LAS LLAVES DEL REINO INTERNO, CONOCIMIENTO DE SÍ MISMO. parte 2/12
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Esta es la Unión con la Unidad, en donde la conciencia se conoce a sí misma y a los demás a ella unidos, entonces se identifican el Conocedor, lo conocido y el conocimiento. Vibración La vida es movimiento y el movimiento al afectar la forma, es vibración.
Vibración o movimiento es el cambio de lugar en la revolución del tiempo.
En el Uno inmutable, en el Íntimo, no puede existir el movimiento: por esto tuvo que diferenciarse de Sí Mismo para que existiera la vida en movimientos. La vida de movimiento rítmico y armónico es salud y felicidad; la vida arrítmica e inarmónica es muerte y desgracia: vida y muerte son dos hermanas gemelas, hijas del movimiento.
Entonces el movimiento surge cuando el UNO se manifiesta en los muchos.
El Espíritu es la Unidad; la esencia de la materia es diversidad y cuando ambos surgen del Íntimo Dios, el reflejo de su Omnipresencia en la multiplicidad de la materia es movimiento infinito y perpetuo.
El Espíritu está en la Unidad y en la diversidad de la materia. El movimiento rítmico envuelve cada átomo en cada ser, unidos o separados.
Cada átomo al vibrar, comunica sus vibraciones a los compañeros que le circundan y éstos a los demás, así como cuando vibra una nota en un instrumento, afecta a todas las demás cuerdas afines de otro instrumento que está en su circulo de radiación, aunque en menor grado.
De la misma manera podemos decir que los pensamientos, los deseos y las acciones son manifestaciones o vibraciones en la materia del entendimiento, de la voluntad y de la actividad, aunque difieren fenomenalmente por el distinto carácter de la vibración.
El pensamiento vibra en la atmósfera mental, así como la luz vibra y afecta a los ojos.
La luz es la vibración del éter que afecta a los ojos; el sonido es la vibración del mismo éter que afecta a los oídos. También el pensamiento es la vibración que afecta a la mente: todo es vibración, desde el metal hasta el Espíritu.
El conocedor en el hombre tiene actividad en estas vibraciones, y todo lo que puede responder o reproducir, es conocimiento. De manera que el conocimiento es aquel puente de la materia vibratoria, o es la imagen causada por una combinación de ondas que une al Conocedor con lo conocido y les pone en contacto. De esta manera forma la Unidad del Conocedor, lo conocido y el Conocimiento.
EL CONOCEDOR Y LA MENTE
Tenemos que insistir sobre el tema porque es la base de todo verdadero conocimiento y es, al mismo tiempo, los cimientos de todos los arcanos. ¿Ha usado alguna vez, el lector, aunque por un instante, lentes de color, y si es así, cómo ha visto los objetos?
Este ejemplo nos sirve para comprender al Conocedor y a la mente. Por lo pronto podemos comparar al centro de visión en el cerebro, con el conocedor, a los objetos vistos a través del lente de color con las cosas conocidas, mientras que el ojo es el puente que une a los dos; y nos apresuramos a decir que la mente no es el conocedor y debe siempre distinguirse cuidadosamente de él. La mente no es nada más, que un instrumento para obtener el conocimiento, es como el ojo, instrumento de la visión y no es la misma visión.
La mente es dual: concreta y abstracta. La mente concreta es la que influye y está influida por cada unidad separada de la conciencia, como el hombre que coloca en sus ojos un vidrio de color.
El Conocedor está allí pero conoce las cosas según el cristal a través del cual miran los ojos; esto es con muy limitada expresión.
Todos los efectos de nuestros pasados pensamientos, deseos y obras, forman en nosotros la Mente que es una parte del NO-YO, modelada por nuestro propio uso, y sólo por medio de ella podemos conocer.
Todas las impresiones venidas del exterior se modifican y son modificadas por esta masa existente; de manera que no podemos cambiarla bruscamente por un esfuerzo de voluntad, ni prescindir de ella, ni quitarle instantáneamente sus imperfecciones.
El Conocedor se halla inconsciente de la influencia de la mente como quien hubiese visto, por medio de un cristal azul, toda la vida. En este sentido podernos decir que la ilusión no existe en las cosas vistas sino en la mente que ha usado del vidrio de color.
"La Mente es el Creador de la ilusión", dice el Libro de los preceptos de Oro.
La Mente abstracta es aquella parte superior de la mente humana que estudia las cosas tal como son, en su aspecto fenomenal en vez de mediante las vibraciones modificadas por la mente concreta. También puede conocerse la idea, en el mundo de los números, de la cual la forma expresa el aspecto fenomenal. La mente abstracta funciona cuando está libre de la mente concreta y de sus sentidos.
En resumen, el estado actual del hombre conoce las impresiones de las cosas, por medio de su mente concreta y no las cosas en sí por la mente Abstracta.
EN EL MUNDO MENTAL
El mundo mental es un vasto reino cuyo soberano es el Pensamiento. Este mundo está lleno de seres vivientes, creados por nosotros, compuestos del mismo material mental, como los seres terrestres se componen del material terreno.
Este reino es una región del Universo, que todo lo compenetra e igual al mundo físico tiene varias divisiones y subdivisiones en su composición; pero sus vibraciones no responden sino al poder del pensamiento.
La parte superior del mundo mental se compone de varios tipos fundamentales. Cada tipo domina sobre sus divisiones y subdivisiones. La diferencia entre el pensamiento abstracto y el pensamiento concreto consiste en la rapidez o la lentitud de las vibraciones. El pensamiento puro tiene vibraciones rapidísimas, mientras que el grosero es muy lento y no puede afectar los grados sutiles de la materia mental. Rogamos al lector que medite bien en esto.
No decimos en nuestra definición, buenas y malas, términos que no son adecuados en la ciencia espiritual. Para el espiritualista, el mal es la lentitud de las vibraciones que se desvanecen antes de llegar al reino de los Cielos y esta lentitud impide la evolución del hombre; mientras que el bien es la rapidez de las vibraciones que atraviesan los siete cielos y llegan constantemente hasta el mismo trono del Señor. En esta rapidez consiste la evolución del hombre.
Nunca se debe olvidar este importantísimo punto, si se quiere emplear las diversas llaves del Reino que conducen a la Unión con el Íntimo por medio del pensamiento.
El pensador constituye sus vehículos cada día y hora de nuestra vida, dándonos la ocasión de aplicarlos a fines elevados que nos conducen a la Unión con el Dios Íntimo. Despiertos o dormidos estamos creando, con nuestros pensamientos, elementos y materiales para edificar nuestro cuerpo mental.
Cuando el pensamiento afecta la sustancia mental que le rodea, crea vibraciones en la conciencia, aunque con pensamiento fugaz, atrae átomos mentales al cuerpo mental, al mismo tiempo expele otros; de manera que la fuerza del pensamiento es dual: centrípeta y centrífuga.
De aquí que su movimiento es y causa en la materia la atracción y la repulsión.
Los pensamientos bajos y viles atraen al cuerpo mental materiales groseros adecuados a su expresión; pero al mismo tiempo repelen a los finos y rápidos para ocupar sus puestos; de la misma manera sucede con los pensamientos armónicos y buenos que una vez alojados en la atmósfera mental desalojan a los groseros y densos. Admitiendo estos hechos exactos, se comprende la infinita responsabilidad que constituye la educación del niño en sus primeros años y la importancia de infundirle buenos pensamientos y obligarle a la repetición de ciertos actos que los desarrollan, para influir en el estado de ánimo de tal manera, que a partir de un cierto momento de la vida ejerzan en él una acción benéfica.
Las vibraciones del pensamiento están siempre en lucha y según la clase de material que hemos empleado para construir el cuerpo mental en el pasado, así será nuestro poder para responder a los pensamientos que vienen del exterior. Si nuestro cuerpo mental ha expelido la materia densa y grosera, los pensamientos bajos no tendrán respuesta en nosotros; como por ejemplo un ser puro, cuando ve a un hombre besando a una mujer nunca se le ocurre pensar mal por lo que ha visto, sino le atribuye a un beso fraternal, paternal o conyugal.
No sucede así cuando el cuerpo mental está formado de materiales groseros, porque entonces el pensamiento afectará de una manera siniestra.
