El Evangelio de hoy está tomado del capítulo octavo de San Juan. El pasaje que corresponde a la Santa Misa de hoy está muy próximo a un par de frases que encontramos en el capítulo sexto del mismo Evangelio, es ese capítulo sexto decía Cristo: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo, el que me coma vivirá para siempre” (Jn 6,51). En el capítulo octavo, Cristo dice: “El que guarda mis palabras, no conocerá la muerte” (Jn 8,51).
La primera enseñanza para nosotros es el precioso paralelo que existe entre recibir la comunión eucarística, recibir el Pan de Vida y escuchar la Palabra divina; de hecho, en la Santa Misa, tenemos siempre dos mesas, la mesa de la Palabra, así podemos llamar a la primera parte de la Eucaristía, también conocida como liturgia de la Palabra y la segunda parte que es la liturgia de la Eucaristía. De modo que se iluminan estas dos partes de la Misa, porque Cristo dice en el capítulo octavo de San Juan: “el que guarda mis palabras no conoce la muerte, tiene vida adentro”. Cristo dice: “El que coma vivirá por mí, yo lo resucitaré en el último día” (Jn 6,56).
Es el mismo Cristo quien a través de su palabra nos ilumina y transforma y a través de su propio Cuerpo y Sangre nos alimenta y vivifica, así que aquí aprendemos cómo debemos escuchar cuando resuene la Palabra de Dios, en nosotros debe haber el deseo de comulgar con lo que estamos oyendo, ¿comulgar qué implica? implica unirnos plenamente de corazón y de mente con eso que estamos oyendo, hacerlo vida en nosotros, hacerlo parte de nosotros, esa Palabra me está indicando cuál es mi ruta como cristiano, eso es comulgar con la Palabra pero también esto nos indica cuál es la manera de recibir la comunión Eucarística. Lo más hermoso es ver en la sencillez de esa hostia consagrada, ver a aquel del que nos han hablado en las Escrituras, porque sin la luz de las Escrituras y la Palabra, se corre siempre el riesgo de que la Eucaristía se vuelva una cosa, hay personas que quieren comulgar a toda costa como si fuera una cosa, como si fuera un amuleto comulgar, algunos dicen que se divorcian y vuelven a casar y que nadie los puede privar de comulgar, ¿Es que Cristo es una cosa, que tienes derecho a comer? ¿De eso se trata? ¡No!.
El Cristo que habla en su Palabra, cuya voz resuena en el recinto de la Iglesia es el que nos acercamos con humildad y siempre conscientes de nuestra indignidad en la comunión eucarística.
Así que conocer más de Cristo a través del oído para recibirlo verdaderamente en la comunión y amar más la Eucaristía para comulgar con Él cuando escuchamos su Palabra.
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