Era muy famoso y tenía una gran reputación. Todo el pueblo le veneraba y respetaba. En el pueblo se cantaban canciones en su honor. Pero un día todo cambió. Una muchacha del pueblo se quedó embarazada y dió a luz un niño. Cuando su familia le preguntó de quién era su hijo, ella respondió que era el hijo del joven monje. ¿Cuánto tiempo tardan los admiradores en convertirse en enemigos? ¿Cuánto? No tardan ni un instante, porque dentro de la mente de un admirador siempre está escondida la desaprobación. La mente sólo está esperando su oportunidad y el día que acaba la admiración empieza la desaprobación. La gente que se muestra respetuosa puede cambiar y ser irrespetuosa en un segundo. La gente que se postra a los pies de alguien, en cualquier momento puede empezar a cortarle la cabeza a esa misma persona. No hay ninguna diferencia entre el respeto y la falta de respeto, son dos caras de la misma moneda. La gente del pueblo atacó la cabaña del monje. Le habían estado mostrando respeto durante mucho tiempo, pero ahora afloró la rabia que habían estado reprimiendo. Ahora tenían la oportunidad de ser irrespetuosos, así que fueron corriendo a la cabaña del monje, le prendieron fuego y le echaron encima al niño recién nacido. El monje preguntó: -¿Qué ocurre? La gente contestó: -¿Nos estás preguntando qué ocurre? Este niño es tuyo. ¿Tenemos que decirte lo que pasa? Mira cómo arde tu casa, mira dentro de tu corazón, mira a este niño y mira a esta muchacha. No hace falta que te digamos que este niño es tuyo. El monje dijo: -¿De verdad? ¿Es mío ese niño? El niño se puso a llorar, así que empezó a cantar una canción para acallar al niño, y la gente le dejó ahí sentado con su cabaña quemada. Entonces fue a mendigar a la hora acostumbrada, por la tarde pero, ¿quién le iba a dar comida hoy? En todas las casas le daban un portazo. Una multitud de niños y de gente le seguía molestándole y tirándole piedras. Fue hasta la casa de la chica y dijo: -Puede que no consiga comida para mí, ipero al menos dame un poco de leche para este niño! Quizá tenga yo la culpa, ¿pero qué culpa puede tener este pobre niño? El niño estaba llorando, la multitud estaba en la puerta y la chica no pudo aguantar más. Cayó a los pies de su padre y dijo: -Perdóname, te mentí cuando te di el nombre de este monje. Quería salvar al verdadero padre del niño, así que se me ocurrió usar el nombre del monje. Ni siquiera le conozco.
El padre se puso nervioso, había sido un gran error. Salió corriendo de la casa, cayó a los pies del monje y le intentó quitar al niño. El monje preguntó: -¿Qué ocurre? El padre de la chica dijo: -Perdóname, ha sido un error. Este niño no es tuyo. El monje contestó: -¿De verdad? ¿No es mío el niño? Entonces la gente del pueblo le dijo: -iEstás loco! ¿Por qué no lo negaste esta mañana? El monje dijo: -¿Habría cambiado algo? El niño es de alguien. Y ya habíais quemado una cabaña; simplemente, habríais quemado otra más. Ya habíais disfrutado maltratando a una persona y habríais disfrutado maltratando a otra. ¿Habría cambiado algo? El niño debe ser de alguien, también puede ser mío. ¿Qué ocurre? ¿Cambia algo? La gente dijo: -¿No entiendes que todo el mundo te ha desaprobado, insultado y humillado totalmente? El monje contestó: -Si me hubiese afectado vuestra desaprobación también me habría afectado vuestro respeto. Hago lo que creo que está bien, vosotros hacéis lo que creéis que está bien. Hasta ayer os parecía bien respetarme y así lo hicisteis. Hoy no os parece bien respetarme y no lo habéis hecho. Pero no me afecta vuestro respeto ni vuestra falta de respeto. La gente le dijo: -Oh, honorable monje, al menos podías haber tomado en consideración que ibas a perder tu buena reputación. Él respondió: -Yo no soy bueno ni malo. Simplemente, soy yo mismo. He renunciado a la idea de bueno y malo.
