tercer capítulo de la historia de la música moderna en brasil, estamos en torno a 1960, la bossa nova empieza a ser conocida...
sonaron en mondolirondo:
joâo gilberto - manhâ de carnaval (bso orfeo negro 1959)
luiz eçá - secret love (1964)
alayde costa - só de menininha (1º lp 61 joia moderna)
joâo gilberto - outra vez (2º lp 60 o amor, o sorriso e a flor)
joâo gilberto - trevo de 4 folhinhas (2º lp)
eumir deodato - samba de verâo (1964)
sérgio mendes - ela é carioca (1963)
tamba trio - tamba (1º lp 1962)
frevô (bso orfeo de carnaval 1959)
joâo gilberto - felicidade (bso manâ de carnaval)
joâo gilberto - doralice (2º lp)
joâo gilberto - o pato (2º lp) (discografía)
carlos imperial e a turma do embalo - nâo vem que nâo tem (1º lp 68)
carlos lyra - minha namorada (live)
roberto carlos - brotinho sem juizo (1º single 1960)
mi primo gugú trabajaba en la televisión y era amigo de ronaldo bôscoli y de las meninas y rapaces de la "turba de la bossa nova" (ndt: turma=grupo, colla, pandilla), me llevó a las primeras festiñas musicales y trajo la bossa nova a reuniones en casa. yo (nelson mota) tenía 16 años una madre bonita y musical un padre simpático e inteligente y los dos
adorabam la música y el arte modernos, como la bossa nova. mi vida ganó un nuevo ritmo.
se convirtió en una fiesta, como las que se repetían en nuestro apartamento en la rua paissandu, donde venían habitualemente ronaldo (bôscoli) e nara (leâo), que estaban enrrollados, johnny alf, que siempre llevaba un “sobrino“ o “ ahijado “, roberto menescal, que era bonito, discreto e codiciado por las garotas, la dulce alaíde costa, los eléctricos luis carlos Vinhas e luizinho eça, las bellas hermanas toledo, la rubiaa rosana e la morena maría helena, disputadas por los chico, chico fim-de-noite y sus gafa oscuras. y el barbudo miele, que no cantaba ni tocaba pero era simpático e gracioso, el pintor josé henrique bello, que no era cantor, pero hacía una siempre aplaudida imitación de joão gilberto cantando “rapaz de bem”, de johnny alf (que joão nunca cantó), andré midani, um francés rubio y animado que trabajaba en la odeón como aloysio de oliveira, el dsiseñador aloysio magalhães, com sus bigotones, que divertía al personal a la guitarra com sus líos y desafíos
nordestinos. E incluso, alguaas pocas veces, cuando había menos gente, joão gilberto.
una noche, en el apartamento de mi abuelo, en posto seis, llevado por dory caymmi y
delante de pocos testigos, joão nos visitó. cantó, tocó y conversó mucho con mi
padre, que lo admiraba tanto como mi madre y yo y decía que las palabras que salían de la boca de joão eram como piedra que venían rodando y rodando por un rio hasta quedar redondos y lisos, hasta convertirse en música. aquella noche, en aquella terraza sobre copacabana,
hipnotizado, vi y oí a joão gilberto de cerca por primera vez.
la bossa nova para mí se había vuelto más que un estado de espíritu, era una
causa, un modo de vida. a medida que crecía la pasión avasalladora por joão gilberto y
por todo lo que iba unido a la bossa nova, se hizo absolutamente indispensable aprender a
tocar la guitarra, hablar aquella lengua. además era un camino seguro para ser oído
por las meninas. al menos para los bajitos, no-atléticos y tímidos. recomendado por ronaldo, normando santos, un pernambucano, fue un profesor paciente, enseñándome semanal y penosamente los primeros acordes e las canciones de joão gilberto y de la bossa nova. así que para aprender lo básico - que con la complejidad harmónica de la bossa ya era mucho - fui a ser alumno de la academia de roberto menescal.