La compañía de un hombre santo produce en nosotros vibraciones santas, que nos ayudan a desechar de nuestra mente lo grosero; por eso dice el refrán: Dime con quién andas para decirte quién eres.
Las vibraciones mentales del verdadero Maestro impregnan a toda mente, despertando en ella átomos de altas vibraciones que afectan a la conciencia. No es necesario que un maestro dé consejos para la resolución de los problemas de cada persona: basta que esta persona se impregne de los pensamientos puros de un Maestro para que su propio Pensador resuelva todas las dificultades. Esta es la ÚNICA ventaja que se puede adquirir en la compañía del Maestro, mas no como todos creen que el Maestro nos conduce con la mano hasta dejarnos en el mismo reino de Dios.
El hombre es su propio constructor y modelador de su propia mente. Las lecturas o el consejo de un hombre pueden proporcionar materiales adecuados para pensar y el pensamiento tiene su valor en el uso que de él se hace; mas las lecturas y los consejos no forman la mente.
El secreto consiste en construir por medio del pensamiento puro un cuerpo mental puro, apto para recibir las manifestaciones del ÍNTIMO y al mismo tiempo para emitir estas radiaciones a los demás. Entonces puede el hombre Dios decir y con razón: YO SOY EL; EL ES YO.
CAPÍTULO IV
EL GENESIS
En el principio Dios (el Íntimo) creó el cielo y la tierra (Emanó de Sí el Espíritu y el cuerpo).
Pero la tierra (Cuerpo o materia primordial) estaba desnuda y vacía (del Espíritu de Vida) y las tinieblas estaban sobre la faz del Abismo (porque el Verbo no se había hecho carne):
y el Espíritu de Dios era llevado sobre las aguas (La voluntad del Íntimo era que su Espíritu sea introducido en las aguas, materia primordial para que forme el cuerpo).
Y dijo Dios: Sea hecha la Luz, y fue hecha la Luz (Esto es, que penetre el Espíritu de vida en la materia para la manifestación).
Y vio Dios la luz (la manifestación) que era buena; y separó a la luz de las tinieblas (A pesar de que el Espíritu Divino se va velando a medida de su descenso en la materia hasta el punto en que apenas se puede reconocer su Divinidad; sin embargo, esta energía no deja de estar presente, aunque la limitan las formas finitas).
Para comprender mejor estos hermosísimos versículos podemos traducirlos de esta manera:
En el Principio EL ÍNTIMO, al dividirse o al hacerse dos para manifestarse, emanó de SI al PENSADOR, PADRE Y CREADOR del Cielo y de la Tierra o mejor dicho el MODELADOR, El Gran Arquitecto del Universo.
Cuando el Padre o PENSADOR concibe un pensamiento produce el Primer Movimiento llamado Espíritu Santo, el Dispensador de Vida-' en el seno de la VIRGEN MARIA (Materia primordial). Esta acción o Movimiento 3e gloriosa Vitalidad despierta los átomos y los dota de nuevas fuerzas de atracción y de repulsión. Así se forman las subdivisiones inferiores de cada plano.
En la materia así vivificada, nace el Hijo, la segunda persona de la Trinidad, se hace carne, se reviste de forma; nace de la Virgen. Así pues la Vida emanada del Padre Pensador al penetrar vibrando en la materia ambos sirven de vestidura al Hijo y se dice: "Nace el Espíritu Santo y de la Virgen María", y los tres forman el Templo del Íntimo Dios en el Hombre.
Cuando el Pensador, en el Hombre emite su pensamiento, éste le invita a obrar y el saber es "el conocimiento de las causas que producen los actos".
Este es el objeto- de la vida, junto con el desarrollo de la voluntad aplicada al resultado de la experiencia que nos conduce por el sendero de la luz.
¿CÓMO Y, EN DÓNDE?
El Íntimo Inefable y Absoluto tiene en la cabeza tres puntos, cada uno de los cuales es el asiento particular de cada uno de los tres Aspectos.
El Primer Aspecto, El Padre, domina exclusivamente la cabeza; el Segundo rige en el Corazón mientras que el Tercero domina sobre el sexo.
Es necesario meditar detenidamente en esto para comprender estudios posteriores. En realidad no hay más que un solo Íntimo pero mirado desde el mundo físico se refracta en tres aspectos.
El Padre tiene su asiento en un Átomo, llamado el Átomo del Padre, que se halla en el impenetrable punto de la raíz de la nariz o el entrecejo y su reino está en la cabeza; refleja en el hígado centro de emoción. El Hijo tiene su asiento en un Átomo en la Glándula Pituitaria y su reino está en el corazón que es el regente de la sangre que nutre a los músculos.
El espíritu Santo, cuyo Átomo está colocado en la Glándula Pineal, domina sobre el cerebro espinal hasta las glándulas sexuales.
El Padre en la raíz de la nariz, es el Poder Creador y Pensador. Tiene a su cargo los movimientos voluntarios.
El E. S. es el Poder Creador por los movimientos involuntarios como la digestión, asimilación, circulación, etcétera.
El hijo en el corazón tiene el Poder Creador por el conocimiento y el Amor.
La mente como instrumento para la adquisición del conocimiento es inestimable cuando obedece al Íntimo para gobernar por medio de sus tres aspectos; pero la mente está limitada por los deseos y sumergida en la egoísta naturaleza inferior, haciendo difícil que el Íntimo pueda gobernar el cuerpo. Cuando la mente recibe influencia del mundo interno invita a la quietud y la concentración; pero el cuerpo mental es constituido e influido por el mundo externo; tiende a expresar por medio de los músculos creados por el cuerpo de los deseos, que forman un camino directo hasta la mente que está pronta a aliarse al deseo. Esto es lo que impide al Íntimo y le priva del poder de manifestación por medio del movimiento voluntario del organismo.
Entonces el Íntimo toma otro camino para el dominio del cuerpo y se vale del Átomo del Espíritu Santo en la Pineal; pero este que domina el sistema cerebral y el sistema nervioso simpático, tiene un gran contendor que se halla en la base de este sistema: es el Enemigo secreto que domina la parte inferior del sistema, la defiende y hace de el un sistema involuntario; de manera que los actos voluntarios son bajo el dominio de la mente y los involuntarios son regidos por el enemigo secreto, creador del instinto y de la sensación. Entonces no le queda al Íntimo más que dominar al Átomo del Hijo en el corazón, porque este órgano participa, al mismo tiempo, de los actos voluntarios de la mente y de los involuntarios del sistema nervioso. Este es el único órgano en el cuerpo que posee los dos movimientos y es el más obediente al Íntimo. Como la obra activa del Íntimo está en la sangre, sea para alimentar al organismo, o sea al sistema nervioso que da vida a éstos y la sangre se convierte en el vehículo de la memoria subconsciente que moviliza toda la máquina humana.
Ahora bien, la sangre pasa cíclicamente por el corazón comunicándole la voluntad del Íntimo cada vez que pasa por él, y así el corazón se convierte en foco del Amor Altruista y al mismo tiempo órgano del Pensador. Por eso se dice: "Tal como el hombre piensa en su corazón, así es él" y por eso en la Biblia se habla, muchas veces, del corazón "Hijo mío, dadme vuestro corazón". "Y este pueblo me honra con sus labios, pero su corazón está lejos de mí, etcétera."
Cuando el pensamiento y el Amor se reúnen en el corazón invitan al hombre, por medio de los impulsos intuitivos, a obrar y sus obras serán siempre buenas porque son hijas de la Sabiduría y del Amor Cósmico.
El Reino de Dios está dentro de nosotros; esto es, los Tres Aspectos del Íntimo que se manifiestan en Poder, Amor y Realización, se reúnen en el Corazón del Hombre.
PENSAR DEL CORAZÓN
El primer pensamiento del hombre es el impulso del corazón, que nos conduce a la Fraternidad Universal. El Átomo Padre está dando siempre buenos consejos a los átomos mentales; pero aquí está precisamente el comienzo de las complicaciones.
