El papel del neofascismo en la Operación Cóndor-Alessandro Pagani
  • 05/03/2018
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El papel del neofascismo en la Operación Cóndor-Alessandro Pagani

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neofascismo operación cóndor Alessandro Pagani


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Eduberlin

Pues si, el capital como relación social es una manera de producir y producir-se en esta vida-mercado de competencia y escasez artificialmente inducida y legitimada por las mismas víctimas.

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Juan

En EEUU y en todo el mundo estuvieron y están sin haber pasado por... ni leído nada de la literatura nazi, si tú pensamiento se limita a extraer el máximo beneficio posible de cualquier lado ya estás dentro... entendía que hablabas de eso cuando comentabas lo de que el capitalismo no necesita adoptar el fascismo cuando lo lleva impreso en sus genes.

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Eduberlin

Los criminales de guerra nazis cobran su jubilación en Estados Unidos El domingo el diario New York Times informó que más de 130 residentes de Estados Unidos vinculados con crímenes nazis recibieron 20,2 millones de dólares en prestaciones de seguridad social durante medio siglo. El dato está incluido en una investigación realizada por la Administración de Seguridad Social que será dada a conocer en los próximos días. Algunos de los pagos fueron hechos en junio del año pasado. Después de la II Guerra Mundial (1939-1945) miles de antiguos nazis se trasladaron a Estados Unidos protegidos por el gobierno, que elaboró un proyecto secreto, llamado Paperclip, para protegerles y que pudieran continuar desempeñando las mismas funciones que habían llevado a cabo bajo el III Reich. En los años sesenta y setenta del siglo pasado decenas de estos antiguos nazis comenzaron a recibir prestaciones de la seguridad social. Estas actividades clandestinas vulneraban los acuerdos firmados por los aliados al final de la Segunda Guerra Mundial, que obligaba a exigir responsabilidades por crímenes de guerra a los nazis que fueran capturados con vida. Los imperialistas discriminaron a los nazis según determinados criterios. El destino de los carniceros como Barbie y Eichmann sería Latinoamérica; el de los criminales de cuello blanco, ingenieros y científicos era Estados Unidos. El caso más conocido es el del nazi Werner Von Braun, que fue uno de los impulsores del programa de misiles balísticos y de los vuelos espaciales en Estados Unidos. La reconstrucción de todo sistema tecnológico de un país derrotado y su transferencia al país vencedor es un hecho único en la historia. En Gran Bretaña un plan elaborado el 5 de junio de 1944 propuso apoderarse del botín científico de Alemania. Mucho antes del desembarco de Normandía, el teniente general Ronald Weeks segundo jefe del Estado Mayor británico, declaró que “el equipo alemán es tan bueno o mejor que el nuestro”. Estaba convencido de que la incautación de los programas de investigación, diseño y desarrollo de Alemania era “uno de los objetivos más vitales de la posguerra inmediata[...] Puede ser que ésa sea la única forma de reparación que podamos exigir a Alemania. Ahora hay que planificarlo cuidadosamente todo para asegurarnos de que después podrá exigirse”. En 1945 Henry A. Wallace, secretario de Comercio de Estados Unidos, formuló un razonamiento similar con respecto a la apropiación de los cerebros de la maquinaria de guerra nazi. “La transferencia de destacados científicos alemanes a este país para el avance de nuestra ciencia e industria”, comunicó al presidente Truman, “parece acertada y lógica. Es sabido que en la actualidad están bajo control de Estados Unidos eminentes científicos cuyas aportaciones, si se unieran a las nuestras, harían avanzar el nivel de los conocimientos científicos en beneficio de la nación”. Dirigidos por el coronel Holger Toftoy (jefe del Departamento de Balística de Estados Unidos), los estadounidenses embarcaron con rumbo a su país cohetes V1 y V2 y todas las piezas de recambio que cayeron en sus manos. Los norteamericanos también se llevaron de Baviera todo un túnel de pruebas supersónicas, un submarino con un avanzado sistema de propulsión y muchos tipos diferentes de aviones, incluidos prototipos a reacción y aviones cohete. El botín llevado al Centro de Investigación de Documentos del Aire, instalado en Wright Field, Estados Unidos, comprendía toneladas de planos. La técnica nazi llegó acompañada de los técnicos nazis. En 1945 unos 120 investigadores, principalmente de la región de Baviera, seleccionados por Von Braun, fueron transportados a Fort Bliss, cerca de El Paso, Texas, donde inmediatamente se les puso a trabajar en la investigación de misiles dirigidos. En lugar de encarcelarles, el imperialismo les recompensó por los servicios prestados y luego les concedió las correspondientes pensiones de jubilación. Óscar Miguélez en 22:03