sin ninguna vocación profesional definida y contra todas las evidencias, comencé a pensar secretamente en ser músico, quería vivir aquella vida, tocando de noche, conociendo aquellas mujeres, viajando, ganando dinero con aquel supremo placer. sin talento natural para el ritmo y con oído reguleras, intentaba compensar la falta de dones con horas y horas desgastando los dedos en la guitarra. la pasión por la música ocupaba casi todo mi tiempo y naturalmente me llevó a suspender los primeros parciales de 2º del colégio santo inácio. pero no sin antes ayudar a ronaldo bôscoli a producir un show de bossa nova en nuuestro auditorio, cuando conocí un maravilloso pianista, que substituía a luiz carlos vinhas en el conjunto de menescal: eumir deodato.
cuando conté lo de los cates, mi padre estuvo muy cool: “si quieres estudiar, estudia. y si no, pues no estudies pero no te doy ni un duro” fue genial. Fui a trabajar a una inmobiliaria, mostraba casas y apartamentos, y aunque no había vendido ni una plaza de garage, ganaba lo suficiente para pagar un curso nocturno en el centro, apropriadamente llamado curso severo, que preparaba para el durísimo examen del colegio pedro II, que daba un diploma de 2º grado, tipo 3 en 1. al final del año hice el examen y pasé. mis colegas de Santo Inacio estaban terminando 2º, y yo ya estaba haciendo el examen de entrada a la faculdade nacional de direito, pasando y frecuentando algunas pocas clases sin nunca haberme imaginado abogado. estudiaba un poco de filosoffa e historia, leía hemingway y camus, veía filmes franceses e italianos, oía cool jazz e bossa nova sin parar y pensaba en música y mujeres todo el día. con 16 años, me aventuré por primera vez en el Beco do Joga-a-chave-meuamor, una callejuela llena de bares e antros que iba de la rua rodolfo dantas a la rua duvivier, llamada así porque, dice la leyenda, alguien gritó una noche “ tira la llave mi amor! “ - y murió enterrado por toneladas de llaves. Era el lugar adecuado para oir la mejor música de la ciudad en 1960, si el portero y el juzgado de menores dejasen.
antes, ya era habitual de las jam-sessions de los domingos a fin de tarde, en el little club, en el beco das garrafas, donde podían entrar menores, que bebían sin problemas, para oir los mayores talentos del joven jazz carioca, como los pianistas tenório junior y sérgio mendes, el trompetista claudio roditi, el trombonista raul de souza, el bajista otávio bailly y el batería victor manga. pero de noche era diferente. gracias a la buena voluntad de alberico, un italiano simpático que se hizo mi amigo, entré por primera vez en el “manhattan”, un barín oscuro con una pequeña barra, algún taburete, media docena de mesas, mucho humo y un espetacular trío de jazz con una cantante sensacional que hacía scats vertiginosos en “old devil moon”, “but not for me” y otros standards (norte) americanos.
encogido en una esquina, extasiado, vi por primera vez a leny andrade cantando, acompañada por luiz eça, otávio bailly y helcio milito, la base del futuro tamba trio.
los bossanovistas cariocas adoraban jazz, cool jazz, chet baker, stan getz, dave brubeck y paul desmond, miles davis, bill evans, stan kenton, tenían una optima formación jazzística, les gustaba improvisar y las harmonías complejas, sus ídolos eran jazzistas, vivían como jazzmen, y no tocabam música brasileira. por lo menos hasta el descubrimiento de la bossa nova.