Cuando el Espíritu Pensador en el hombre da el buen consejo por la primera impresión o impulso del corazón, el cerebro comienza a razonar, con el resultado de que en la gran mayoría de los casos, domina al corazón. La mente y el cuerpo de deseos frustran los designios del espíritu, ambos toman la dirección de los hechos y, como ambos carecen de la Sabiduría Divina del Corazón, el cuerpo y el espíritu sufren las consecuencias. Entonces el pensamiento destruye ciertos tejidos nerviosos y el desgaste ataca al cuerpo y necesita un tiempo para ser restaurado por la sangre, vehículo del Íntimo; pero esto significa un retroceso en la evolución. Cuando el corazón se convierte en órgano, completamente dócil al Íntimo y se convierte en un músculo voluntario de él, la circulación de la sangre quedará bajo el dominio del Único Dios, en el hombre, el Espíritu de Amor, quién entonces impedirá a voluntad la entrada de los átomos egoístas que fluyen desde el cerebro y desde la base de la espina dorsal, siendo el resultado que estos átomos se irán alejando del hombre, poco a poco.
Con el tiempo, el Íntimo aumentará en la sangre los átomos altruistas y vigorizará con ellos la sangre, su vehículo, y de esta manera domina perfectamente en el corazón con su Amor Divino; entonces la naturaleza pasional será conquistada y la mente libertada de los deseos y entonces el hombre se convertirá en una ley y será UNO CON EL. Habiéndose conquistado a sí mismo, conquistará entonces a todo el mundo.
Pero, una vez que la mente comienza a raciocinar contra la voz del corazón, la inteligencia se ve envuelta en substancias de átomos densos que destruyen su comunicación con el Dios Íntimo. La atmósfera de estos átomos es la residencia del demonio oculto en el hombre; es la esfera inferior de la naturaleza humana.
En esta parte, el demonio tiene una esfera propia en donde enseña a la mente el raciocinio, la crítica y la duda para destruir la fuerza de la intuición.
El Padre nos envía desde el entrecejo los buenos pensamientos que forman la intuición en el corazón; mientras que el Átomo del Enemigo oculto nos manda los malos, desde la base de la columna vertebral que forman la duda en la región del ombligo, centro mágico de donde surge la fortaleza del hombre. En este centro se libra la tremenda lucha entre el temor y 'el valor, entre lo positivo y lo negativo; si el bien triunfa sobre el mal, se dice que el Ángel Miguel derrota al demonio y lo hunde en la profundidad del infierno de nuestro ser pero si el mal prevalece nos arrastra a este infierno.
La palabra es el pensamiento manifestado, cuyo objeto es afirmar a vestir el pensamiento con un ropaje adecuado. Cuando durante la concentración mental, que es vibración, dirigida a un sólo objeto, se emplea la palabra, las vibraciones de la voz despiertan, las actividades de los centros ocultos en el hombre y nos ponen en contacto con los señores de la mente que obedecen a la voz del Verbo.
CAPÍTULO V
LÁ INICIACION
En todas les escuelas herméticas hay una ceremonia con la cual se recibe al candidato, llamada la ceremonia de la Iniciación. Esta ceremonia, lejos de ser comprendida por la mayoría de los candidatos, es un acto muy significativo cuya verdadera importancia está oculta bajo la verdadera apariencia de velo exterior.
La palabra Iniciación procede de la latina "INITIARE", de initium "inicio o comienzo" y se deriva de las dos "IN dentro e IRE-ir" esto es: ir dentro o penetrar al interior y comenzar un nuevo estado de cosa. De la etimología de la palabra se desprende que el significado de la Iniciación es el ingreso al mundo interno para comenzar una nueva vida.
¿Pero quién es el que entra y cómo se puede entrar al mundo interno?
La iniciación masónica es una joya inestimable en la corona del simbolismo, en la Logia hay un cuarto de relación que es el símbolo del interior del hombre. Todo hombre, al cerrar los sentidos al mundo externo, se halla en su cuarto de reflexión con su aislamiento en la oscuridad que representa las tinieblas de la materia física que rodean al alma hasta la completa maduración. Este interior oscuro es el estado de conciencia del profano que vive siempre fuera del templo, en medio de las tinieblas.
Desde el momento en que el practicante comienza a dirigir la Luz del pensamiento principia a invadir su templo, poco a poco, y el dominio de su mente equivale al aceite que alimenta a una lámpara encendida.
Entonces, el Iniciado es aquel ser que dirige su pensamiento al mundo interno, mundo del espíritu, que le conduce al conocimiento de sí mismo y al conocimiento del Universo, del Cuerpo y de los Dioses que habitan en EL.
El Espíritu único y Universal se diversifica en todos los seres que se hallan en el COSMOS. ESTOS DIOSES DEL UNIVERSO TIENEN SUS REPRESENTANTES EN EL CUERPO DEL HOMBRE Y ESTOS REPRESENTANTES SE LLAMAN ATOMOS.
Por eso dice Hermes y con razón: "Lo que está arriba es igual a lo que está abajo"; y por eso dijo Jesús: "El reino de Dios está dentro de vosotros".
LA PUERTA DE INICIACIÓN
La puerta de la Iniciación verdadera, que conduce al Reino de Dios en el mundo Interno, es el CORAZÓN.
La iglesia Católica ha dedicado una gran parte de su culto al Corazón de Jesús y al corazón de María, objetivando, tal vez, esta práctica para que el hombre, con el tiempo tenga la dicha de subjetivarla.
Hay una ley ignorada por muchos y es la siguiente: A donde se dirige el pensamiento, dentro del cuerpo, allá va una cantidad mayor de sangre.
Últimamente esta ley fue probada científicamente.
Desde que el hombre, hijo pródigo del Padre Celestial, deambula en el desierto de la materia, alimentándose de sus placeres que debilitan al alma y al cuerpo, ha habido dentro de su corazón una voz silenciosa que le ha llamado, con insistencia, para que vuelva a su hogar; pero el hombre embebecido en sus intereses materiales, no la oye. El aspirante la oye y contesta a su llamada cuando retorna a su corazón.
En su búsqueda Interna encuentra ocho guías en diferentes etapas del sendero, cuya misión es el conducir al Iniciado, si los sigue hasta el fin, a la presencia del Padre, á la Unión con el Infinito.
El Hombre, en esta naturaleza emigratoria, brilla en su centro corazón la estrella de Belén del Cristo nacido, entonces los tres Reyes Magos (cuerpo vital de deseos y cuerpo mental) deben seguir la estrella de Cristo en dirección del corazón hasta llegar al Padre.
El Tabernáculo en el desierto es el cuerpo humano en el mundo; es el hombre peregrino hacia la Eternidad. Este Microcosmos se mueve cíclicamente en un círculo alrededor del Dios Íntimo que reside en su interior y que es el origen y la meta de todo.
Dentro del Tabernáculo-cuerpo se halla diseñada la representación de cosas celestiales y espirituales. Este cuerpo humano debe ser venerado en todas sus partes y deben ser comprendidas todas sus sublimes y gloriosas realidades.
CAPITULO VI
LA INICIACION EGIPCIA
Y SU RELACION CON EL HOMBRE
Todo aspirante debe comprender los misterios de la iniciación antigua para poder comprender y practicar, a conciencia, la verdadera Iniciación moderna. Todos los Misterios Antiguos eran símbolos de cosas futuras que deben suceder.
Para poder comprender la verdad debemos estudiar los símbolos antiguos que son el camino más recto hacia la sabiduría. Los egipcios practicaban la Iniciación en la Gran Pirámide. Este, monumento maravilloso no fue nunca tumba de Faraones, como pretenden demostrar algunos sabios. La gran Pirámide es una copia fidelísima del cuerpo humano y podemos decir simbólicamente que es la tumba del Dios Íntimo que se halla dentro del hombre. Para que el hombre vuelva a la Unidad con el Dios Íntimo, debe buscar su propia iniciación en su mundo Interno, así como en los tiempos antiguos, el aspirante debía penetrar en el Interior de la Gran Pirámide en busca de la Gran Iniciación. Todas las religiones y escuelas materializaban y siguen materializando los misterios por dos motivos:
1º) para velarlos a los ojos del profano y
2º) para facilitar su comprensión al candidato. Amedes dice a Shetos, cuando llegan al pie del misterioso Santuario de la Iniciación:
Sus secretos caminos conducen a los hombres amados de dioses, a un término que ni siquiera puedo nombrar. Es indispensable que ellos hagan nacer en ti el ardiente deseo de alcanzarlo: La entrada de la Pirámide está abierta para todo el mundo; pero compadezco a los que tienen que buscar la salida por la misma puerta cuyos umbrales han franqueado, no habiendo conseguido otra cosa que satisfacer su curiosidad muy imperfectamente y ver lo poco que les es dado referir.