He renunciado al interés de convertirme en bueno, porque cuanto más intentaba ser bueno, más malo me volvía. Me volví absolutamente indiferente. Y el día que me volví indiferente me di cuenta de que dentro ya no había bondad ni maldad. En su lugar había nacido algo que es mucho mejor que la bondad y que no tiene ni una sombra de maldad. El tercer tipo de persona es el sabio. El viaje del buscador no consiste en convertirse en un buen hombre; el viaje del buscador es el de convertirse en un sabio. Así que mi tercer punto es: cuando surja un pensamiento en la mente, no decidas si es bueno o malo. No lo apruebes ni lo desapruebes. No digas que esto es malo o es bueno. Simplemente, siéntate al lado del río de la mente, como si estuvieses sentado a la orilla de un río, contemplando el fluir del agua con indiferencia. El agua fluye, las piedras fluyen, las hojas fluyen, la madera fluye y tú estás contemplando sentado en silencio en la orilla. Estos son los tres puntos de los que os quería hablar esta mañana. Lo primero es una tremenda valentía al enfrentarse con la mente; lo segundo es no poner restricciones ni condiciones a la mente; lo tercero es no juzgar los pensamientos y deseos que surjan en la mente, no debe de haber juicios de bueno ni malo. Tu actitud debería de ser indiferente. Estos tres puntos son necesarios para entender las perversiones de la mente. Luego, por la tarde y por la noche hablaremos de lo que se puede hacer para librarse de esas perversiones e ir más allá, pero hay que recordar estos tres puntos básicos. Ahora nos vamos a preparar para la meditación matinal. Primero hay dos temas que tenéis que entender sobre la meditación matinal, y después nos sentaremos a hacerla. La meditación matinal es un proceso muy natural y sencillo. En realidad, todo lo que es importante en la vida es muy sencillo y natural. En la vida, cuanta menos importancia tiene una cosa, más complicada y compleja es. En la vida, cuanto más elevada es una cosa, más sencilla y natural es. Es un proceso muy natural y sencillo. Lo único que tienes que hacer es sentarte en silencio y escuchar en silencio el mundo de los sonidos que hay a tu alrededor. Escuchar tiene efectos increíbles. Normalmente, nunca escuchamos.
Cuando estoy hablando aquí, si crees que estás escuchando, te equivocas del todo. Que un sonido caiga en el oído no significa que estés escuchando. Si cuando estoy hablando estás pensando a la vez, entonces no estás escuchando, porque tu mente sólo puede hacer una cosa a la vez, no dos. O escuchas o piensas. Mientras estás pensando, la escucha se detiene; mientras estás escuchando, el pensamiento se detiene. Cuando digo que escuchar es un proceso increíble, quiero decir que si escuchas en silencio, el pensamiento se detendrá espontáneamente, porque una de las reglas esenciales de la mente es que es incapaz de hacer dos cosas a la vez, absolutamente incapaz. Un hombre se puso enfermo. Se le paralizaron las piernas durante un año. Los médicos le decían que en su cuerpo no había parálisis, que la mente lo estaba imaginando. ¿Pero cómo podía estar de acuerdo? Estaba paralizado. Entonces su casa se incendíó. Cuando se estaba quemando salió todo el mundo corriendo de la casa... y el hombre paralítico también corrió. Hacía un año que no se levantaba de la cama.
Mientras salía corriendo pensó: -iDios mío! ¿Cómo puede ser? Hace un año que ni siquiera me puedo levantar. ¿Cómo he conseguido andar? El hombre me preguntó sobre esta cuestión y yo le dije: -La mente no puede pensar en dos cosas a la vez. La parálisis era un pensamiento de la mente, pero cuando la casa se prendió fuego, la mente estaba tan pendiente del fuego que desapareció el primer pensamiento -mis piernas están paralizadas- iY saliste corriendo de la casa! La mente sólo puede estar profundamente concentrada en una cosa a la vez. El experimento de esta mañana se trata de escuchar en silencio el canto de los pájaros y el viento, toda la cacofonía de los sonidos que te rodean. Escúchalos en silencio. Presta atención sólo a una cosa: «Estoy escuchando. Estoy escuchando con totalidad a todo lo que sucede. No estoy haciendo nada más, sólo escuchar, escuchar con totalidad». Insisto en esto porque cuando escuchas con totalidad, el movimiento continuo de tus pensamientos internos se quedará absolutamente quieto, porque las dos cosas no pueden suceder simultáneamente. Así que haz un gran esfuerzo por escuchar. Es un esfuerzo positivo.
Si intentas desterrar los pensamientos empezará a repetirse el error que te acabo de contar. Es un esfuerzo negativo. Los pensamientos no se pueden desterrar haciendo un esfuerzo para librarse de ellos, pero cuando la energía de la mente que habitualmente se destina a pensar empieza a fluir en otra dirección los pensamientos se debilitan automáticamente. Los médicos del hombre paralizado solían decirle: -Olvídate de esa idea que tienes en la cabeza de que estás paralizado. En realidad, no estás paralizado. Pero cuanto más intentaba el hombre desterrar este pensamiento, más recordaba su parálisis: «si no estoy paralizado ¿por qué sigo repitiendo no estoy paralizado?». Cada vez que repetia: «No estoy paralizado» estaba fortaleciendo e intensificando la idea de que estaba paralizado. La mente de este hombre necesitaba distraerse. No era necesario intentar desterrar el pensamiento de que estaba paralizado. Si hubiese tenido la oportunidad de implicarse en cualquier otra cosa, su parálisis habría desaparecido, porque era una parálisis mental, no física. Era necesario dejar su mente a un lado para que la parálisis desapareciera.
