Lo que se esconde detrás de tu desorden: En general, el desorden en los espacios que habitamos es señal de desorganización en nuestro mundo interior. Permanecer saturado de objetos, significa estar saturado de ideas y proyectos sin resolver. El desorden lanza un mensaje de confusión interna, falta de estructuración y falta de definición.
¿Qué es el Feng Shui?
El feng shui (literalmente, viento y agua) estudia el flujo de la energía o Chi en el paisaje para determinar cómo influyen en las viviendas y en las personas que las habitan. A través de la práctica del feng shui generamos una energía armónica en todos los ambientes de la casa; para que nuestros espacios se conviertan en la tierra fértil en la cual nuestros afectos, nuestra salud y nuestros proyectos podrán germinar y desarrollarse plenamente.
Las tres claves del feng shui
Tu casa tiene tres puntos claves para el feng shui: la entrada, la cocina y los dormitorios. En estos tres ambientes se resuelve el 90% del feng shui del interior de tu casa. La entrada definirá la calidad de la energía que ingresa a tu casa. La configuración de la cocina influirá sobre la calidad de energía que reciben los alimentos y la prosperidad de la familia en general. El dormitorio es decisivo para tu recuperación, salud y vínculos afectivos.
¿En qué se basa el Feng Shui?
La armonía que propone el feng shui se basa en principios bien establecidos de la metafísica china: el equilibrio Yin Yang, la teoría de los cinco elementos, el Ba Gua y el concepto de la energía Chi.
El Yin y el Yang son las dos polaridades de la energía Chi. Yang es lo luminoso, activo y expuesto. Las áreas más activas o yang de una casa son su entrada, la cocina y las áreas sociales (living). Yin, en cambio, es lo oscuro, lo pasivo y lo reposado. Los dormitorios y los baños son las áreas yin de una casa. Lograr en la casa y en nuestra propia vida el equilibrio de los opuestos Yin Yang, entre la actividad y el descanso, entre la prosperidad y la salud, es el principal objetivo de la práctica del feng shui.
El Chi
Chi significa aire o aliento, en el feng shui es un sinónimo de la energía vital que necesitamos para alcanzar nuestros objetivos. La energía Chi es fluida, se mueve y se concentra de acuerdo a ciertos principios. Los parques y espacios abiertos, los cuerpos de agua naturales o artificiales, son beneficiosos para la energía de Chi de nuestra vivienda. En cambio, los edificios con formas agresivas, las antenas y las autovías con tránsito muy intenso generan Sha Chi, que es la forma destructiva o dañina de la energía. Algunos textos se refieren a ella como “dardos envenenados”. Ciertos objetos, como los espejos, colgantes y luces, pueden desviar el Sha Chi y proteger nuestra vivienda, son las Nueve Curas del Feng Shui.
Los Cinco Elementos
La teoría de los Cinco Elementos nos dice que la energía de la Naturaleza, el Chi, se expresa a través de cinco fases: el Fuego, la Tierra, el Metal, el Agua, la Madera. Los Cinco Elementos proporcionan la base formal para razonar las curas o soluciones del feng shui; es el fundamento de las fórmulas de la brújula, de la astrología y la numerología china, del calendario y de la medicina china. En nuestra casa, los cinco elementos pueden materializarse mediante ciertos objetos.
El Ba Gua
El Ba-Gua (ocho gua o trigramas) es un conjunto de símbolos que describe ocho fuerzas que operan en todo el universo y que también se pueden reconocer en una casa. Hay muchas fórmulas que derivan del Ba Gua, todas requieren del uso de una brújula. Por ejemplo, los sectores del Ba Gua se pueden relacionarse con determinadas profesiones.
Además, los estudiosos del Feng Shui y de prácticas similares, aseguran que el desorden tiene diferentes significados, dependiendo del lugar en donde se acumule. Esto es lo que indican al respecto:
Los objetos amontonados en zonas que están a la entrada de una casa significa un profundo temor a relacionarte con otras personas
Los amontonados en la cocina o los espacios en donde se preparan alimentos significa fragilidad emocional.
Aquellos amontonados en los armarios significa dificultad para analizar y controlar los sentimientos y emociones
Los objetos amontonados debajo de los muebles indica que se es muy dependiente de la opinión de los demás y se da gran importancia a las apariencias
Los que están amontonados detrás de las puertas son una expresión de miedo a ser rechazado por los demás y de la convicción de sentirse vigilado
Objetos amontonados en el escritorio o el sitio de trabajo significa miedo, frustración y necesidad de control sobre las situaciones
Objetos desordenados en el garaje implica temor a lo nuevo y falta de destreza para actualizarse
Los objetos amontonados en los pasillos significa miedo a expresarse, a decir directamente lo que se desea.
Aquellos amontonados en la sala significa miedo a ser rechazado por la sociedad.
Los amontonados en el comedor tienen que ver con sentirse controlado por la familia.
Por último, los objetos amontonados por toda la casa significa que tenemos ira reprimida y que nos sentimos apáticos y desinteresados por la vida.