Pero el aspirante insiste en el propósito de recibir la Iniciación y escala tras de su Maestro (el yo superior) el lado norte de la Pirámide, hasta llegar a una puertecilla cuadrada, siempre abierta, de reducidas dimensiones (tres pies de ancho y otros tres de altura), que da acceso a un pasadizo angosto. El discípulo y su guía recorren arrastrándose con dificultad. El guía va delante con una lámpara del saber humano que apenas alumbra su camino.
La palabra Pirámide viene de "PIR" equivalente a fuego, o sea, Espíritu.
La iniciación en la Pirámide equivale a la comunicación con los grandes misterios del Espíritu "La Unión en el Reino de Dios Interno con el Padre". Este fuego no es el fuego material, ni tampoco el fuego o luz de los soles, sino el otro fuego, mil veces más excelso del PENSAMIENTO.
La gran Pirámide Iniciática dentro de la cual penetraba el candidato, es el símbolo de nuestro propio cuerpo. ¿Dónde, en efecto, sino en él, nos iniciamos, más o menos a lo largo de la vida y de las vidas?
En esta Gran Pirámide Cuerpo, estamos iniciados evolutivamente hasta llegar a la condición de los Adeptos Divinos, iniciadores a nuestra vez, de los seres inferiores a nosotros.
La puerta angosta de la Pirámide, es la misma puerta angosta del Evangelio que conduce a la salvación. Siempre está abierta, pero para poder entrar en ella, el hombre debe inclinarse o replegarse a sí mismo conduciéndose hacia el mundo Interno, con el pensamiento. El pasadizo agosto es el camino abrupto y penoso que conduce hacia el Reino de Dios, dentro del cuerpo; porque el camino de la perdición es ancho, dice Jesús: El Guía es el buen deseo o aspiración y el candidato es el mismo hombre.
Después de muchas angustias en pocos momentos, que al aspirante le parecen siglos, llega a una habitación de regulares dimensiones (dentro de la caja torácica). Allí le reciben dos iniciados (dos intercesores: el YO SUPERIOR Y EL ANGEL DE LA GUARDA. Ambos son creados por el mismo hombre con lo mejor de sus aspiraciones presentes y pasadas), a quienes no debe hacer ninguna pregunta. Pero el aspirante ignora esta prohibición, trata de pedirles explicaciones, mas se le informa que no debe malgastar el tiempo, ya que no obtendrá ninguna respuesta, porque los intercesores no son más que sus propias criaturas (y sólo el Dios Íntimo es quien puede dar respuestas verdaderas).
Estos dos intercesores conducen el pensamiento al mundo interno y entran en un extenso corredor que conduce y termina por fin al borde de un precipicio profundo e insondable (el precipicio de las tentaciones de los deseos que conduce a la parte inferior del cuerpo físico; el aspirante debe ser tentado con esta prueba y debe bajar al pozo oscuro de su propio cuerpo).
Una luz (emanada del Yo Soy) puesta en el borde, le permite apreciar el peligro de una espantosa caída (cuando el pensamiento se dirige a este mundo inferior y se deleita en el). Mirando con atención, el aspirante distingue unas barras empotradas en un lado de la negra sima que aunque no sin riesgo, hacen posible el descenso (del pensamiento) por ellas a hombres de cabeza firme y ánimo imperturbable.
El aspirante prefiere bajar para no sufrir las dificultades del regreso. A bastante profundidad terminan los escalones de sus costillas, pero sin llegar todavía al fondo. En el último escalón (del vientre) busca la solución al terrible problema y entonces encuentra en la pared una abertura o una estrecha ventana y por ella podría entrar en otro corredor, todavía descendiente, pero en forma de espiral angosto. Al final de la pendiente pasadiza, tropieza el neófito con una fuerte verja; la empuja y cede; pero, al cerrarse detrás de el, choca contra sus quicios y produce un fragor infernal.
Sigue adelante y otra reja le corta el paso. Al aproximarse ve que continúa un estrecho y bajo corredor sobre cuya entrada brilla este letrero: "Todos los que recorren este camino, solos y sin mirar atrás, serán purificados por el fuego, por el agua y por el aire. Si consiguen vencer el miedo (de la mente) a la muerte saldrán del seno de la tierra (de la profundidad del cuerpo humano) volverán a ver la luz (del Sol en el corazón) y tendrán el derecho de preparar el alma para recibir la revelación de los misterios de la Gran Diosa Isis" (Los misterios de la naturaleza humana).
(Hasta aquí el aspirante, desde su entrada por la puerta de la Pirámide, o por su propio corazón, tuvo que caminar por cuatro corredores y estos corredores se comunican entre sí por estancias o verjas. El pensamiento durante su penetración en el mundo interno tiene que recorrer los cuatro corredores que unen y comunican entre los cuatro centros mágicos y poderosos dentro del cuerpo del hombre, que conducen a las cuatro etapas inferiores del mundo interno, siguiendo las leyes cósmicas de la involución; pero una vez llegado a la última etapa comienza nuevamente su ascenso después de ser probado en su evolución por el fuego, por el agua y por el aire).
El aspirante sigue el camino de la Iniciación.
Aunque nadie le ve, siempre está vigilado por sus intercesores y a la menor debilidad, acudirán presurosos y, por otros corredores le conducirán a la puerta de entrada para que se reintegre a la luz y a la vida exterior, no sin haber jurado que a nadie referiría lo ocurrido. El perjuro será castigado terriblemente porque este descenso a las etapas inferiores otorgan al aspirante los poderes de las tinieblas y ¡ay de quien se atreve a comunicar estos poderes a los demás! y ¡ay de quien los utiliza para sus fines personales)
Al final del oscuro corredor encuentra el aspirante a tres iniciados que cubren sus cabezas y sus rostros con la máscara de Anubis. (Hay tres iniciadores que nos conducen en estas etapas antes de llegar al altar de los misterios Mayores: El Gran Iniciador, que es el Maestro Interno; el Iniciador Menor, que es el instructor mental y, el Iniciador Mediano, que es nuestro Poder de voluntad.)
Aquella puerta es en la Iniciación, la puerta de la muerte. Uno de los enmascarados dice al aspirante: "No estamos nosotros aquí para estorbarle el paso."
"Puedes seguir tu marcha, si los dioses te conceden el valor que necesitas. Pero ten por sabido, que si transpuesto este lugar (y llegas hasta el fuego sagrado de tu Divinidad), y en algún momento retrocedes, aquí estamos para impedirte que huyas. Hasta ahora libre eres para desandar lo andado, mas si prosigues habrás perdido toda esperanza de salir de estos lugares sin obtener la definitiva victoria. A tiempo estás; decídete. Si renuncias, aún puedes salir por este corredor (que comunica con el mundo exterior) sin volver atrás la vista: si avanzas, sigue el camino que ves frente a ti (que conduce al centro de la médula espinal) por donde debes escalar hasta el CIELO. Este camino debes recorrerlo sin vacilación (si no quieres ser retenido en vuestro propio infierno). Escoge".
Al contestar el aspirante que nada le arredra, los tres guardianes, déjanle pasar, cerrando la puerta (la cuarta). Otra vez queda solo en un largo pasadizo a cuyo extremo advierte un resplandor. A medida que adelanta, su luz se hace más intensa llegando a ser deslumbradora. Pronto llega a una estancia abovedada donde, a un lado y a otro, arden enormes piras cuyas llamas se entrecruzan en el centro (de la base de la columna vertebral).
Esta parte está cubierta por un enrejado incandescente. Los clavos apenas le permiten poner el pie en lugar seguro de quemaduras, y al recorrerlo no era sólo el peligro de padecer abrasado el que le amenaza, sino el morir asfixiado en aquel ambiente irrespirable.