pero joão gilberto, que había comenzado todo, tenía muy poco que ver con todo aquello. joão era bahiano, su música era brasileirísima y en ella no había espacio para improvisaciones. al contrario, exigía una constante elaboración y lapidación, extremo rigor y precisión en la búsqueda de la simplicidad absoluta. las harmonías complejas del jazz encontraban en la guitarra de joão disonancias y secuencias semejantes, sus acordes parecían ser los mismos. Solo que en lugares diferentes. Estabam donde no deberían estar y por eso sonaban tan bonitos y sorprendentes - y tan naturales. Su dominio del ritmo y de las divisiones, su swing sincopado, su fraseado seco y preciso, la sincronicidad entre la voz y la guitarra, todo en joão llevaba al rigor e la disciplina, al fondo de brasil. y al genio. los jazzmen gustabam mucho de joão, pero él no le hacía mucho caso al jazz. prefería dorival caymmi y ary barroso. y adoraba a cole porter.
los jazzistas adoraban a tom jobim, porque era moderno, disonante y sofisticado. las mujeres tambien, porque era bonito, educado y tenía encanto. a todo mundo le gustaba tom jobim, su piano y su guitarra, la elegancia escueta de su fraseado y de sus acordes, la sofisticada levedad de sus melodías, su colosal talento en flor. pero tom jobim no formaba parte de la “ turma da bossa nova”. él era la bossa nova. él y joão. la turma era más animada. era más joven, bebía más, reía más, tocaba y cantaba más -no necesariamente mejor- y en más lugares. prácticamente en cualquier lugar. donde hubiese un rinconcito, una guitarra y alguien dispuesto a oir, habría un bossanovista militante en misión predicadora. si hubiese un güisquicillo, mejor todavía. al inicio de la bossa nova, a excepción de joão gilberto, la radio no ponía nada del género. igual porque no había todavía mucho para pinchar, un primer lp de carlinhos lyra, otro de sylvinha telles, alguna cosa de intérpretes ya conocidos que se adherían a la bossa, como agostinho dos santos - que había grabado “ felicidade “ para la banda sonora de “ orfeu negro “, en 1959. pero agostinho, un negro paulista simpatiquísimo y con mucho acento, no era cantante de bossa nova. al contrario, se enorgullecía de tener una grande voz, se empeñaba en mostrar como cantaba fuerte y grave y agudo y afinado, lleno de recursos y filigranas. Era demasiado cantante para la ambientación cool y minimalista de la bossa.
cantor de bossa nova era joão (giberto), lo máximo con lo mínimo. y joão no iba a fiestuquis, no hacía entrevistas, raramente aparecía en la tele, no le gustaba salir en fotos y nunca iba a la playa, que era donde todo el mundo se encontraba. su misterio y sus leyendas, su humor y su inteligencia, hacían su música incluso más fascinante. más allá de shows en colegios y facultades, las fiestas en apartamentos de copacabana fueron el principal vehículo de divulgación en el inicio de la bossa nova, cuando el movimiento todavía no tenía discos, no sonaba en la radio, no aparecía en la tele y no tenía espacio en la prensa. samuel wainer, casado com danuza, cuñado de nara leão, daba generosa cobertura en su vibrante última hora, en su línea de entusiasmo por los jóvenes y audaces. ronaldo bôscoli trabajab en la revista manchete y siempre que podía metía algún comentario. sus discípulos Moisés fucks y joão luiz albuquerque hacían lo que podían en ultima hora y radiolandia. y era casi sólo esto. yo (nelson motta) pasaba las páginas del diario carioca, del correo de la mañana, del ultima hora, de la revista O cruzeiro, en busca de las escasas novedades sobre la bossa nova, leía todos los días la columna de jazz de sylvio tullio cardoso nen el globo, que era uno de los pocos espacios que de vez en cuando daban alguna cosa sobre la nueva onda.
