Has elegido rechazar las cookies basadas en consentimiento que utilizamos principalmente para gestionar la publicidad. En adelante, para acceder a nuestra web tienes que elegir alguna de las siguientes opciones.
Premium
3,99 €/mes o 39,90 €/año
Sin publicidad y mucho más
Plus
Por 9,99 €/mes
Contenido exclusivo y sin publicidad
Si has cambiado de idea, puedes aceptar las cookies y continuar usando iVoox de forma gratuita.
Con tu consentimiento, nosotros y nuestros 813 socios usamos cookies o tecnologías similares para almacenar, acceder y procesar datos personales, como tus visitas a esta página web, las direcciones IP y los identificadores de cookies. Algunos socios no te piden consentimiento para procesar tus datos y se amparan en su legítimo interés comercial. Puedes retirar tu consentimiento u oponerte al procesamiento de datos según el interés legítimo en cualquier momento haciendo clic en ''Obtener más información'' o en la política de privacidad de esta página web.
Nosotros y nuestros socios hacemos el siguiente tratamiento de datos:
Almacenamiento y acceso a información de geolocalización con propósitos de publicidad dirigida, Almacenamiento y acceso a información de geolocalización para realizar estudios de mercado, Almacenar la información en un dispositivo y/o acceder a ella , Datos de localización geográfica precisa e identificación mediante análisis de dispositivos , Publicidad y contenido personalizados, medición de publicidad y contenido, investigación de audiencia y desarrollo de servicios , Uso de cookies técnicas o de preferencias.
Comentarios
Recuerdo haber ido a tres (ni una ni dos ni tres, sino tres, que diría el Zurdo de Malviviendo) fiestas de fin de curso: dos de 2º de Bachillerato (repetí dicho curso ya que no fui capaz de aprobar Filosofía), y una tras acabar el 2º curso de un ciclo superior de FP. En las de Bachillerato, recuerdo que yo destacaba porque era el único de los varones que no llevaba traje (no, no seguí a rajatabla aquello que decía Barney Stinson de "Ponte traje, va a ser legendario"). Nunca he tenido ninguno ni me ha gustado llevarlo, aparte de que me sientan igual que a Pizzi cuando fue presentado como entrenador del Valencia.
En mi caso de niño, tocaban las obras de teatro y demás. Donde haciendo alarde de mi arte siempre me tocaba de narrador. El bueno de mi padre me decía que es que leía muy bien. Años después, en el instituto, planeábamos la cena de despedida, que en Asturias es una excusa como otra cualquiera para ponerte ciego y acabar por los suelos. Así que en mi clase de instituto hicimos una por semana