Afortunadamente, se le quemó la casa. A veces, lo que parece un desastre acaba siendo una suerte. Esta vez fue una suerte que se le incendiara la casa a este hombre porque, de repente, tuvo que desviar toda su atención hacia el fuego. Su mente se desvió de la parálisis a la que se había estado agarrando y desapareció el engaño. Era una ilusión, nada más. En la realidad no había cadenas sino una maraña de pensamientos. Cuando la mente del hombre se distrajo, sus pensamientos se secaron y se quedaron sin vida, porque los pensamientos toman vida por la atención que les prestas. Los pensamientos no tienen vida propia. Cuanta más atención le das a un pensamiento, más vivo se vuelve. Cuanto más le retiras la atención, más muerto está. Si les retiras totalmente la atención, los pensamientos se quedan sin vida, se mueren y desaparecen inmediatamente. Por eso estoy diciendo que debes poner toda la atención en escuchar. Decide que debes prestar atención absoluta hasta al menor canto de un pájaro, no debes dejarlo pasar por alto. Debes escucharlo todo, cualquier cosa que suceda a tu alrededor. Entonces, finalmente te darás cuenta de que la mente entra en un silencio profundo, los pensamientos se desvanecen. Sólo debes hacer una cosa: relajar tu cuerpo. Ayer te dije que tensaras primero la mente, pero es posible que me hayas malinterpretado. Relaja la mente, no la tenses. No es necesario, porque si adquieres el hábito de tensar la mente, eso mismo se convertirá en un problema. Olvídate de esa idea; no formaba parte de esta meditación. Te lo dije para que vieras la diferencia que hay entre tener la mente tensa y relajada. Pero, por ahora, olvídate de todo lo que no entiendas. Simplemente, relaja la mente. Por favor, sentaos todos a una cierta distancia del otro. Nadie debería estar en contacto con nadie. Poneos aquí delante. Venid aquí o id al fondo, pero no debéis estar en contacto. Deja que el cuerpo se relaje totalmente y después cierra lentamente los ojos. Los ojos deben estar suavemente cerrados, sin forzarlos. No debes apretarlos; si no, sentirás que los estás forzando. Los músculos de los ojos están muy relacionados con la mente, permite que se relajen. Deja que tus párpados caigan como los de un niño. Deja que los párpados caigan lentamente, relajadamente. Después relaja los músculos de la cara y la cabeza. Has visto la cara de un niño, totalmente relajada, sin tensiones. Haz que tu cara esté así, absolutamente suelta y relajada. Deja que se relaje también el cuerpo. Cuando todo esté relajado espontaneamente la respiración también será relajada y tranquila. Después haz sólo esto: escucha en silencio todos los sonidos que te rodean. Un cuervo emitirá un sonido, un pájaro emitirá un sonido, un niño hablará en la calle... escúchalo todo en silencio. Sigue escuchando y escuchando, y escuchando, y todo se quedará en silencio en tu interior. Escucha, escucha en silencio durante diez minutos. Deja que toda la atención se centre en esuchar. Solamente escucha, no hagas nada más. Escucha los pájaros cantan, el viento sacude los árboles, cualquier sonido que oigas, escúchalo atentamente.
Escucha y poco a poco, en tu inferior, empezará a susurrar el silencio La mente se está quedando tranquila. Sigue escuchando y escuchando. La mente se está quedando tranquila, la mente se está quedando tranquila... la mente se está quedando tranquila... -La mente se ha quedado tranquila, la mente se ha quedado absolutamente tranquila. Hay un profundo silencio en tu interior. Escúchalo, solamente escúchalo. Escucha... y poco a poco la mente se queda en silencio. La mente se está quedando en silencio, la mente se está quedando en silencio, la mente se está quedando en silencio. Sigue escuchando, sigue escuchando, la mente se está quedando en absoluto silencio...