Cerrando los ojos, el aspirante penetra en la ígnea habitación; pero ¡oh increíble encanto! Al tocar sus pies el enrejado fino, (cuando el pensamiento puro penetra sin temor en el fuego sagrado) las llamas desaparecen, las hogueras se apagan instantáneamente y el paso entre ellas se hace posible sin temor a afrontar una muerte espantosa. Y no se crea que se trata con esto de un mero símil, sino de una realidad tangible. En las entrañas misteriosísimas de nuestro cuerpo, como en las de nuestro Planeta arde, según la física, un gran fuego, y duerme según la Metafísica un fuego aún más intenso, es el fuego del Cósmico pensamiento. Estos fuegos ocultos a la mirada del profano, que vive fuera de su Templo, son vistas y sentidas solamente por el Iniciado.
Juan decía a sus discípulos "Yo os bautizo, verdaderamente, con agua; pero EL que viene en pos de mí, os bautizará con fuego y con Espíritu Santo". Juan el asceta, la mente carnal no puede comunicar a sus discípulos una sabiduría mayor que la de los misterios relacionados con el plano de la materia, cuyo símbolo es el Agua, al paso que la sabiduría de Jesús como Iniciado en los Misterios Superiores era el propio FUEGO de Sabiduría, nacido de la verdadera Gnosis o real Iluminación Espiritual.
Aquí debemos comprender la naturaleza de este fuego. No se trata de fuego físico sino del aspecto superior de este elemento. La prueba del Fuego Superior al que está sometido el aspirante en su Iniciación Interna le pondrá frente a sí mismo; esto es, la naturaleza divina frente a la naturaleza terrenal. Es el viaje de regreso, es el viaje mental hacia su propia Divinidad. Debe atravesar las esferas de los Señores de las llamas, así como las atravesó en su viaje de involución o de descenso.
El Poder Ígneo del Hombre es quien guía a la humanidad a su prosperidad espiritual y material y es quien crea a los MAESTROS y a los GUIAS de las Naciones.
En estas esferas residen los Señores de las llamas y cuando el aspirante a la vida superior los evoca por la Iniciación Interna, dentro de esta parte inferior del cuerpo, sus llamas consumen todo lo inferior, lo mezquino, lo denso y lo grosero y lo convierten en Dios Omnipotente.
Estas llamas en el cuerpo Humano, constituyen el Fuego Creador y son las emanaciones del Espíritu Santo, Tercer aspecto del Íntimo Dios y por ellas se acerca el hombre a su Divinidad.
Para poder atravesar el mundo de las llamas divinas, se necesita un pensamiento y un cuerpo puros, castos y fuertes.
El Mundo de los Señores de las llamas tienen siete divisiones como todos los demás mundos, pero también estas etapas o divisiones son interpretados. En la parte superior gobierna el Dios Ígneo de la Luz y en la parte inferior domina el Demonio del humo.
En la Humanidad actual predomina el elemento del fuego con humo y por eso hacen sus guerras de destrucción a base de fuego y de incendios; mientras que los Iniciados tratan de dominar al mundo por medio de la Luz pura y no por medio del Fuego destructor.
El fuego del Sol Central y su representante en la cabeza, arde y no quema, a manera de la Zarza de Horeb, mientras que el fuego del sol físico quema y arde por su rebelión contra el Sol Central tal como sucede en el cuerpo físico.
El pensamiento es un poder que posee sonido, calor y forma, una vez dirigido hacia la parte inferior del cuerpo enciende el fuego Sagrado, pero la Pureza del pensamiento y su castidad elimina del fuego su humo y su calor destructor y deja, solamente, SU LUZ, Y DIOS ES LUZ. Entonces el Iniciado es elevado por los Ángeles de la Luz al Trono de la Luz.
Todo hombre debe pasar estas etapas, pero los que toman el camino de regreso ascendiendo son los magos blancos o hijos de la luz, mientras los que se detienen en estas esferas se convierten en magos negros o hijos de las tinieblas.
El Pensador en este viaje mental inicia sus átomos, sólo la pureza y la castidad pueden librar a estos átomos del Infierno de fuego y tinieblas para conducirlos al Cielo de la Luz pura libre de todo humo y de todo ardor.
El hombre QUE DOMINA SUS INSTINTOS SE HACE SERVIR POR ESTOS DIOSES ELEMENTOS DEL FUEGO. Siguiendo después otras galerías, dentro de su organismo, el aspirante iba a desembocar a la líquida extensión que invadía toda la de un amplio subterráneo. Al otro extremo se distinguía y al final de ella, una subida de escalones. Era preciso atravesar el peligroso obstáculo, y en consecuencia, el aspirante se desnudaba rápidamente y haciendo un paquete con sus ropas que mantenía en alto en la mano con que sostenía su lámpara, valíase de la otra para nadar y vencer la corriente de las agitadas aguas (de los deseos).
Antes de que le fuera permitida al aspirante la entrada para llevar a cabo los deberes del sacerdocio en el propio santuario, debía ser sometido a la prueba del agua. El divino Jesús cumplió esa ley en el Jordán en donde pasó por el rito místico del bautismo del agua. Cuando salió del agua, se nos dice que el Espíritu Santo descendió sobre EL.
Cuado el aspirante se somete a la prueba del agua, se siente que se ha desprendido de su cuerpo físico y de sus cinco sentidos; esta separación es parcial como cuando se encuentra durante los momentos de la entrada al sueño. El hombre al pasar primero por la prueba del fuego y después por la del agua, sigue la misma evolución del planeta Tierra que fue un día ígneo y que al enfriarse por el contacto en el espacio, generó una humedad, la que evaporada se levantaba y nuevamente caía hasta que llegó a ser agua.
De modo que por la acción del calor y del frío fueron formados los espíritus de la tierra, del agua y del aire y que hasta hoy siguen formando el cuerpo humano. De manera que estos elementos nos acompañan desde la remota edad de nuestra formación física. Una vez descritos los elementos del fuego, tenemos que decir algo sobre los del agua o ángeles del agua y, siempre debemos distinguir entre el agua física y sus elementos.
En la Iniciación interna, después de vencer los elementos del fuego, dominando el instinto, el Iniciado debe dominar los elementos del agua o de los deseos. Siempre debemos distinguir la diferencia entre el instinto y el deseo.
La prueba del agua es el símbolo del vencimiento del cuerpo de deseos; es advertir al candidato que para regresar al Cielo del Padre, a la Unión con EL, debe deshacerse de los groseros goces de la carne, sin menoscabar su afición a los goces espirituales.
El fuego que radica en la parte inferior del cuerpo, es el instinto; el de deseos radica en el hígado y ambos influyen en y por la mente.
El aprendiz, después de seguir otras galerías en su cuerpo, llega al hígado morada del cuerpo de deseos.
En esta víscera reside el Rey elemental del agua que dirige a sus huestes en el cuerpo, por medio de deseos.
Otra vez debemos insistir para no confundir el agua con su elemento superior que es el DESEO, así como no se debe confundir al cuerpo con el Espíritu. El mundo de los elementos del agua, es a modo de un vapor etérico, sus habitantes son seres vivos e inteligentes que intensifican nuestros deseos e impresiones. Los elementos de agua se apoderan de la substancia mental para tomar la forma deseada; pero al verlos interiormente ellos se parecen a una constelación de estrellas y por eso los ocultistas llaman al mundo de los elementales del agua: mundo astral, por la semejanza que tiene con los astros.
Cuando el Iniciado vence ese mundo y este cuerpo astral de deseos en su hígado, puede penetrar en la inteligencia de la naturaleza y puede levantar el velo de Isis.
El hombre que se entrega a satisfacer sus deseos groseros se encuentra agarrado por estos elementos como por un pulpo; ellos se apoderan de los átomos mentales para crear formas con las cuales encadenan al hombre.
Estos elementales tiene sus secuelas internas dentro del hombre, pero nunca dan sus enseñanzas sino a las personas que los dominan y, este dominio debe tener su base en el amor.
Los elementales del agua sienten mucha admiración y respeto para con aquellos seres que se sacrifican por los demás y por los que atraviesan el peligro para salvar a los náufragos.
Las siete divisiones de este mundo están pobladas por elementales de diferente desarrollo. Los inferiores nos incitan a los deseos bajos, mientras los superiores nos enseñan la sabiduría de las edades pasadas cuando la chispa Divina del hombre penetraba en la densidad de la materia.
