“Tengo la sensación de que escribo por última vez. Hay una redada en la ciudad. No se me permite salir y me estoy volviendo loca, prisionera en mi propia casa (…)
Después de unos días hay algo en el aire (?). Sin aliento, la ciudad espera lo que va a ocurrir, y esta espera es peor que cualquier cosa. Me gustaría que todo esto ya hubiera terminado. Este tormento es el infierno”.
Lo escribió en su diario la adolescente judía Rutka Laskier en abril de 1943, pocos días antes de ser enviada al gueto de su pueblo, en Polonia, y de allí al campo de concentración de Auschwitz.
Ella no sobrevivió, pero su diario sí lo hizo, escondido durante sesenta años por su entonces amiga Stanislawa Sapinska, quien entregó las hojas amarilleadas por el tiempo al centro para la memoria Yad Vashem de Jerusalén.
Rutka Laskier, una niña judía polaca de 14 años, escribió un diario los días que pasó en el gueto, antes de ser deportada a Auschwitz. Allí murió gaseada en 1943. Nuevos hallazgos arrojan más luz sobre el caso, y sobre el holocausto que vivio una niña en primera persona.
Lo más probable es que hubiera cogido el cólera. Sólo eso explicaría que su ya maltrecha belleza, que aun así llamó la atención del temible doctor Mengele, se marchitara con tanta rapidez. A sus 14 años se consumía por momentos. Zofia Minc, de edad parecida, dormía cerca. Se hicieron amigas en la desgracia. Según su relato, ella misma la tuvo que transportar en una carretilla hacia el horno crematorio. Aún consciente, Rutka le rogó que la dejara junto a la alambrada del campo para electrocutarse: una muerte supuestamente menos dolorosa que la de arder viva, “pero un SS que iba detrás nuestro con un fusil no me dejó”.
El horror que se cebó en Rutka es uno más de los que pueblan los informes del Instituto Histórico Judío de Varsovia, un dossier hallado hace poco y que da mayor exactitud al calendario del terror: contrariamente a lo que se creía, parece que Rutka no murió gaseada inmediatamente cuando llegó a Auschwitz el mismo agosto de 1943, como les ocurrió a su hermano pequeño y a su madre, sino que falleció unos meses después, quizá en diciembre, según el testimonio de la niña superviviente que la conoció.
El interés por el matiz en el caso de Rutka es fruto del eco mediático en Europa alcanzado por su cuaderno de notas. Con letra muy pulcra, ligeramente inclinada a la derecha y muy decidida, casi sin tachaduras, Rutka Laskier llenó apenas 60 cuartillas de una libreta entre enero y abril de 1943. La joven polaca de origen judío intuía el Holocausto y su propio final: sólo hacía falta mirar y escribir lo que ocurría en las calles del gueto de Bedzin donde vivía, una ciudad minera con 25.000 judíos y a 40 kilómetros de Auschwitz y de las cámaras de gas de Bierkenau. Inevitable así convertirse en la Ana Frank polaca a través de esos apuntes.
Comentarios
Inventaros otra cosa porque a ver en que quedamos... murió gaseada y después la iban a quemar viva? no tiene limites la invención sobre estos temas
To mate, sí, increíble que HAYA gente que lo niegue, y que escriba "haiga".
Este no este es bueno, pero el de Annita Frankestein pura propaganda.
Si, el "Clide" y sus palmer@os.
Y que todavía haiga gente que lo niegue....