CAPITULO CINCO. La Verdadera Sabiduría
Amados míos: El estado de la mente del hombre es como una colmena de abejas ajetreadas: pensamientos y más pensamientos dando vueltas y vueltas. Rodeado de estos pensamientos, el hombre vive lleno de ansiedad, tensión y preocupaciones. Para reconocer y conocer la vida, la mente necesita estar en silencio, como un lago sin olas. Para familiarizarse con la vida, la mente tiene que estar tan limpia como un espejo sin polvo. Tu mente parece una colmena de abejas: no es un espejo ni un lago silencioso. Si crees que puedes ser capaz de saber algo con una mente así, si crees que serás capaz de llegar a algo o convertirte en algo, te estás equivocando. Es absolutamente necesario que te liberes de este fluir constante de pensamientos. Tener pensamientos y más pensamientos dando vueltas no es una señal de salud, es señal de una mente enferma. Cuando una mente está totalmente pura y limpia, cuando está sana, los pensamientos desaparecen. La consciencia sigue estando, pero los pensamientos desaparecen. Cuando la mente está enferma y no está sana, desaparece la consciencia y sólo quedan un montón de pensamientos. Vives en ese montón de pensamientos. Desde la mañana hasta la noche, desde la noche hasta la mañana, desde el nacimiento hasta la muerte, vives en un montón de pensamientos. ¿Cómo te puedes librar de ese montón de pensamientos? He dicho algunas cosas esta mañana y habéis hecho preguntas relacionadas con lo que he hablado. Ahora responderé a esas preguntas. En primer lugar, librarse de los pensamientos es el segundo paso. De entrada, el primer paso es no crear un montón de pensamientos. Si por un lado vas acumulando pensamientos y por otro intentas librarte de ellos, ¿cómo vas a conseguirlo? Si quieres librarte de las hojas de un árbol pero sigues regando las raíces, ¿cómo vas a librarte de las hojas? Cuando riegas las raíces, parece que no te das cuenta de que las hojas y las raíces están relacionadas, íntimamente relacionadas. Las raíces y las hojas parecen estar separadas, pero las hojas no están separadas de las raíces y el agua que echas en las raíces llega hasta las hojas. Acumulas muchos pensamientos y riegas sus raíces y después, cuando esos pensamientos abandonan la mente, te sientes incómodo y molesto y los quieres silenciar. Pero para que un árbol deje de echar hojas tienes que dejar de regarlo. Deberías entender cómo riegas las raíces de tus pensamientos. Si consigues entenderlo, podrás detenerlos. Y no pasará mucho tiempo antes de que las hojas se marchiten. ¿Cómo riegas tus pensamientos? Desde hace muchos miles de años el hombre ha tenido la ilusión de llegar a adquirir sabiduría por medio de los pensamientos de otros. Esto es absolutamente falso y erróneo, nadie puede adquirir sabiduría acumulando los pensamientos de los demás. La sabiduría viene de dentro y los pensamientos vienen de fuera. La sabiduría es tuya y los pensamientos siempre son de otros, siempre son prestados. La sabiduría es el latido de tu propio ser, es la aparición de lo que está escondido dentro de ti. Los pensamientos son una recolección de lo que los demás te han dicho; puedes extraerlos del Gita, del Corán, de la Biblia o de cualquier maestro o líder religioso. Todo lo que obtienes de los demás no se convierte en tu sabiduría, sino que se transforma en la forma y medio de esconder tu ignorancia. Y cuando la ignorancia de una persona se esconde, nunca podrá adquirir sabiduría. Porque como tienes el concepto de que es tu sabiduría, le aferras a ella con todo tu ser.
Te aferras a tus pensamientos, no tienes el valor suficiente de renunciar a ellos. Los defiendes porque crees que son tu sabiduría y que si los pierdes serás un ignorante. Pero recuerda que por mucho que te aferres a tus pensamientos no te volverás un conocedor gracias a ellos. Cuando alguien hace un pozo, primero saca la tierra y las piedras y después el agua se filtra por las paredes del pozo y éste se llena. El agua ya está ahí, no hay necesidad de traerla de ningún sitio. Sólo hay que quitar a!gunas piedras y unas capas de tierra. Hay algunos impedimentos, algunos obstáculos, pero cuando los quitas, el agua aparece. No ha sido necesario traer agua al pozo, ya estaba allí, sólo había que quitar algunos obstáculos. La sabiduría ya está presente en tu interior, no hay que obtenerla de ningún otro lugar. Su fuente está escondida en tu interior; solamente hay algunos obstaculos -las piedras y la tierra que hay que