Cuando un hombre domina sus deseos, los elementales del agua acuden a servirle con toda obediencia, buscando de esta manera llegar a la inmortalidad, por medio de la energía que reciben del ÍNTIMO en el hombre.
Llegando a la otra margen, el neófito se vestía, y tras breve descanso, comenzaba a subir la escalinata a cuyo extremo había una plataforma, frente a una gran puerta, en la que estaban fijas dos grandes anillas a modo de llamadores.
Al tirar de ellas, la plataforma se hundía, y el neófito se encontraba en el aire, pendiente de sus manos, rendido por un furioso vendaval y sin luz, puesto que para agarrarse bien a las anillas, había que dejar caer la que llevaba.
Después de unos momentos de angustia y de terror que debían parecerle siglos, el viento cesaba; volvía a sentir bajo sus pies el terreno firme de la plataforma, y la puerta se abría ante su atónita mirada, para dejarle ver el interior de un magnífico templo intensamente iluminado.
(La prueba del Aire pertenece al mundo mental).
En la parte abstracta del mundo de la mente habitan los elementos del aire y tienen un importante papel en la evolución del hombre. También en esta parte se halla nuestra mente propia que hemos heredado del remoto pasado.
Los Elementales superiores del aire poseen la inspiración en todo arte y ciencia; mientras que los inferiores se interesan mucho en los fenómenos espiritistas.
En la Iniciación Interna el neófito debe dominar los elementos inferiores para ser servido por los superiores. Una vez dominados los unos y servidos por los otros el hombre llega a la Omnisciencia pudiendo de esta manera conocer o mejor dicho reconocer las historias del pasado y ver el futuro. Podrá conocer exactamente la hora de su muerte y librarse de los tormentos ilusorios y las alucinantes regiones del Infierno y del Purgatorio.
Los elementos del aire estimulan y encauzan nuestra mente a los pensamientos altruistas y elevados por medio de la visualización interna.
Con esta visualización podemos concentrar y aprender todas las ciencias y religiones del pasado y al mismo tiempo podemos crear nuevas ciencias y nuevas religiones más perfectas.
Cuando el hombre domina el fuego sexual, en la prueba del fuego, impregna la región de su mente con sus átomos luminosos cuyo brillo infunde a los elementales del aire un profundo respeto.
Por su Omnisciencia llega el Iniciado a saber el porqué de las cosas sin necesidad de pensarlas; porque este saber está dentro de nosotros y no es necesario vacilar para comprenderlo. Entonces el hombre no huye ante el peligro porque de antemano sabe qué debe suceder y cómo debe alejarse.
Los elementos de aire son los depositarios de los archivos de la naturaleza; todo lo que el hombre desea conocer lo encuentra en estos archivos en manos de estos elementos que habitan dentro de nosotros.
Los elementos del aire son los que leen los pensamientos ajenos y comunican esta lectura al hombre a quien respetan y sirven; ellos nunca se manifiestan al hombre orgulloso o vanidoso; son muy amantes de los sencillos y humildes y por eso vemos que muchas verdades nos vienen de la boca de los niños y de los pobres de Espíritu, como dice el Evangelio. Se nos dice que después de la tentación de Jesús en el desierto, fue servido por los ángeles que no eran más que los elementos superiores del aire. Ningún orgulloso por su mente y su saber humano puede dominar las Potestades del Aire, como lo llama San Pablo, pero son muy obedientes a los hombres que llegaron al dominio mental por la concentración, siempre que esta concentración tenga un fin constructivo.
El orgullo y la magia negra pertenecen a la división inferior de estos elementales; muchas veces enloquecen y enferman a sus médiums y producen en ellos perturbaciones mentales. La región que fue dominada por Jesús y sacada de aquellos dos sensitivos locos que vivían en los cementerios, era de la división inferior de los elementos del aire; porque hay ciertas personas sensitivas que se dedican a la necromancia y a otras ramas de la adivinación sea por el lucro personal o sea por la vanagloria, caen en las redes de los elementales inferiores, por el ejercicio de tales dones, de una manera inadecuada.
El mundo mental inferior es dominado por el Enemigo oculto en nosotros, quien tiene a sus órdenes las huestes inferiores del aire; mientras que los elementales superiores son huestes del Pensador, Padre de la creación, que los envía al hombre en forma de intuición o de inspiración superior por medio del corazón. Los superiores son defensores de los órganos delicados del cuerpo astral, mientras que los inferiores los rompen para dejar pasar por las roturas ciertos conocimientos del más allá.
Se puede comparar la concentración del Adepto o Santo a una evaporación de la Inteligencia para llegar al conocimiento de los misterios ocultos; mas, las provocaciones de los espiritistas e hipnotizadores, etc. tienen por objeto la materialización de lo sutil y diáfano para poder juzgarlo según los sentidos físicos. El primer método espiritualiza la materia, el segundo materializa lo espiritual creyendo que así se le puede conocer.
Todo discípulo que se vanagloria de sus poderes, ahuyenta de sí los elementos superiores del aire.
La mente humana tiene analogía, en sus movimientos con el aire; así como no se puede retener ni dominar sino aquel que llegó, en su iniciación, a grados superiores.
El objeto de la Iniciación externa es dar un símbolo al aspirante, cómo dominar sus pensamientos después de haber dominado sus instintos y sus emociones. Este es el único camino que conduce hacia la UNIDAD.
Una vez terminadas sus pruebas y triunfante en todas, el aspirante entra en su magnífico templo interior, iluminado por la Luz Divina.
Avanzaba desde el Altar el Gran Sacerdote, le felicitaba por su firmeza y su valor, y le ofrecía una copa de agua pura, símbolo de su iniciación y de su perfeccionamiento moral. En seguida arrodillábase frente a la triple imagen de Osiris, Isis y Horo: la Trinidad Sagrada.
(Siguiendo este relato maravilloso en el mundo interno, podemos llegar a sorprendentes significados.
Cuando el aspirante triunfa sobre sus pruebas internas dentro de su propio Templo-Cuerpo iluminado, llega hasta su corazón, el Altar del Dios Íntimo; entonces avanza a recibirle el Gran Sacerdote, el Símbolo del Hombre Perfecto, que es el ATOMO NOUS que vive siempre cerca del Altar Divino en el hombre y está esperando al discípulo que llegue de su viaje mental, para conducirlo hacia su propia Divinidad. El ATOMO NOUS después de felicitarle, le da de beber del agua de la vida Eterna, como recompensa de su llegada al Reino de su Padre Interno. En seguida se arrodilla frente al Altar, ante los tres aspectos del Dios Íntimo que son el Poder, el Saber y la manifestación de la Trinidad Sagrada.
Todavía no está unido con su Íntimo sino que se halla ante sus atributos.
Con esta ceremonia terminaba la primera parte material de la Iniciación.
El aspirante tuvo valor y fuerza necesarias para el adelanto; pero esto no es todo: aún falta saber que si el terror no lo vencía, tampoco le supeditaban las seducciones del bienestar, de la pasión y del placer.
Para demostrarlo y sin que el aspirante se diera cuenta, durante el transcurso de su educación iniciática, tiene que ser tentado como Jesús en el desierto, para cerciorarse si quebrantará sus obligaciones de vida pura y de dominio de los apetitos y sensaciones.
Si vence, será un discípulo de la iniciación, si por el contrario se deja vencer por los apetitos y las pasiones, es sentenciado a permanecer en una categoría inferior hasta aprender a vencerse a sí mismo.
Durante las pruebas morales y la meditación, el aspirante aprende en las escuelas internas toda la sabiduría: el significado de las ceremonias religiosas, la simbología, la conciencia y magia de los números y letras, la relación de la astronomía con su propio cuerpo que conduce a la astrología hermética. Aprende el poder de la palabra y del pensamiento y sus efectos, manejando el poder magnético e hipnótico; recibe poco a poco la ciencia de la Magia y la manera de utilizarla.
Pero para llegar a la cumbre del poder debe preparar sus tres cuerpos contra los cuales salió vencedor en las pruebas: el cuerpo físico, el cuerpo de deseos y el cuerpo mental.
Domina el cuerpo físico por medio del ayuno y el ascetismo: el ayuno le purifica y el ascetismo domina sus sensaciones triunfando sobre el hambre, la sed, el frío, el calor, el cansancio, el sufrimiento y todas las molestias materiales.