Las ventajas de superar el desorden
No es necesario que tengamos nuestros espacios como impolutos. De hecho, preocuparnos demasiado por el desorden nos resta energía para cosas más importantes y nos vuelve exigentes, huraños y neuróticos. Lo que sí es importante es poder habitar espacios que nos resulten agradables y fáciles de manejar. No es razonable estar a cada rato buscando cosas que se extravían por tanto desorden, ni deprimirnos con solo mirar el estado de nuestro lugar de trabajo o de vivienda.
Una de las primeras causas de la desorganización es que quizás no has clasificado bien los objetos y, por lo mismo, hay muchas cosas que no tienen un lugar definido en donde deban estar. Es importante analizar cuáles son los tipos de objetos que hay en la casa o en la oficina, conformar categorías o grupos de objetos y definir dónde debe guardarse cada grupo.
Elegir bien el lugar para ciertos objetos
Los elementos de escritorio deben tener su lugar, así como los medicamentos, los papeles, los libros, los cuadernos, los paraguas, etc. Es posible que tengas que definir dos o tres sitios para guardar una misma categoría de objetos, si es que son muchos.
Lo siguiente es trabajar en tu mente para disponerte a hacer lugar a lo nuevo. Mientras mantengas objetos que ya no necesitas, o conserves las cosas simplemente por conservarlas, te será imposible avanzar. Es necesario deshacerte de todo aquello que ya no es necesario. Lo que no hayas usado en el último año, debe ir a la basura o a un espacio de bodega.
Convéncete de que limpiar tu lugar es también limpiar tu mente, depurar tu entorno, sanear tu vida. Decídete a pasar a un nuevo nivel y despójate de los objetos que conforman un entorno en el que nada nuevo tiene cabida.
Muchas personas disfrutan del orden lógico de las cosas dentro de una habitación. Por orden lógico se entiende todo organizado por tamaño, color o en algún lugar preestablecido en cualquier, habitación, armario, o estantería. Si está algo “fuera de su sitio” pueden molestarse e incluso les puede causar malestar emocional o físico en los casos más extremos.
En el otro lado del espectro se encuentran las personas desordenadas, aquellas a quienes realmente no les parece relevante realizar o mantener las cosas bien organizadas. No necesariamente significa que esté todo sucio, aunque muchas veces está implícito. El desorden puede tener origen tanto en la falta de tiempo como en la falta de ganas o que, simplemente, se considera que existen cosas más importantes que organizar todo de una determinada forma, algo que resulta muy común en artistas y bohemios.
Ahora la gran pregunta es ¿solo existen estas dos realidades? La verdad es que existen ironías dentro de estos dos grupos y conceptos que se deben tener bien en claro y que han generado ciertos problemas y confusiones a lo largo de la vida moderna humana.
«El orden es el placer de la razón pero el desorden es la delicia de la imaginación.»
-Paul Claudel-
Precisando el concepto de orden
Se puede decir que el orden no sigue un patrón determinado, no existe una fórmula exacta con la cual evaluar si una habitación se encuentra ordenada o no (y aquí probablemente alguno que otro diga que sí se puede).
El orden se define como todo aquello que funciona de determinada manera o la organización de elementos en determinado espacio, realizada por un individuo inteligente.
Así que, ya que el concepto no entra en más detalles, se puede presumir que si una serie de libros no se encuentran organizados en orden alfabético, sino por el nivel de significado que tiene para el dueño de los mismos, no están desordenados, es más bien que estos están organizados en un orden distinto.
El desorden «ordenado»
¿Cuántas personas conocen que afirman que son desordenados pero que localizan todo perfectamente dentro del desorden? O, por el otro lado, ¿cuántas personas conocen que son organizadas, que colocan todo de forma meticulosa y, sin embargo, tardan en conseguir encontrar las cosas? Seguramente conocen más de un caso de ambos extremos.
Resulta que existe en realidad una variante del desorden llamada “desorden ortodoxo” o “desorden ordenado”. En ella, aunque aparentemente todo se encuentra, para el ojo común, desordenado, el encargado de ese sistema puede encontrar absolutamente cualquier cosa – o la mayoría de ellas – sin esforzarse en absoluto o perder tiempo. Sin embargo, si un tercero intercede y decide “organizarlo todo”, serán incapaces de encontrar cualquier cosa porque verán su “orden alterado”.
Orden no es lo mismo. El hecho de no tener las cosas clasificadas por tamaños, de no tener los libros en la biblioteca por orden alfabético, o la ropa en el armario separada por colores no significa precisamente que haya una ausencia de orden, solo se trata de un orden distinto. De igual forma, el hecho de tener todo colocado en espacios determinados y organizado siguiendo cierto patrón o un sistema rígido no implica que exista un orden.
“Es difícil el equilibrio entre el caos y el exceso de orden.»
-Albert Jacquard-
Cada ser humano es diferente, con distintas prioridades y modos de ver la vida, por lo tanto lo que funciona y es necesidad para uno no implica, obligatoriamente, que entre dentro del modus vivendi de otros. Por lo que nunca está demás ejercer la tolerancia y el respeto para con los que «se organizan» de una manera distinta.
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