ir retirando al excavar. Entonces: empezarán a brotar las fuentes de la Sabiduría. Pero puedes construir un pozo o hacer un estanque. Hacer un estanque es otra cosa Para hacer un estanque no necesitas buscar una fuente natural de agua. La forma de hacer un estanque y la forma de hacer un pozo son completamente opuestas. Para hacer un estanque no tienes que sacar las piedras y la tierra, sino que tienes que traerlas de otro lugar y construir un muro con ellas. Y cuando has construido el muro el agua no llega espontaneamente sino que tienes que sacar el agua de algún otro pozo para llenar el estanque. Aparentemente, el estanque da la impresión de ser un pozo. Parece un pozo. Puedes ver agua en el estanque y puedes ver agua en el pozo, pero la diferencia entre el estanque y el pozo es la misma diferencia que hay entre la tierra y el cielo. La primera diferencia es que un estanque no tiene agua propia. No hay nada en el mundo que pueda calmar tu sed a menos que sea tuyo. Todo lo que hay en el estanque es prestado, pronto se estancará y se estropeará, porque todo lo que es prestado no está vivo, está muerto. El agua del estanque se queda estancada, podrida, y pronto empieza a oler. Pero un pozo tiene su propia fuente de agua, el agua nunca se queda estancada. Un pozo tiene agua corriente. En un pozo y en un estanque ocurren dos procesos diferentes. El estanque tiene miedo de que alguien se lleve el agua, porque si el agua se va, se quedará vacío. El pozo quiere que alguien saque el agua para que se pueda llenar de más agua fresca, agua fresca y viva. El pozo grita: «Saca agua, quiero compartida»; y el estanque grita: «Vete. iNo toques mi agua, no te lleves mi agua!". El estanque quiere que quien tenga agua llegue y lo llene para que pueda aumentar su caudal. Pero si alguien llega con un cubo, el pozo quiere que la persona saque agua para poder librarse del agua vieja y pueda entrar agua nueva. El pozo quiere compartir, el estanque quiere atesorar. El pozo tiene corrientes conectadas con el océano. El pozo parece pequeño, pero en el fondo está conectado con el infinito. Por más grande que parezca un estanque, no está relacionado con nadie, se acaba en sí mismo y está cerrado. No hay una corriente, no tiene forma de conectarse con el infinito. Si alguien va al estanque y le habla del océano, el estanque se reirá y dirá: «No existe nada parecido a un océano. Todo es un estanque. El océano no existe». El estanque no sabe lo que es el océano. Pero si alguien alaba la belleza del pozo, el pozo pensará: «¿Hay algo que sea mío?
Todo viene del océano. ¿Qué soy yo? Todo lo que me llega está conectado con algo que está muy lejos de mí». Un pozo no puede tener un «Yo» propio, un sentimiento de «ego», pero un estanque tiene un ego y un sentimiento de «Yo soy». Y lo interesante es que el pozo es muy grande pero el estanque es muy pequeño; el pozo tiene su propio caudal, pero el estanque no tiene un caudal propio. La mente del hombre se puede convertir en un pozo o en un estanque; éstas son las dos formas en que se puede desenvolver la mente humana. Y la persona cuya mente se convierte en un estanque poco a poco se volverá loca.
Todas vuestras mentes se han convertido en estanques. No habéis hecho pozos, habéis hecho estanques. Recolectáis cosas de todo el mundo: de los libros, de las escrituras, de las enseñanzas...; recolectáis todas esas cosas y creéis que os habéis vuelto cultos. Habéis cometido el mismo error que el estanque. El estanque creyó que era un pozo, y este engaño ocurre porque ves que hay agua en los dos sitios. Puedes encontrar sabiduría en un erudito, un profesor o una persona consciente, pero el erudito es un estanque y la persona consciente es un pozo. Hay una gran diferencia entre los dos. No puedes imaginarte lo fundamental y básica que es esta diferencia. La sabiduría de un erudito es prestada, está rancia, podrida. Los problemas que han surgido en el mundo se deben a la sabiduría de los eruditos. ¿De quién es la lucha entre hinduistas y musulmanes? Es la lucha de los eruditos. El enfrentamiento entre los jainistas y los hinduistas es el enfrentamiento entre los eruditos. Es un enfrentamiento entre eruditos, es un enfrentamiento entre mentes podridas, prestadas y rancias. Todos los problemas del mundo se deben a las mentes que se han convertido en estanques. De lo contrario, en el mundo sólo habría gente, nadie es cristiano, hindú, musulmán ni jainista. Sólo son etiquetas para los estanques.