Tenía que mantener su cuerpo limpio, dormir poco, trabajar mucho; su alimento debía ser bueno y natural y no debía beber más que agua.
Dominaba al alma o cuerpo de deseos con matar las pasiones, la ambición, el deseo de poseer, el bienestar personal, el egoísmo, etc., debe llegar a ser diferente ante las alegrías y los dolores, ante los placeres y los sufrimientos, de modo que nada ni nadie altere nunca su tranquilidad de pensamiento. En este período debe aprender ciertas místicas obligaciones, rituales y costumbres, prácticas y oraciones.
Para dominar su tercer cuerpo que es el mental, debe dedicar todos sus pensamientos al mundo interno, silencioso en sus meditaciones; enviando su poderosa voluntad a la distancia para realizar ciertos deberes. De esta forma puede llegar a los planos de la vida Espiritual, donde se alcanza la iluminación y el conocimiento de la verdad.
El dominio de los tres cuerpos es necesarísimo para la última prueba que equivalía al coronamiento de toda la iniciación. Significaba la completa dejación de todo lo vulgar, lo terrenal, para alcanzar la suprema luz; la que sólo brilla ante los ojos cerrados por la muerte física.
Esta última prueba consistía en colocar al discípulo dentro de un sarcófago.
Echado dentro de él, tenía que pasar inmóvil toda una noche entregado a profunda meditación y a especiales rezos.
En estas condiciones, realizaba la proyección de cuerpo ASTRAL, según los métodos que le habían enseñado, y su cuerpo invisible, arrastrado por las corrientes de los planos superiores, ascendía a las alturas donde le era dicha la última palabra, donde conocía el último secreto de la absoluta verdad. Al lucir el nuevo día levanta de la base del sarcófago un hombre distinto: un Adepto perteneciente a la suprema jerarquía de la INICIACION. Sus poderes eran indescriptibles, y sus obligaciones y responsabilidades eran espantosas.
Sólo un maestro de la Secreta Sabiduría podía ser capaz de afrontarlas.
La entrada en el mundo astral, necesita el dominio de los tres cuerpos arriba indicados, el aspirante debe ser puro en cuerpo físico, en cuerpo de deseos y en cuerpo de pensamientos o en otro término, en pensamientos, deseos y obras.
La verdad es interna y para llegar hasta ella debemos entrar en nuestro mundo interno y hacer de nuestro cuerpo físico un sarcófago. Por medio de la profunda meditación y la oración mental, el espíritu penetra en las corrientes divinas, asciende hasta el Padre quien "al vencedor le dará maná escondido; y le dará una piedrecita blanca y en la piedrecita un nombre nuevo escrito, que no sabe ninguno sino aquel que lo recibe.
Al final daremos los ejercicios adecuados para estos ensayos. Hay personas que creen que los tiempos de la iniciación se extinguieron antes de la Era Cristiana. Tal vez sea cierto; pero nunca se debe olvidar que si la iniciación Egipcia ha desaparecido, otras más importantes y más prácticas surgieron en el seno del judaísmo y la más perfecta nos trajo el Cristianismo.
Se nos dice hoy, que hay que buscar la palabra perdida en el Tibet; en las inaccesibles cumbres de los Himalayas, está el misterioso retiro de los maestros. No negamos la existencia de aquellos excelsos seres en aquella región; pero debemos comprender siempre que los Himalayas también son símbolos iguales a las Pirámides de Egipto que permanecen en el mundo interior del hombre.
La Invisible entrada permanece abierta; el sendero hoy como entonces existe. Sólo pueden hollar el sendero aquellos que ponen en práctica los cuatro consejos de la esfinge y les guíe un decidido propósito exento de insana curiosidad. En cualquier parte que estén, pueden encontrar el camino. PORQUE LOS MAESTROS INTERNOS VELAN y su atención alcanza a todas partes.
Hemos hablado sobre la Iniciación Egipcia que se efectuaba en la Pirámide y de su relación íntima con el cuerpo humano; ahora hablaremos de la Iniciación Hebraica, que aunque difiere en sus símbolos, tiene el mismo objeto y fin de la Primera.
CAPÍTULO VII
LA INICIACION HEBRAICA
El Tabernáculo en el Desierto es el símbolo del cuerpo físico en el desierto de la materia. Desde que el hombre fue dotado de la mente, perdió la vista espiritual porque dedicó todos sus pensamientos hacia el mundo externo. Entonces el Señor reveló a los guías de la humanidad (los maestros internos) cómo volver al mundo espiritual por el camino de la mente o del pensamiento. Así, el Tabernáculo o el cuerpo fue dado al hombre para hallar a su Dios.
La Pirámide de Egipto semeja al Tabernáculo diseñado por Jehová: ambos eran la representación del Cuerpo humano, ambos eran la incorporación de grandiosas verdades cósmicas ocultas con el velo del simbolismo, cuyos objetos son la unión del hombre con su Íntimo, por medio del pensamiento.
Esta idealización divina está dada al hombre que ha hecho alianza con Dios por la cual se compromete a servirle ,y ofrecer la sangre de su corazón, viviendo una vida de servicio sin buscar su propio provecho.
El Tabernáculo estaba colocado de Este a Oeste; el Este del hombre es su frente o anterior; su Oeste es su parte posterior. El aspirante entraba por la puerta Oriental camino del astro del día y continuaba andando hacia adelante, hacia el occidente, tocaba el altar de las ofrendas o Altar de los sacrificios (que están en el bajo-vientre), donde se quemaban aquellas ofrendas; después llegaba el Lavabo de Bronce (el Hígado fa purificación por el servicio, prueba del agua), para penetrar a continuación en el vestíbulo, cuarto oriental llamado Lugar Santo, y por último en la parte occidental el Sancta Sanctorum, donde se halla el Arca de la alianza, el símbolo más grandioso de todos.
Así también siguieron los tres magos del Oriente (los tres cuerpos del hombre con el pensamiento la Estrella del Cristo Interno hasta llegar a "Behetleem-Belén" casa de carne, en donde reside el punto central de la Divinidad nacida en forma humana.
La puerta del Tabernáculo se hallaba colocada en la fachada oriental. Esta puerta se hallaba cubierta con una cortina de lino de tres colores: azul, escarlata y púrpura, colores que representaban los tres aspectos o Personas de la Divinidad. "Dios es Luz", dice San Juan, pero la Luz blanca se refracta en tres colores primarios en la naturaleza y en el hombre. El rojo está en la sangre cuando ésta se pone en contacto con el aire; este color pertenece al Espíritu Santo en el mismo hombre; el amarillo es el color del Hijo que fulgura en el Corazón mientras que el azul es el color del Padre que flota como bruma en las quebraduras de las lejanas montañas. El amarillo del Hijo mezclado con el azul del Padre proporciona el color verde vegetal de la naturaleza; es el color de la vida y de la energía. El Amarillo con el Rojo producen la purpúrea sangre de las venas como consecuencia del error y del pecado.
En aquellos tiempos, no se contaba el amarillo puro en el velo del Tabernáculo porque Cristo no había manifestado en el Hombre para tejer el "traje dorado de boda" del alma humana que fue la novia del Cristo, en el lenguaje místico. También estos tres colores designaban las tres religiones consecutivas del hombre: el rojo, religión del Espíritu Santo en las épocas pasadas; el amarillo la del Hijo en las actuales y el azul la del Padre, en la cabeza, en lo futuro.
Algún día llegará el hombre, quien al emanciparse de las restricciones de la ley, sus tres colores se intermezclarán, y girando alrededor del Íntimo formarán, con la Unión, la luz Blanca, síntesis de todos los colores.
EL ALTAR DE BRONCE colocado a la entrada del Este del Tabernáculo en el vientre del Hombre. En aquel Altar se sacrificaba algo de la propiedad material que posee el hombre para ser consumido por el Fuego; así como sentía el sacrificador la pérdida del animal de su propiedad, así también con el mismo dolor y la misma pena sentimos hoy el sacrificio de un hábito o vicio animal querido a nuestros sentidos. (Es la prueba del fuego.)
La primera lección dada al candidato es el sacrificio de sus propios instintos animales. El animal era sacrificado por su amor, por su propio bien en el Altar de Bronce; el también debe sacrificar todo su bienestar por amor a los demás en el altar de su instinto (el vientre).
