Jalisco, con más de siete mil personas desaparecidas, es uno de los pocos estados del país que implementó una Fiscalía especializada para atender este delito. Si bien no ha habido un solo resultado en años, pues no existen personas sentenciadas por este ilícito, la nueva administración encabezada por Enrique Alfaro prometió, nuevamente, que el tema sería tomado en serio y anunció la creación de una base de datos que se reflejaría en un Sistema de Información sobre Víctimas de Desaparición.
A más de un mes publicada, la información no ha sido actualizada y los datos mostrados no permiten ni a las familias, ni a los académicos, ni a nadie, saber con certeza el tamaño del problema que persiste en nuestro Estado. Las historias de dolor continúan; la incertidumbre permanece y ahora se suma el dolor que genera la burocracia. Una burocracia que termina con el coraje y la paciencia de aquellos que, de manera incansable, buscan a su ser querido.
Esta es la historia de Emmanuel, quien tuvo que soportar el dolor de saber a su hermano desaparecido y que, una vez que lo localizó, volvió a perderlo dentro de la burocracia gubernamental.
Porque en Jalisco, la burocracia mata después de la muerte...
Tierra de la muerte… y de la burocracia que mata
Decenas de moscas salieron volando de aquella bolsa y se dispersaron por la pestilente habitación en la que Emmanuel aguardaba para concluir su trámite más complicado. Quien estaba adentro del contenedor plástico era Christian, su hermano menor… o eso parecía… o eso le dijeron. Hoy no está seguro de que “todo” el cuerpo que se le entregó pertenezca a quien vio y abrazó por última vez hace sólo dos meses.
“Abrieron el cuerpo, para empezar volaron moscas como no tienes idea. Se supone que es un cuerpo que estaba congelado, no estaba frío porque yo me arrimé a tres centímetros de su brazo para leer el tatuaje, para asegurarme de que fuese mi hermano. Mi hermano no estaba frío; si hubiese estado frío cuando lo destapan, no hubiese salido ese mosquerío impresionante que salió. Mi hermano no estaba congelado”.
La tragedia en la familia de Emmanuel inició el domingo 10 de febrero por la tarde. Christian, su esposa Monserrat y sus cinco hijos se encontraban en casa, en una colonia de Tonalá, cuando un grupo armado venció la puerta y forzó su ingreso al domicilio.
AUDIO 02
“Llegó una camioneta aparentemente oficial y un carro; se metieron a casa de mi hermano. Le empiezan a decir a mi cuñada que en dónde estaba la droga, mi cuñada les dice que no hay nada. Mi hermano estaba en el baño, entre la rebatinga, entre empujones, mi hermano empieza a gritar desde el baño que qué estaba pasando…”
La mujer gritó cuando uno de los empistolados le apuntó a Max, su hijo de 13 años. Eso alertó a su marido, quien desde el baño alzó la voz para preguntar qué estaba pasando.
Al escucharlo, los sicarios se dirigieron a ese sitio y, a gritos, le preguntaron acerca de las drogas. Los “hombres malos”, como la hija más pequeña de la familia los identificaría después, se lo llevaron por la fuerza y lo obligaron a subir a una camioneta en la que ya estaban dos personas maniatadas.
Monserrat fue obligada a entrar a una habitación y encerrarse allí con sus hijos de 13, 12, 10, ocho y tres años. Lo último que hizo fue asomarse por la ventana, sólo para ser amenazada por uno de los invasores, quien también le gritó a los vecinos que estaban cerca que entraran a sus casas.
Pese a la advertencia, la mujer logró observar por última vez a Christian, quien era golpeado y obligado a subir a un vehículo sin placas que arrancó a toda velocidad.
Esa es la última imagen que tiene de él con vida.
“Los carros iban sin placas, y se llevan a mi hermano”.
**Búsqueda infructuosa**
Cuando logró reaccionar sobre lo que había ocurrido, Monserrat contactó a Emmanuel, el hermano de Christian, y lo puso al tanto de la situación. Rato después, ambos llegaron a una primera conclusión: Los sicarios no eran sino policías sin uniforme y todo, incluso sus muebles y pertenencias destrozadas, era parte de un operativo equivocado.
Así, una por una visitaron cada dependencia de seguridad pública en la metrópoli para tratar de aclarar la confusión y recuperar a su familiar. La respuesta que recibieron en cada punto fue la misma: Christian no había sido arrestado.
“Es imposible para ellos decirte que tienen una base de datos para decirte que lo tienen en tal lugar, tienes que ir a cada una de las dependencias para buscarlo…”
Contrariados y exhaustos, solicitaron pistas a quienes los atendían. Ellos les aconsejaron levantar una denuncia para que Christian entrara al registro como persona desaparecida. Después de hacerlo se les pidió que volvieran a buscarlo en las dependencias de seguridad. Otra vez recibieron la misma respuesta.
Los días transcurrieron llenos de incertidumbre. Nadie sabía el paradero del hombre cuya ocupación era llenar maquinitas con peluches. Para entonces, todos concluyeron, resignados, que ya era momento de buscar en el Servicio Médico Forense (Semefo).
**Revelación**
Veintitrés días después de que se lo llevaron, el 5 de marzo, Christian apareció. Su madre y su hermano lo reconocieron en una foto y gracias a un tatuaje. Lo habían cortado en partes.
“Nos decía que no había avances y nos pidieron que fuéramos cada semana. Hasta el 5 de marzo va mi mamá y ve una foto de mi hermano ahí en el SEMEFO, a él se lo llevaron el 10 y lo encontraron el 18 y hasta un mes después apareció la foto que ahí estaba”
El grupo armado que se lo llevó se ensañó con él, pues desprendió pieza por pieza de su cuerpo: Dedos, brazos, piernas y cabeza. La tortura fue tan cruel que sólo el antebrazo (en donde se tatuó el nombre y la fecha de muerte de su padre) y la cabeza eran identificables.
“Nos dicen que lo encontraron eran cuatro bolsas en donde estaban cuerpos completamente destrozados y revueltos, entonces tenían que comparar genéticamente parte por parte”
Allí, entre el duelo y el dolor por el sufrimiento con el que Christian fue asesinado, inició un nuevo tormento: La familia comenzó una batalla en contra de la burocracia para tratar de recuperar sus restos.
Una vez que Emanuel localizó a su hermano, comenzó con los trámites para recuperar el cuerpo y así poder despedirse de él. Lo que no esperaba, era que al momento de tenerlo enfrente para identificarlo, se daría cuenta, con horror, que aquella persona que Ciencias Forenses le estaba entregando no era Christian… No se pierda mañana la segunda parte de esta historia...
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