El estanque se etiqueta a sí mismo, se pone la etiqueta del pozo del que extrae el agua, alguien extrae agua del Gita y es hindú; otro extrae agua del Corán y es musulmán. La persona consciente no extrae agua de los demás, el agua sale de su interior. Sale de la existencia, por eso no puede ser hindú ni musulmán ni cristiano. La persona consciente no puede pertenecer a una secta, pero los eruditos no pueden vivir sin una secta. Siempre que haya un erudito pertenecerá a alguna secta. Has convertido a tu mente en algo rancio, prestado, y después te aferras a ella. Como dije, un estanque grita: «iNo me quites el agua! Si te llevas el agua me quedaré vacío, me quedaré sin nada. Mi caudal es prestado, nadie debe llevárselo». Recuerda, un caudal que disminuye cuando se utiliza siempre es un caudal prestado y falso y el caudal que aumenta cuando se utiliza es verdadero. Sólo la riqueza que aumenta al compartirla es verdadera riqueza. Por tanto, la naturaleza de la riqueza es tal que aumenta: cuando se comparte. Si disminuye cuando se comparte, entonces no es riqueza. Y del mismo modo, quien teme que desaparezca su riqueza al compartirla tiene que cuidar mucho de ella. La riqueza prestada es un problema. Como nunca es verdadera,surge el miedo de que desaparezca y te aferras a ella con más fuerza. Te aferras con fuerza a tus pensamientos. Te importan más que tu propia vida. Toda esa basura que has acumulado en tu mente no está ahí por casualidad: tú lo has decidido, tú la has acumulado y estás ocupándote de ella. Si crees que la sabiduría surge por la acumulación de pensamientos, nunca serás capaz de librarte de ellos:
¿Cómo te vas a librar? Es como regar las raíces y cortar las hojas, es imposible. La primera cuestión fundamental que hay que comprender es que la sabiduría y tu colección de pensamientos son dos cosas distintas. Los pensamientos adquiridos o prestados no son sabiduría. Los pensamientos tomados de otras fuentes no conducen al hombre a la verdad o a sí mismo. Esta sabiduría es falsa, es una seudo sabiduría. Te crean la ilusión de que has alcanzado la sabiduría, pero en realidad no sabes nada sigues siendo ignorante. Esta es la misma situación de alguien que ha leído muchos libros sobre natación y ha aprendido tanto sobre el tema, que podría dar una conferencia sobre natación o escribir un libro si tuviera que hacerlo, pero si alguien le empuja al agua es evidente que no sabe nadar. Ha leído y ha aprendido todo sobre el tema, sabe la teoría pero en la práctica no sabe nadar. Había un faquir musulmán llamado Nasruddin. Un día, mientras estaba cruzando un río sentado en un barco, el barquero y él iban charlando por el camino. Nasruddin tenía fama de ser un erudito. Si un erudito tiene la oportunidad de demostrar que otra persona es ignorante, no la desaprovecha. Nasruddin le preguntó al barquero: -¿Sabes leer? El barquero dijo: -Sé hablar, pero no sé leer ni escribir. Nasruddin dijo: -Has desperdiciado la cuarta parte de tu vida inútilmente porque si no sabes leer, ¿cómo vas a adquirir sabiduría en tu vida? ildiota! ¿Cómo se puede adquirir sabiduría si no se sabe leer? Pero el barquero empezó a reírse en voz baja... Después continuaron un poco más allá y Nasruddin preguntó: -¿Sabes algo de matemáticas?
El barquero contestó: No, no sé absolutamente nada de matemáticas. Sólo sé contar con los dedos. Nasruddin dijo: -Has desperdiciado otra cuarta parte de tu vida inútilmente, porque si alguien no sabe nada de matemáticas, si ni siquiera sabe calcular, no podrá ganarse demasiado la vida. ¿Cómo va a hacerlo? Para ganarse la vida hay que saber contar. ¿Qué puedes ganar? Has desperdiciado la mitad de tu vida. Entonces se desató una tormenta, se formó un huracán y el barco se volcó y se hundió. El barquero dijo: -¿Sabes nadar? -iNo, no sé nadar! -exclamó Nasruddin. -Has desperdiciado toda tu vida -gritó el barquero-. Yo me voy; No sabré matemáticas ni sabré leer, pero sí sé nadar. Así que me marcho. Has desperdiciado toda tu vida. Hay verdades en la vida que sólo pueden ser conocidas por tu ser; no se pueden conocer a través de los libros o las escrituras. La verdad del alma o la verdad de la existencia sólo puede ser conocida por tu ser, no hay ninguna otra forma. Por medio de lo que está escrito en las escrituras -podemos leerlo, podemos entenderlo, podemos aprenderlo de memoria, podemos contárselo a los demás- no adquiriremos ninguna sabiduría.