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Eduberlin

https://movimientopoliticoderesistencia.blogspot.com.es/2015/06/los-criminales-de-guerra-nazis-cobran.html?m=1

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Eduberlin

Si, si. Lo he escuchado tres veces el audio de LDD. Hace unos años un compañero me regaló el libro de Primo Levi, "si esto es un hombre". Conforme lo vas leyendo te das cuenta de que efectivamente el modelo empresarial de la vida, funciona como un campo de concentración. Yo siempre digo que el famoso cartelito de "Arbeit Macht Frei" nos anunciaba la vida que íbamos a llevar todos bajo la "Democracia y libertad" del Reich Merkeliano + OTAN + FMI. Toda la vida es la vida en torno al trabajo. No se puede salir de esta situación, si no es con la muerte (que nos liberará de esta situación). Usar la vida de los demás sólo para producir para las empresas y que sea el trabajo mismo el que vaya desechando a la gente. En fin, es súper interesante tb las relaciones sociales mediadas por el trabajo, la escasez inducida y la competencia e individualidad de todos contra todos.

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JC Denton

Auschwitz. En la zona gris, jajajaja sí, si los de la linterna no los escucho, los estudio XD, muchas gracias no obstante ;)

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Juan

Arkadio publicó hace poco un audio donde dos historiadores cuenta como funcionaban los campos nazis por dentro, creando un sistema social predatorio impulsado por la escasez, con lo que conseguian que los propios presos fueran los que administrasen la jerarquizacion, explotación y traicion entre compañeros a cambio de privilegios realmente ridículos, como una cucharada más de comida o un día más de vida. Los beneficiarios del sistema predatorio eran las multinacionales que comenta Edu. La reflexión final de Arkadio se parece bastante a la del autor que comentáis, donde este sistema predatorio no desapareceria con el cierre de los campos de concentración, sino que sería el modelo social aplicable en la modernidad venidera. LDD - Auschwitz. En el corazón de la zona gris http://www.ivoox.com/22684936 Curiosamente Milthon Friedman, la RAND Corporation y compañía... parece que hubiesen extraído la experiencia de los campos nazis a la hora de desarrollar el modelo neoliberal basado en valores individuales negativos y colectivamente destructivos, pero el tiro les acabo saliendo por la culata, como diría nuestro compañero Devenir, por el hecho que los países que lo adoptaron han quedado en profundas crisis sociales y económicas, de tal modo que su influencia sobre el resto del mundo esta desapareciendo más rápido de lo que hubiesen podido imaginar.

