deriva enfrascado en una búsqueda interminable, buscando en la oscuridad lo que no puede hallar y sin saber qué es lo que anda buscando. 14 Construye miles de casas, pero ninguna de ellas satisface a su agitada mente. 15 No se da cuenta de que las construye en vano. 16 La casa que realmente anda buscando no la puede construir él. 17 El Cielo no tiene substituto. 18 Todo lo que alguna vez hizo fue el infierno.
L182.4 19 Tal vez pienses que lo que quieres encontrar es la casa de tu infancia. 20 La infancia de tu cuerpo y el lugar que le dio cobijo son ahora recuerdos tan distorsionados que lo que guardas es sencillamente una imagen de un pasado que nunca tuvo lugar. 21 No obstante, hay en ti un Niño que anda buscando la Casa de Su Padre, pues sabe que aquà Él es un extraño. 22 Su Infancia es eterna, llena de una eterna Inocencia. 23 Por doquier que este Niño camina, es tierra santa. 24 Su Santidad es Lo que ilumina al Cielo y Lo que trae a la tierra es el puro reflejo de la Luz que brilla en lo Alto, reflejo en el que el Cielo y la tierra se encuentran unidos como uno.
L182.5 25 Este Niño que mora en ti es el Que Tu Padre conoce como Su Hijo. 26 Este Niño que mora en ti es el Que conoce a Su Padre. 27 Él anhela tan profunda e incesantemente volver a Su Casa que Su voz te suplica que Lo dejes descansar por un momento. 28 Tan sólo pide unos instantes de respiro: un intervalo de tiempo durante el cual pueda volver a respirar el aire santo que llena la Casa de Su Padre. 29 Tú también eres Su casa. 30 Él va a regresar. 31 Pero dale un poco de tiempo para que pueda volver a ser Él Mismo, en la paz de tu fuero interno, que es Su casa, descansando en silencio, y en paz y lleno de Amor.
L182.6 32 Este Niño necesita tu protección. 33 Se encuentra lejos de Su Casa. 34 Es tan pequeño que parece muy fácil no hacerle caso y no oÃr su vocecita, quedando asà su grito de ayuda ahogado en los estridentes sonidos y destemplados ruidos discordantes del mundo. 35 No obstante, Él sabe que en ti aún radica Su segura protección. 36 Tú no Le fallarás. 37 Volverá a Su Casa y tú Lo acompañarás.
L182.7 38 Este Niño representa tu disposición a no querer defenderte; ésa es tu fuerza. 39 Él confÃa en ti. 40 Vino porque sabÃa que tú no le fallarÃas. 41 Te susurra incesantemente cosas de Su Casa. 42 Pues desea llevarte consigo de vuelta a Ella, a fin de poder quedarse Él Mismo AllÃ, y no tener que regresar de nuevo a donde no le corresponde estar, y donde vive proscrito en un mundo de pensamientos que le son ajenos. 43 Su paciencia no tiene lÃmites. 44 Va a esperar en tu fuero interno hasta que oigas Su suave voz pidiéndote que Lo dejes ir en paz contigo, a donde Él realmente se encuentra en Casa, al igual que Tú.
L182.8 45 Cuando te hayas aquietado un instante, cuando el mundo se haya alejado de ti, cuando las ideas sin valor cesen de tener valor en tu agitada mente, entonces oirás Su voz. 46 Te llamará tan conmovedoramente que ya no podrás seguir negándole. 47 En ese instante, te llevará a Su casa y tú permanecerás allà con Él, en perfecta Quietud, Silencio y Paz, más allá de toda palabra, intocado por el miedo y la duda, sublimemente seguro de que realmente estás en Casa.
L182.9 48 Hoy descansa a menudo con Él, 49 pues decidió convertirse en un niño pequeño para que pudieras aprender cuán fuerte es quien carece de defensas, y ofrece únicamente los mensajes del Amor a quienes creen que es su enemigo. 50 Con el poder del Cielo en Sus manos, los llama amigos y les da Su fuerza para que puedan darse cuenta de que quiere ser su Amigo. 51 Les pide que Lo protejan, pues Su casa está muy lejos y no quiere regresar a ella solo.
L182.10 52 Cristo renace como un niño pequeño cada vez que alguien abandona su casa para vagar. 53 Pues ella debe aprender que realmente sólo quiere proteger a este Niño, Que viene sin defensas y a Quien ampara la disposición de no querer defenderse. 54 Hoy de vez en cuando, ve con Él a casa. 55 Tú eres un extraño aquÃ, al igual que Él.
L182.11 56 Dedica algún tiempo hoy a dejar a un lado tu escudo, que de nada te ha servido, y a deponer la espada y la lanza que blandiste contra un enemigo que realmente no existe. 57 Cristo te ha llamado amigo y hermano. 58 Ha venido incluso a pedirte ayuda para que Lo dejes regresar hoy a Su Casa, completado y completamente. 59 Cristo ha venido como lo harÃa un niño pequeño que tiene que implorar la protección y el amor de Su padre. 60 Rige el Universo y, sin embargo, te pide incesantemente que regreses con Él y que no sigas convirtiendo a las ilusiones en tus dioses.
L182.12 61 Tú no has perdido tu inocencia. 62 Y es por ella que anhelas; 63 ella es lo que tu corazón desea. 64 Es su Voz la que oyes, y éste es el llamamiento que no puedes ignorar. 65 Ese santo Niño todavÃa sigue a tu lado. 66 Su casa es la tuya. 67 Hoy Él te da su disposición a no querer defenderse y tú la aceptas a cambio de todos los juguetes bélicos de los que fuiste hacedor. 68 Y ahora el camino está libre y despejado, y el final del viaje puede por fin vislumbrarse. 69 Aquiétate por un instante, regresa a casa con Él y goza de paz durante unos momentos.
Comentarios