El Tabernáculo en el desierto era una sombra o proyección de cosas más grandes que había de venir, dice San Pablo. Y todas estas cosas están DENTRO y no fuera del hombre.
Cada hombre debe construir su propio Tabernáculo, esto es, su Cuerpo-Templo; debe convertirse en Altar del Altísimo y ser el Sacerdote y la hostia al mismo tiempo; debe ser el sacrificador y la ablución o sacrificio que en el se ofrece. Como Sacerdote debe degollar al animal en él y quemarlo por amor a los demás.
El fuego de densa nube de humo que flota sobre el altar de bronce y que consumía a la víctima, es nuestro remordimiento que consume nuestros errores y faltas. El fuego del remordimiento es encendido por la Divinidad Interna, es la única que nos purifica de nuestros vicios; aunque al principio su humo nos molesta, pero dentro del mismo humo refleja la Luz que puede servirnos de guía para llegar al mundo de la Unidad, mundo de la pura luz de la Verdad.
Tenemos que sacrificar nuestros instintos sobre el Altar de nuestro Dios Íntimo, quemarlos con el remordimiento para ser perdonados y se cumple en nosotros lo que dijo el salmista "aunque sus pecados sean rojos como escarlata, quedarán tan blancos como la nieve".
Después de la purificación por el fuego en el Altar de Bronce y quedar el aspirante limpio de los instintos animales, queridos a sus sentidos, debía lavarse en el Lavabo de Bronce, Gran Pila que siempre se mantenía llena de agua.
El Hígado es el mar rojo de los deseos, que debieron atravesar los hebreos en éxodo hacia la tierra de promisión, hacia Jerusalén (ciudad de Paz, el cuerpo humano limpio de deseos inferiores), el Altar de Bronce en el que los instintos animales radicados en la parte inferior del vientre deben ser quemados por el fuego del arrepentimiento. El Lavabo de Bronce es la depuración de los deseos inferiores en la Región del Hígado: Es la santificación y la consagración por el servicio, para poder construir el verdadero templo de Dios Interno. Y cuando sale del agua, bajará sobre el el Espíritu Santo en forma de paloma y la voz del Padre será oída diciendo: Este es mi hijo amado...
Pasado el aspirante en su viaje mental por el charco de los instintos en el bajo vientre y por el fuego de los deseos en el Hígado, se halla ante el velo que cuelga en la entrada del Templo místico: Ante el Corazón.
Al correr el velo entra en el cuarto Oriental llamado el Lugar Sagrado o el Lugar Santo. Este Lugar Santo no tenía ninguna abertura por donde puede pasar la luz externa, pero día y noche estaba iluminado por una luz interna.
Que cada aspirante coloque su cuerpo en disposición para comprender estos símbolos sagrados y pruebe penetrar con el pensamiento desde la parte interior del pecho tratando de ver lo que hay adentro.
A manera del Tabernáculo verá mentalmente los objetos, único mobiliario del Lugar Santo o Pecho: El Altar del Incienso (el Corazón), la mesa de los panes de proposición (los pulmones); y, el Candelabro de Oro del cual procedía la Luz (los siete centros luminosos, llamados Chakras, en la espina dorsal del Hombre).
Sólo el Sacerdote (Iniciado) podía pasar el velo externo y entrar.
A la entrada por el pecho, al lugar Santo se halla el candelabro de Oro de las siete luces al lado izquierdo. Son los siete Ángeles delante del trono del Señor con cuyas luces iluminan el mundo interno del hombre.
En la mesa de la proposición (pulmones) habían doce panes (que representan los doce signos zodiacales) elaborados por las doce facultades del Espíritu o doce glándulas internas que elaboran el pan de la vida para el desarrollo del alma. El Mismo Íntimo nos los ha dado por medio de los doce departamentos bajo el dominio de las doce jerarquías. Estos panes deben alimentar el Alma de cada Hombre para el servicio de los demás.
El Altar de Oro del Incienso es el Corazón de donde el Iniciado o Sacerdote debe quemar el Aroma del servicio y del Amor en el Lugar Santo, antes de poder penetrar al Santo de los Santos.
El animal o error fue quemado en el Altar de Bronce; el Incienso (o servicio) es quemado en el Altar de Oro o del Incienso, ante la presencia del Señor. El error es quemado por el remordimiento, el servicio es quemado por el fuego puro del Amor Impersonal. El olor del fuego del remordimiento es nauseabundo, el olor del servicio es fragante.
Una vez ofrecido su servicio como incienso en el altar del corazón, el Aspirante, ya puede levantar el segundo velo para penetrar, en su ascenso, en el Cuarto occidental llamado el SANTO DE LOS SANTOS.
EL SANCTA SANCTORUM es la cabeza del Hombre, saturada de una grandeza Divina. A este cuarto nadie podía entrar más que el Gran Sacerdote, el Gran Hierofante, solamente, una vez al año. Todo el Tabernáculo es el Santuario de Dios, así como el cuerpo físico del hombre es la residencia del Íntimo; pero en la cabeza o Sancta Sanctorum se manifiesta la Gloria del Shekinah. Por eso sólo el perfecto Hierofante puede penetrar en El, una sola vez en todo el año, en el día de la Propiciación.
En el extremo occidental del Santo de los Santos (cabeza) en la parte más extrema del Oeste de todo el Tabernáculo descansaba el Arca de la Alianza. Era un receptáculo cóncavo que continúa el Pote de Oro del Maná, la Vara de Aarón y las Tablas de la Ley.
El Arca de la Alianza es la forma interna de la cabeza del hombre que representa el desarrollo de éste en todas las edades. En su subconsciente están escritas las leyes divinas y naturales como dice San Pedro, que le enseñan cómo trabajar con ellas y no quebrantarlas; de esta manera se convierte en servidor de las leyes por amor a las mismas leyes.
El Pote de Oro del Maná es el Yo Soy que bajó del cielo del Íntimo al cuerpo humano que posee la mente. Este Espíritu, en la Cabeza o Arca de la Alianza es el que da vida a los organismos. Se halla encerrado dentro del Arca de cada ser humano. La Vara de Aarón es el principio Creador del hombre que reside en la Glándula Pineal y se manifiesta en el sexo. La Glándula Pineal es quien da la fuerza espiritual creadora en el hombre que desee utilizarla para la regeneración y no para la degeneración.
Todo aspirante, para llegar a Hierofante y para poder entrar en el Santo de los Santos debe, por medio de la castidad, hacer florecer en él la Vara de Aarón.
A ambos lados y sobre el Arca de la Alianza en el interior de la cabeza se hallaban dos Querubines en reverente actitud que adoraban el fuego ardiente de la Gloria del Shekinah, de la cual salía la Luz del Padre y comulgaba con sus adoradores. Siguiendo mentalmente el viaje espiritual del aspirante, que ahora es Hierofante y al llegar a la parte occidental de la cabeza (jardín del Edén, de donde fue expulsado) vemos aquí a dos Querubines que defienden la entrada al Edén.
Estos dos querubines son dos grandes fuerzas que representan el Ángel de la Espada y el Ángel de la Guarda, el Intercesor; el primero es terrible; anotando nuestras acciones nos espanta con su espada flamígera, el segundo es nuestro intercesor o Custodio.
El primero obstruye nuestro paso por nuestra forma mental grosera compuesta por muestras malas pasiones y deseos, y el segundo reúne átomos de los más elevados y sutiles de nuestras aspiraciones, ideales y obras de servicio.
En el Altar de Ofrendas debemos quemar los átomos del instinto y en el Altar del Incienso debemos ofrecer los de los deseos, para poder entrar nuevamente en el Reino de Dios.
El Centro del Santo de los Santos está ocupado por el Triángulo sagrado del Shekinah que simboliza " la presencia de Dios en medio de nosotros". Siempre está iluminado y simboliza al fuego del fervor y a la llama, Luz de la Divina presencia. E
espiritualidad conocimiento llaves sí mismo reino interno jorge adoum
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Comentarios
Las llaves del Reino interno o el conocimiento de si mismo, es una gran obra, escrita por un excelso e iluminado SER, como lo fue el Dr. Jorge Abdoum.
espectacular la explicación. ..fuerza..