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JC Denton

Ostias, muchas gracias xq es que además lo voy a hacer rular. Está muy bien

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Eduberlin

Campos de concentración nazis : la base industrial del capitalismo de hoy Frente a muchos discursos conmovedores, preferimos hacer unas preguntas directas: ¿Quién quería los campos de concentración? ¿Cuáles fueron las causas? ¿Qué razones económicas terminaron para crear la razón sicológica? Si la respuesta es la “banalidad del mal”, deberían explicarnos por qué esta “banalidad” se pudo generar con tanta violencia en la mitad del siglo pasado y en Europa. Si aceptamos las tesis de la “banalidad del mal”, nos quedaremos desarmados frente al fenómeno por el cual, por definición, no tendría ni soluciones ni explicaciones algunas. Hay quien explica también que la existencia de los campos de concentración representa el último capítulo de una discriminación secular en la cual fueron sometidos los hebreos. Dejamos a lado el hecho que en los campos de concentración no sólo murieron los hebreos, sino también latinos, gitanos, anarquistas, comunistas, socialistas, homosexuales, eslavos, opositores políticos, discapacitados, etcétera. Pero supongamos que, aunque fuera así como dicen, la cuestión sería que alguien nos debería explicar el porqué de “tan gran” prejuicio religioso haya podido llegar a esos niveles. El materialista italiano Arturo Labriola solía decir que “las ideas no caen solas desde el cielo”. En este caso, deberíamos decir: las pesadillas no surgen desde el inframundo, sino que surgen en el terreno de la lucha de clase y de los procesos económicos. Y esto sucede a pesar de cual sea la opinión que tiene el hombre, de las motivaciones ideales, éticas, morales, religiosas y en las cuales, dicen, se mueven sus propias acciones. A nosotros no nos interesa cuál era la perversa convicción que movía al sicópata nazi a nivel individual. Quien escribe este artículo no es siquiatra sino historiador. A nosotros no nos interesa cuál era su fin, sino la base social en la cual dichas convenciones se pudieron desarrollar. Ya que, si lo pensamos, las causas y los efectos parecen invertidas. Los campos de concentración no surgen por la presencia de un prejuicio religioso, sino que fueron los prejuicios religiosos y raciales heredados los que proveyeron del pretexto ideológico de un hecho económico y social bien radicado. En su desarrollo supremo, la producción capitalista ha superado las barreras de un mercado nacional. Cada burguesía de un país con capitalismo avanzado tiene la tendencia a extender de manera imperialista su propio dominio en otros mercados y colonias. No puede existir capitalismo sin imperialismo, como ya no puede existir un desarrollo industrial y financiero capitalista sin militarismo y dominación de los mercados internacionales. Pero en su desarrollo particular, Alemania se había vuelto una potencia industrial cuando Francia y Reino Unido ya habían ocupado ampliamente el espacio colonial. La industria alemana podía seguir su propio crecimiento imperial sólo poniendo en discusión el equilibro geopolítico a nivel internacional. Sólo esto puede explicar la política agresiva del militarismo alemán (y por cierto, nunca y jamás, las supuestas características genéticas del alemán). El nazismo le creó un programa posible a la burguesía imperialista alemana para, así, lanzar su desafío por el control del mercado mundial. La teorización de una superioridad de la raza aria, así como la un “espacio vital” hacia Oriente, eran sólo las justificaciones criminales y aberrantes de un programa de unificación del mercado europeo bajo el mando del imperialismo alemán. Para lograr este objetivo se necesitaba de un inmenso esfuerzo militar y productivo que no tenía precedentes. La cuestión no era conquistar militarmente unos cuantos países, sino llevar a cabo una ocupación colonial y permanente de toda Europa y Asia. Hasta ahora, hay una tendencia de pensamiento que nos quieren imponer la idea de que la guerra debe considerarse como un conflicto entre Estados o ejércitos, como si esto fuera únicamente un choque de tipo militar, basado en tácticas, potencias de fuego y calidades de mandos. Pero, en realidad, la superioridad militar nace en el campo de la superioridad productiva. Y antes de volverse militar, la guerra se juega en el terreno de la productividad del trabajo. Lo que era necesario ante todo era la conquista de la paz social entre fuerzas productivas y, desde ahí, poder explotar sin conflicto la fuerza de trabajo. El primer objetivo del capital alemán y de su brazo armado, el Partido Nacionalsocialista de Hitler, era el de la sumisión total de la organización del trabajo, y de cualquiera expresión organizada y consciente del movimiento obrero y campesino. Subordinados con la violencia a las fuerzas del capital, el trabajador y el desempleado alemán tenían que canalizar su propio odio de clase hacia un enemigo externo. Así nace la mal llamada “comunión de intereses” del patrón y del obrero alemán reunidos bajo el concepto de la “raza aria”, base ideológica de la pax romana nazi, y que tenía que reflejarse en la asunción de un enemigo común. Fabricado al comienzo bajo presupuestos políticos y económicos, el racismo y la xenofobia de masa nazis encontraron su laboratorio en las problemáticas económicas ligadas a la producción bélica industrial. El gueto y el campo de concentración fueron nada menos que la respuesta a la necesidad de que la máquina productiva capitalista trabajara a su máximo esfuerzo. La industria tenía que producir al máximo y sin tregua, mientras al proletariado, al desempleado y a la clase media alemana los nazis le entregaban la divisa militar para conquistar y ocupar toda Europa y Asia. El Estado tenía la obligación de acumular enormes cantidades de capital sin poderse financiar en el mercado internacional. Crear ulteriores impuestos a la pequeña y gran burguesía alemana, hubiera podido significar para el nazismo quitar la mesa donde estaban sentados y provocar peligrosos desequilibrios en la base social de sus referencias. Un tremendo problema para una potencia militar e industrial como aquella alemana. Era necesario por lo tanto la conquista de un mercado de materias primas y a bajo precio, capitales