La acumulación de hechos y las opiniones de los demás no son un signo de sabiduría, sino simplemente un signo de ignorancia. Una persona consciente y despierta está libre de toda esa «sabiduría». No hay ninguna posibilidad de que siga acumulando datos: él se conoce. Con ese autoconocimiento la mente ya no es una colmena ajetreada; es un espejo, un lago silencioso. Tu mente es una colmena ajetreada de pensamientos que has estado alimentando porque crees que son sabiduría. Les has hecho espacio en tu casa, los has transformado en residentes. Has convertido tu mente en un caravasar: cualquiera puede quedarse siempre que vaya disfrazado de sabiduría; entonces tendrá derecho a quedarse. Y la multitud que hay en este caravasar ha ido creciendo y aumentando tanto, que se ha vuelto difícil decidir quién es el amo de esta multitud. Los invitados están haciendo tanto ruido que el que grita más fuerte se convierte en el amo; y no sabes quién es el verdadero amo. Cada pensamiento grita fuerte que él es el amo, de modo que en este caravasar atestado es imposible saber quién es el verdadero amo. Ningún pensamiento se quiere marchar. ¿Cómo vas a conseguir que se marchen si les has invitado a quedarse? Es fácil invitar a alguien, pero no es tan fácil deshacerse de él. Estos invitados se han ido acumulando en la mente del hombre desde hace miles de años y si tuvieras que despedirlos hoy no sería fácil deshacerse de ellos. Pero es posible librarte de ellos si entiendes la naturaleza de tus ilusiones. Alimentas todos estos pensamientos debido a tu ilusión de que son sabiduría. Así que lo primero que debes comprender es que
todos los pensamientos prestados son inútiles. Cuando eso esté claro, habrás cortado de raíz tu colección de pensamientos e ideas, habrás dejado de regar sus raíces. Un viejo sabio iba por el bosque con uno de sus jóvenes monjes. Anochecía y empezaba a oscurecer. El viejo sabio le dijo al joven monje: -Hijo, ¿crees que hay algún peligro en este camino? El camino atraviesa un bosque tupido y está anocheciendo. ¿Hay algo que temer? El joven monje estaba muy sorprendido porque un sannyasin no debería tener miedo. Tanto si era una noche oscura o clara, tanto si era en el bosque o en la calle, era una sorpresa que un sannyasin tuviese miedo. Y este anciano nunca había tenido miedo. ¿Qué le ocurría hoy? ¿Por qué tenía miedo? Algo estaba pasando. Siguieron un poco más y la noche se hizo más oscura. El anciano volvió a preguntar: -¿Hay algún problema? ¿Llegaremos pronto al próximo pueblo? ¿A qué distancia está? Después se pararon junto a un pozo para lavarse las manos y la cara. El anciano le dio el saco que llevaba al hombro y le dijo: -Cuídamelo. El joven pensó: -Debe haber algo dentro de este saco; si no, no es posible que tenga miedo ni que me diga que tenga cuidado. Para un sannyasin no era habitual tener que cuidar de algo; si no, no tendría sentido hacerse sannyasin, porque es el amo de la casa quien tiene cosas que cuidar. ¿Qué es lo que tiene que cuidar un sannyasin? El anciano empezó a lavarse la cara; entonces el joven metió la mano en el saco y encontró un ladrillo de oro. Ahora entendía el motivo de su miedo. Lanzó el ladrillo lejos en el bosque y metió una piedra del mismo peso dentro del saco. El anciano volvió deprisa después de lavarse la cara y rápidamente cogió la bolsa, la tocó, la sopesó, se la colocó al hombro y empezó a caminar de nuevo. Después de andar un rato dijo: -Está oscureciendo mucho, ¿nos hemos equivocado de camino? ¿Hay algún peligro?
El hombre joven dijo: -No tengas miedo. He tirado el miedo. El viejo sabio se sobresaltó. Miró inmediatamente dentro de la bolsa y vio que en lugar del oro había una piedra. Se quedó aturdido un momento, pero después se empezó a reír y dijo: -He sido un idiota. Estaba cargando con una piedra; sin embargo, tenía miedo porque creía que se trataba de un ladrillo de oro. Cuando se dio cuenta de que llevaba una piedra, la tiró y le dijo al joven monje: -Esta noche dormiremos aquí porque es difícil no perderse en la oscuridad. Esa noche durmieron tranquilamente en el bosque. Si crees que tus pensamientos son ladrillos de oro, los cuidarás y estarás aferrado a ellos. Pero quiero decirte que no son ladrillos de oro, sólo son piedras pesadas. Lo que crees que es sabiduría no es sabiduría en absoluto; no es oro, sólo es una piedra. La sabiduría que adquieres de los demás sólo es una piedra; únicamente es oro la sabiduría que surge de tu interior. El dia que te des cuenta de que estás cargando con una piedra en tu bolsa será el día que se resuelva esta cuestión. Entonces no te costará trabajo tirar la piedra. No cuesta nada tirar la basura, pero es difícil tirar el oro. Mientras sigas creyendo que tus pensamientos son sabiduría no podrás tirarlos, y tu mente seguirá preocupada. Puedes intentar calmarla de mil maneras, pero no funcionará. En el fondo quieres que sigan estando los pensamientos porque crees que son sabiduría.