lo más eran las fiestas. en una de ellas, en un piso de la avenida atlántica, los anfitriones eran el joven cónsul argentino oscar camillion y su pareja suzana, simpáticos, educados y animados -y locos por la bossa nova. veinte años después óscar sería embajador en brasilia y en seguida ministro de exteriores argentino. pero en aquella noche robaron su pavo. mientras un grupo cantaba en una sala para un público deleitado esparcido por el suelo - en las fiestas de bossa nova nadie usaba sillas - rápida y soterradamente un comando gastronómico sequestraba el pavo asado que dominaba la mesa del comedor y desaparecía en la noche. había mucha gente en la fiesta y el mistério nunca fue esclarecido. aunque casi todos los presentes tuviesen un primero y obvio sospechoso: el gordo carlos imperial. ¿ qué hacía carlos imperial, patán profesional de la temida “turma da Miguel Lemos” y animador de programas de rock and roll en la radio y tv, en una fiesta de bossa nova en Copacabana ? la “ turma da bossa nova “ detestaba al golfo imperial, despreciaba sus rockeros de pacotilla, sus programas con público en la TV y sus espectadores barriobajeros. pero el gordo no paraba de agitar, publicitando shows, lanzando cantantes, ganando dinero y tirándose chicas. “¡ mi joven, bello y querido amigo !", era como imperial saludaba efusiva e invariablemente amigos y desconocidos y hasta enemigos, como una caricatura de un político profesional, como un villano de los programas de humor (cutre) de la (tv) atlantida. imperial se defendió: estaba en la fiesta para presentar a su nuevo lanzamiento, un futuro príncipe de la bossa nova. y alegando que estaba esperando presentárnosle cuando el pavo fue robado, el gordo se declaró inocente. tratándose del cínico y libertino imperial todo era posible. el cónsul se lo tomó de forma deportiva y diplomáticamente brindó por el “ gran ausente “ mientras los invitados y los que se habían colado devoraban las guarniciones. después de la cena, mucha gente se fue, tal vez para cenar, y los que se quedaron volvieron a la sala y se recolocaron por el suelo con el máximo de informalidad exigida, para una segunda tanda musical.
el grupo de ronaldo bôscoli, las estrellas aspirantes de la bossa nova como nara y menescal, ya habían tocado y cantado antes de cenar y todos les habíamos acompañado, bajito, como era de buena onda. muchas canciones que ni siquiera habían sido grabadas ya eran éxitos en el circuito de las fiestas, y las cantábamos. muy bajito. para el segundo tiempo, a pesar del caso del pavo y de la consecuente desbandada, carlos imperial iba a encontrar um ambiente propicio para su lanzamiento: un buen público de jóvenes señoras y un montón de lo que en el futuro se llamarían “ formadores de opinión “. todos tirados por el suelo, entre cojines, vasos y cigarrillos, algunos sin zapatos. ojos y oídos descreídos esperaban la sorpresa de imperial. ¿ qué cachondeo (pilantragem) tendría preparado ? imperial nunca tuvo nada que ver con la bossa nova, se reía de la bossa nova, él era del rock and roll. pero el rock estaba tardando en pegar en río, parecía que no combinaba mucho con el ambiente de sol y playa, y el gordo, sintiendo el potencial comercial de la bossa, estaba diversificando. su pupilo era delgado y tímido, con cabellos rizados y oscuros y piel muy pálida, tenía ojos profundos y tristes y sonreía nerviosamente. quando imperial, en chanclas y camisa hawaiana, dio unas palmadas e impostó la voz:
“ mis jóvenes, bellos y queridos amigos, la bossa nova es silencio. si-len-ci-o. y les pido silencio para presentar al futuro príncipe de la bossa nova “.
acompañado por durval ferreira, el “ gato “, a la guitarra, el chico del pueblo de imperial cantó, con sus labios finos y un hilo de voz, bien afinado y hasta con cierto encanto, dos canciones de su mentor, que había acabado de grabar. el rapaz imitaba descaradamente a joão gilberto y la canción era una sub-bossa imperialesca.
“ brotinho toma juizo, chiquilla entra en razón
segue o meu conselho, sigue mi consejo
abotoa este decote, abróchate el escote
vê se cobre este joelho, cúbrete la rodilla
para de me chamar de meu amor, no me llames "mi amor"
senão eu perco a razão que pierdo el juicio
e esqueço até quem eu sou ...” y me olvido de quien soy
a las mujeres les encantó.
fue la primera vez que oí a roberto carlos...
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