a costo cero y una intensificación sin precedentes de la explotación de la mano de obra, pero con la doble dificultad de no poder disponer de amplios sectores del proletariado movilizados en el frente. Si las conquistas militares dieron las materias primas, el racismo dio la respuesta a una parte de los demás problemas aquí postulados. Las leyes raciales en Alemania y en Italia, predisponían precisas limitaciones de acceso al mercado del trabajo salariado por parte de los hebreos y otras “etnias” y un censo muy preciso de sus bienes y capitales. En determinado momento, veremos como este censo ha representado la base para la expropiación de unos cuantos sectores de la pequeña y media burguesía. Una forma de tasación forzosa para sustentar las cajas de Estado de un país a capitalismo avanzado en guerra. En unas condiciones “normales”, sabemos que el capitalista se “limita” a apoderarse de las horas de trabajo de un obrero a cambio de un salario mínimo que –en teoría– sirve para poder sobrevivir y para que el día sucesivo regrese a su trabajo. En condiciones “normales”, el Estado capitalista se apodera de las ganancias producidas a través la tasación. Pero, por las mismas razones aquí explicadas, este mecanismo tenía que alcanzar su máximo extremo y dimensión nunca logrado. El Estado y el patrón nazis no sólo tenían que disponer de la fuerza de trabajo y de los impuestos del obrero y del artesano hebreo, sino también de sus cuerpos y de todos sus bienes. El campo de concentración era el punto final de este mecanismo capitalista. El campo de concentración era, por ende, la racionalización final y organizada sobre bases industriales capitalistas. En 1942 el jefe de la oficina económica y administrativa de la Schutzstaffel (conocida simplemente como SS), la policía secreta de Hitler, Pohl, publicaba un decreto en el cual se destacaba el carácter exquisitamente productivo de los campos de concentración. La eliminación de los detenidos tenía que realizarse por “cansancio por trabajar”. Escribe Pohl a Himmler: “La guerra ha causado un cambio contundente en la estructura de los campos y ha modificado en manera radical las tareas sobre el empleo de sus internados. El internamiento por razones de seguridad, educación o prevención ya no tiene sentido. Su centro gravitacional se ha posicionado hacia la economía. Lo que ahora es importante es la movilización de todos los internados al trabajo, por razones bélicas, y por lograr la paz. Por medio de esta concesiones resulta también necesario adoptar unos decretos para transformar los campos de concentración en organizaciones más idóneas a las tareas económicas, ya que la forma pasada reflejaban un mero interés político”. Los “detenidos preventivos” eran nada menos que unas horrendas y macabras listas de colocación para esta fuerza de trabajo. Concentrados en los guetos, los hebreos, los latinos, los disidentes políticos, los eslavos, podían ser trasladados rápidamente a la “producción”. El número de estos internos por razones productivas crecían junto con el esfuerzo bélico: 60 mil en 1941; 115 mil en agosto de 1942; 160 mil en abril de 1943, y 200 mil en agosto de 1944. Nacían oficinas dentro y alrededor de los campos de concentración y también campos de concentración alrededor de las principales empresas. Es demostrada la complicidad de casi toda la burguesía industrial alemana en el proyecto del Tercer Reich. Según fuentes históricas, se aprovecharon de la mano de obra esclavizada empresas como la Volkswagen, los Thyssen y Krupp y la Siemens. Los responsables de los diversos campos tenían hasta la obligación de entregar los niveles de producción alcanzados. Las imágenes hollywoodianas de unos cuantos detenidos masacrados de manera irracional en los campos de concentración nazis, deberían ser sustituirlas con aquellas imágenes verdaderas y espantosas de una clasificación y organización científica de la fuerza de trabajo. Los campos de concentración pudieron operar uno de los primeros database informativos de la historia, por lo menos a nivel masivo. La estadunidense IBM firmó un contrato, una alianza económica y estratégica, con los nazis para entregarle a ellos la tecnología necesaria para “archivar” todas las informaciones demográficas necesarias para controlar la población y, luego, para poder seleccionar los detenidos. El así llamado sistema Hollerith se basaba en fichas con foros que permitían poder archivar las capacidades de trabajos de los detenidos. Estos códigos permitían reconocer y clasificar en sus llegadas en un campo de concentración las funciones de los detenidos: carpintero, médico, artesano, metalúrgico, trabajador de la construcción, etcétera. Todo lo que representaba un costo o era un obstáculo para la producción tenía que ser eliminado: comidas, pausas, descanso. La mano de obra inutilizada o innecesaria, superflua, tenía que ser eliminada y desechada. Y este círculo se cerraba transformando los muertos en materia prima. Como ya hemos dicho, los hebreos no fueron la mayoría relativa de los detenidos, no fueron los únicos. Ya que el nazismo no ha exterminado sólo a los hebreos, sino también a los latinos, a los homosexuales, a los anarquistas, comunistas y socialistas, etcétera. Y sobre este exterminio ha construido la máquina perfecta de la ganancia capitalista. Sólo si sabemos interpretar los campos de concentración nazis bajo este supuesto, seremos capaces de comprender también la barbarie nazi no como un paréntesis horrendo en el camino “color de rosa” del capitalismo hacia el progreso, sino como uno de los destilados más puros y genuinos de este sistema criminal. Un sistema que en sus manifestaciones más extremas se basa en la esclavitud, y pone nuevamente en auge el hombre de la Edad Media… aunque si le entrega las tecnologías más avanzadas es el de un país de capitalismo avanzado. No siempre el capitalismo genera el fascismo, pero es dentro del capitalismo que encontramos las bases y las explicaciones de los crímenes fascistas y nazis. Si sabemos comprenderlos, siempre tendremos memoria.

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Eduberlin

Échale un vistazo a este artículo: https://www.investigaction.net/es/campos-de-concentracion-nazis-la-base-industrial-del-capitalismo-de-hoy/

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