Las mayores dificultades de la vida están en creer que algo es lo que no es. Entonces surgen todo tipo de problemas. Si alguien piensa que una piedra es un ladrillo de oro, entonces empieza el problema. Si alguien se da cuenta de que una piedra es una piedra, se acabó el problema. El tesoro de tus pensamientos no es un verdadero tesoro, este hecho tiene que quedar claro. Pero, ¿cómo puedes entenderlo? ¿Lo entenderás porque lo diga yo? Si lo entiendes porque lo digo yo, ese entendimiento es prestado, es inútil. No hay posibilidad de que entiendas algo porque lo digo yo, tienes que verlo, descubrirlo y reconocerlo tú mismo. Si el joven monje le hubiese dicho al anciano: -Sigue caminando. No te preocupes. En el saco sólo hay una piedra, no es oro. Eso no habría cambiado nada hasta que el hombre comprobara que era verdad con sus propios ojos. Si el joven se lo hubiese dicho, no le habría creído. Simplemente, se habría reído del joven y habría pensado que era muy joven, ignorante, que no sabía nada. O le habría creído y habría aceptado sus palabras, pero su aceptación habría sido falsa; en el fondo habría seguido pensando que tenía que seguir escondiendo el ladrillo de oro. La diferencia consistía en verlo él mismo. Por tanto, es necesano mirar dentro del saco de tu mente para ver si lo que cree que es sabiduría lo es realmente, o si sólo has acumulado basura. Has acumulado los sutras del Gita, las declaraciones de los Vedas, las palabras de Mahavira y de Buda, y estás acordándote de ellas, pensando en ellas y buscándoles sentido constantemente. Insistes en leer y escribir comentarios sobre ellas y en discutirlas con los demás. Esto ha originado una locura absoluta.
La verdadera sabiduría no tiene relación con esta locura. De ahí no surgirá ninguna llama en tu vida, ninguna luz. Y acumulando toda esta basura, te haces la ilusión de que has adquirido una gran sabiduría, de que eres un gran maestro, de que tienes mucho, de que tu bodega está llena; vivirás así tu vida destruyéndola. Un joven monje estaba pasando una temporada en un monasterio. Había ido para estar en presencia de un sabio anciano, pero al cabo de unos días le pareció que este anciano no sabía nada de nada. Se cansó de oír las mismas cosas todos los días. Pensó que debía irse de ese monasterio y buscar otro maestro en algún lugar; éste no era su sitio. Pero el día que se iba a marchar llegó otro monje al monasterio. Esa noche los residentes del monasterio se reunieron y hablaron de muchas cosas. El nuevo monje era un gran erudito y sabía muchas cosas, era muy sutil y sensible. Profundo y muy vivo; y el joven monje pensó que así es como debería ser un maestro. Al cabo de dos horas el nuevo monje había hipnotizado a todo el mundo. El joven monje pensó que el viejo maestro debía estar muy triste y deprimido por no haber aprendido nada siendo tan viejo, mientras que el recién llegado sabía tanto. Cuando habían pasado dos horas y las conversaciones habían concluido, el monje invitado miró al viejo maestro y le preguntó: -¿Le ha gustado mi discurso? El anciano dijo: -¿Mi discurso? Estabas hablando, pero nada de lo que decías era tuyo. He estado escuchando atentamente para ver si decías algo, pero no has dicho nada de nada. El monje invitado replicó: -Si yo no estaba hablando, ¿quién es el que ha estado hablando durante dos horas? El anciano dijo: -Si me pides mi opinión verdadera y sincera, te diré que estaban hablando por medio de ti los libros y las escrituras, pero tú no estabas diciendo nada en absoluto. No has dicho ni una sola palabra. Estabas escupiendo, vomitando todo lo que has acumulado. Y a consecuencia de tus vómitos me temo que estás muy enfermo. Has estado vomitando durante dos horas todo lo que se ha acumulado en tu estómago y has llenado toda la habitación con la suciedad y el olor. Ni siquiera he sentido un poco de aroma de sabiduría, porque todo lo que se toma de fuera y se vuelve a echar fuera inevitablemente tendrá el olor del vómito. Tú personalmente no has dicho nada, ni una sola palabra era tuya. Después de oír al anciano sabio, el joven monje que se había querido marchar del monasterio decidió quedarse.
Comentarios
Feliz dia Herman@ espero estes muy bien y bendiciones a tu vida una pregunta ;) la parte 6 del audiolibro el libro del hara De osho la tienes? es que al descargar todas las partes me Di cuenta De ESO y el final de la 5 no coincide con el principio De la 7 quiere decir que falta la 6 :) si la tienes por fa compartela un Fuerte Abrazo, muchisimas gracias por todo lo que compartes y gracias De antemano pot compartir la parte 6
gracias...
Gracias por este audio y todos los de EL CENTRO DEL SER. OSHO